Juan Aguado Delgado (Guadalajara, 1989) es desarrollador e investigador de Fundación ONCE. En su visita de este miércoles a la universidad de Euneiz de Gasteiz, dio a conocer a los estudiantes el proyecto Galy Videojuegos Accesibles, centrado en el desarrollo de videojuegos que incluyen la accesibilidad; que piensan en las personas que padecen algún tipo de discapacidad.
¿Qué función realizan desde Fundación ONCE?
–Nosotros no hacemos videojuegos, sino que brindamos asesoría y material para que los desarrolladores puedan crear videojuegos que sean accesibles; para que la gente con discapacidad los pueda usar con ciertas garantías. Es decir, nosotros no valoramos si el juego tiene bien los gráficos o si la historia o la duración es correcta; en lo que nos centramos, es en si satisface las medidas para que personas con visión parcial o discapacidad motora leve o auditiva pueda utilizarlo. En definitiva, no desarrollamos nosotros, sino que ayudamos a que otros lo puedan hacer.
¿Cómo nace esta idea?
Nos dimos cuenta que no era un ámbito en el que las cosas se estuvieran haciendo todo lo bien que se podían hacer. Por ello, nos juntamos cuatro personas que teníamos interés en este tema y, poco a poco, lo hemos ido sacando adelante.
¿Qué tipo de discapacidades abarcan dentro de ese proyecto?
–Todas. Fundación ONCE no solo se centra en la discapacidad visual, sino también en la motora, auditiva y cognitiva, quizás la más compleja por su variedad. Pero sí, damos cabida a todas las formas de discapacidad.
¿Cómo logran hacer un juego accesible?
–Simplificándolo para que, precisamente una persona que tiene ya por defecto estas circunstancias, pueda enfrentarse a ello y pueda pasárselo. Y eso se hace, por ejemplo, poniendo el modo de dificultad. Algo que se incluye incluso antes de pensar en las personas con discapacidad. Junto al modo de dificultad, poner subtítulos en las locuciones o en las cinemáticas, también ayuda. Esto cada vez se vuelve más complejo y ya no son juegos en los que tienes un botón de saltar y otro de golpear, sino que se vuelve tridimensional, tiene elementos fotorrealistas, etcétera. Todo eso es lo que provoca que sea necesario que haya alguien que diga que se debe pensar en estas personas a la hora de hacerlos, sino, los pierdes las pierdes.
Una accesibilidad cuyo impacto me comentaba que ha sido “muy rápido”.
Sí, de hecho, antes de empezar ya estábamos viendo que hacía falta. Puede parecer que solo son videojuegos, pero, al final, forman parte de la vida de la gente. Si tú no logras que sean accesibles, los dejas fuera de la capacidad de poder socializar con otras personas y de compartir ideas o reflexiones. Y para evitar todo ello, son las mismas personas con discapacidad quienes empiezan a mover eso.
¿Cómo ha evolucionado este matiz a lo largo de estos últimos años?
–Cada vez hay más juegos que, bien desde el principio, bien a posteriori, incluyen esta accesibilidad. Aún hay trabajo que hacer, pero no es como hace diez años, cuando no tenías nada. Hoy en día tienes empresas dentro de la industria que se dedican a ello expresamente; que hacen mandos específicos y que tienen en cuenta a las personas con discapacidad porque se las introduce en los equipos de desarrollo; para que ofrezcan su punto de vista.
¿Dónde es necesario incidir entonces?
–Hay que apretar en esos juegos que están en el punto en el que se habla de ellos, venden, pero todavía no cuenta con un estudio enorme. Que incluyan la accesibilidad dentro de su pack, porque se están exponiendo en un escaparate que va a trascender.
Algunas de las claves que trató en la jornada de ayer en Vitoria...
–Principalmente estuvo centrada en los videojuegos, aunque también se habló de aplicaciones móviles, webs, así como análisis de dispositivos. Y por supuesto, las medidas que se deben tomar para que el juego sea accesible, además de divertido o atractivo.
¿Cómo definiría en pocas palabras el mundo de los videojuegos?
–En general, es bastante dinámico. Pestañeas y ya ha cambiado. Cada vez va a más, porque se empiezan a meter empresas y grandes marcas. Por otro lado, también considero que empieza a ser un mundo maduro porque, es cierto que mueve mucho entre el público joven, pero, como industria, ya empieza a tener previsiones de negocio y se tiene en cuenta el marketing. Ya no son cuatro bichos raros programando en un garaje. Por último, también creo que es bastante abierto. Todo el mundo tiene cabida. No es un producto de lujo, ni debe serlo. Y esto además, enlaza muy bien con lo de la accesibilidad, es decir, que sea abierto e inclusivo de verdad.