En el corazón de la capital alavesa, hay un mercado en el que todavía late el afecto entre productores y clientes, gracias a esas compras directas, sostenibles, y con los mejores productos de la tierra, que, a buen precio, han logrado traspasar generaciones.
Se trata del de Santa Bárbara, que cada jueves y sábado trae a este punto de la ciudad más de 30 puestos de primera calidad, desde verdura y frutas hasta quesos, mieles, repostería, aceite, vinos y panes y en el que también sorprende cómo se llaman por sus nombres, cómo conocen al dedillo lo que vienen a buscar y hasta cómo comentan entre risas los chascarrillos del día.
Este sábado, por ejemplo, tocaba hablar de la final de la Copa del Rey de esta noche del Athletic contra el Mallorca, de cómo hasta algún tranvía se había engalanado con banderas y camisetas rojiblancas, o de todas esas furgonetas de la Ertzaintza aparcadas en la calle del batzoki, a la espera de que comenzaran los diversos mítines de la jornada por parte de los aspirantes a lehendakari.
Clientes
Leire Ibarrola Gobantes es de las que lleva “toda la vida” viniendo a Santa Bárbara desde Izoria tras coger el relevo de su madre, y no solo porque le salga a cuenta vender allí.
“Es algo más que vender. Es amistad después de tantos años. Te presentan a sus hijos o vienen con los nietos y otros que venían acompañados y ahora solos. Y nuestra producción es acorde a las necesidades del mercado”
“Nos ilusiona venir. Tenemos la clientela hecha de siempre. Es algo más que vender. Es amistad con ellos después de tantos años. Te presentan a sus hijos o vienen con los nietos y otros que venían acompañados y ahora lo hacen solos. Aquí, pasa de todo porque hay una relación mucho más que de establecimiento de venta. Y en función de lo que me piden, así se elabora: si quieren más queso fresco, también se lo traemos. Nuestra producción es acorde a las necesidades del mercado”.
Una variedad única de quesos
Y es que este puesto de pastores y apicultores, galardonada con el Oro Mundial, Materia Prima o el Slow Food, entre otros, elabora una variedad de quesos, desde el fresco del día hasta el otzara, el del cesto, que no se encuentra en los supermercados.
“Se llama así porque se elaboraba en estas cestas de mimbre, con leche de oveja latxa. Es un queso tradicional de la familia y un ejemplo de la recuperación de los que se hacían antaño. Hemos dado la receta para que se haga en todo Euskadi y también vendemos Idiazabal de caserío, con cuajo natural de oveja latxa y sal de Añana”, matiza con orgullo Ibarrola.
Junto a ellos, no falta la miel de brezo: “Si la quieres líquida, ponla al baño María para que se disuelva por dentro también”, explica a una clienta. “Sí, ya lo hice antes”. ¿Y qué tal?, pregunta Ibarrola con interés. “Bien. Sí que se queda líquida, líquida”.
Familias vendedoras
En Santa Bárbara también entre los vendedores presumen de familia. Este caso es el de Olga Alcalde Ibáñez (de Mendavia, Navarra), al frente de uno con hermosas lechugas, cebollas, alcachofas, espárragos y manzanas, cercano al que su hermana Carmen tiene junto a su esposo Alejandro, también con verduras de temporada.
"Aunque hay gente nueva, a casi todos les conocemos. Siguen viniendo por el producto"
En cuanto al primero de ellos, lo lleva haciendo 14 años “y mis padres estuvieron 40 y sí que sale a cuenta vender en este mercado. Nosotros estamos muy contentos. Da igual que sea jueves o sábado, porque aunque sea distinta clientela, se vende más o menos lo mismo. Aunque hay gente nueva, a casi todos les conocemos. Siguen viniendo por el producto. Ahora estamos empezando con la alcachofa, el espárrago y el tomate. Es el mejor de todo el mercado, junto al de mi hermana y cuñado, claro”, precisa entre risas.
Una veintena de clientes haciendo cola
Precisamente, desde este último, su hermana Carmen hace una pausa para atender a este diario, pese a la veintena de personas que tiene esperando turno y a las que como buenamente puede, atiende, mientras tanto, su marido Alejandro.
"Empecé aquí, junto a mis padres, hasta que ellos se jubilaron. Llevo 24 años y se vende bien y no es solo la cuestión de vender, que también da satisfacción, sino el aprecio que tienes por la gente, que es lo que más me gusta de este mercado"
“Yo empecé aquí, junto a mis padres, hasta que ellos se jubilaron. Llevo 24 años y se vende bien y no es solo la cuestión de vender, que también da satisfacción, sino el aprecio que tienes por la gente, que es lo que más me gusta de este mercado. Tienes el cariño. Ellos son fieles a ti y nosotros a ellos. Un trato muy directo. Nosotros solo vendemos producto de temporada. En invierno no tiene nada de particular porque es verdura recién cogida, pero ahora, alcachofa y espárrago, porque empieza el buen tiempo, seguido de la fruta de hueso, que toda es buenísima, las nueces... Para que sea de calidad, ponemos variedades autóctonas y lo recogemos a mano. Aunque para mí, el producto estrella, es el tomate”.
Otra ventaja de este mercado, como apunta, es que al no haber intermediarios de por medio, el precio final no se encarece, que es, precisamente, una de las reivindicaciones de las tractoradas, “porque intentamos vender a un precio que pueda consumir todo el mundo”.
Variedad de panes
Otro de los vendedores fieles al mercado de Santa Bárbara es Ernesto Larreategi, llegado de Albéniz (concejo de Asparrena), que desde hace 22 años trae panes de todo tipo de variedades, desde el integral, hasta el de espelta, centeno, de trigo a los blancos.
“Empecé en la plaza de toros, luego nos llevaron a Simón Bolívar y al final estamos aquí, pero se vende bien, aunque, a poco que llueva, se mete el agua o la nieve y para el viento, esta orientación es mala, aunque es inevitable, por otro lado, al vender en la calle”.
"Aquí es importante también el relevo generacional de los clientes, que no se pierda, porque esto al final es un tema de identidad cultural: venimos de Álava o Navarra y ves lo que hay ahora, de temporada"
Y como añade, “aquí es importante también el relevo generacional de los clientes, que no se pierda, porque esto al final es un tema de identidad cultural: venimos de Álava o Navarra y ves lo que hay ahora, de temporada”.
Y con diferencia, además, respecto a los que, en general, se suele encontrar en las baldas de las grandes cadenas de distribución: “Yo esto lo hago en horno de leña y a mano”.