De lo que se cuenta entre estas páginas no ha pasado ni medio siglo. Aún así, “seguimos recuperando la historia de la informática y siempre salen cosas”. De hecho, como apunta con una sonrisa Manuel Llaca, “el primer videojuego siempre lo es... hasta que aparece otro anterior”. Con todo, el que describe en su octavo libro parece que va a poder ostentar el honorífico título por estos lares. “Es difícil que surja algo antes”.
“La idea fundamental es asentar lo descubierto” gracias también al impulso de Paco Portalo, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes
Sí es ya una realidad palpable Ping-Pong de 1977: Historia del primer videojuego español, que el analista funcional en la Ingeniería del Software, investigador y escritor residente en Gasteiz acaba de lanzar. “La idea fundamental de esta obra es asentar lo descubierto” gracias también al impulso de Paco Portalo, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.
Lo que se busca es “que se ponga en valor y se reconozca el mérito” de las personas que hicieron posible la creación de un videojuego que nació en el seno de la Universidad Politécnica de Madrid. Sobre todo teniendo en cuenta que hay quien “quiere ponerse de perfil” aduciendo que al no llegar a comercializarse, no se le puede otorgar el mencionado título. “También se pone en duda que funcionase” a pesar de que hay varios y reputados testimonios que lo atestiguan.
El origen, otra polémica
El libro de responsable de ParcelaDigital –cuyo proyecto web ha crecido en diferentes formatos, también en Youtube– mira a mediados de los años 70 para descubrir una historia casi olvidada hasta para sus propios protagonistas. Lo hace siendo el punto de partida de la investigación otra polémica online.
Esa controversia vino a raíz de La Pulga, el primer éxito internacional de un videojuego español. Fue creado en 1983 por Paco Suárez y Paco Portalo. En mayo de 2023, en la actual X, alguien criticó, aunque nadie lo había dicho así, que se le denominase como el primer videojuego español. Llaca quiso aclarar el malentendido y, de hecho, recordó con un artículo la existencia, en 1979 de El paracaidista.
Hay quien “quiere ponerse de perfil” aduciendo que al no llegar a comercializarse, no se le puede otorgar el mencionado título
Esa referencia llamó la atención de Portalo, que decidió investigar por su cuenta, encontrando en Internet una conferencia de Javier Valero, uno de los creadores de ese juego de finales de los años 70 del siglo pasado. Ahí surgió otra pista que terminó en un tomo de una publicación de 1977 de la Universidad Politécnica de Madrid.
“Me mandó un email con el asunto Esto te va a gustar. Era un zip con fotos de todas las páginas del capítulo 15 de un tomo llamado Mircoprocesadores II. Ahí estaba todo el diseño hiperdetallado de un videojuego llamado Ping-Pong”, recuerda Llaca. Ahí, en septiembre de 2023, empezó él a tirar de un hilo que le ha servido, además, para entablar no pocas nuevas relaciones con catedráticos eméritos o con personas que trabajaron en la Universidad de Stanford y en el MIT de Massachusetts.
De Vitoria a Madrid
Sin que los actuales responsables de la Universidad Politécnica de Madrid fueran muy conscientes de que lo que había ocurrido entre sus paredes unos decenios antes, Llaca, desde la capital alavesa, fue siguiendo las pistas, siendo fundamental el contacto con Elías Muñoz Merino.
El hoy catedrático, a mediados de los años 70 decidió que la institución académica tenía que formar en torno a los microprocesadores. Entendía que podían marcar el futuro del desarrollo informático. Hoy decir esto puede parecer mentira, pero no en su momento. Así que contrató a dos becarios Juan Santos y Rafael Martínez. “Acaba de salir el Intel 8080 y les encomendó la labor de investigar; además, les indicó que recopilasen lo que obtuvieran para hacer un seminario que sirviese a los alumnos”.
A ambos, de cara a esa cita –que se terminó produciendo en marzo de 1977– se les ocurrió, entre otras cosas, que, para practicar, podía ser interesante crear un videojuego. “Ya había salido el Pong de Atari Inc”. Ellos se quedaron con el concepto y crearon una máquina nueva. Así nació un juego que llegó a existir pero no se comercializó. Se sabe que durante un tiempo, en la institución académica se tuvo y se enseñaba a las visitas. Pero después, desapareció. Hasta ahora.