Da igual que haga frío o calor. Que llueva o apriete el sol. Sea temporada alta o baja. Siempre están ahí pase lo que pase todas las semanas del año. La céntrica plaza de Santa Bárbara de Vitoria-Gasteiz acoge cada jueves y sábado el mercado de Santa Bárbara. Este tradicional zoco reúne a numerosos productores de la zona, entre los que se pueden encontrar puestos de frutas, verduras, legumbres, miel, queso, repostería, aceite o vino, entre otros productos de Álava y alrededores.

Un mercado que tiene mucha historia en la capital alavesa. Y es que antes de desembarcar en este punto de la ciudad el mercado se situaba en una gran explanada, ubicada en la actual plaza del Renacimiento junto al Iradier Arena. Un emplazamiento que solo los vendedores más veteranos recuerdan, previo al desembarco del mercado en su actual sede y que sufrió una importante remodelación hace escasos años. Concretamente entre octubre de 2017 y febrero de 2019, cuando la glorieta recuperó el espacio público mediante la creación de una supermanzana semipeatonal moderna y funcional. A esto se sumó la mejora de la iluminación del entorno, unos columpios para los más txikis y una gran pérgola, que permite a vendedores y usuarios protegerse de las adversas condiciones meteorológicas. Además, junto con todas estas novedades, se construyó un aparcamiento subterráneo de pago, con un total de 537 plazas para facilitar el acceso, no solo al mercado, sino también a las calles y establecimientos colindantes.

Los efectos de la guerra

Actualmente el precio de los productos es un factor a tener en cuenta. Las secuelas que muchos vendedores arrastran de la pandemia del coronavirus, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y ahora la sequía han provocado que muchos alimentos se encarezcan en los últimos meses debido a los costes de producción. Es el caso de panaderos como Ernesto Larreategui, que lleva 20 años en el mercado, y que ha visto cómo el precio de la harina no ha parado de incrementarse. “Ya venía subiendo desde el año pasado y es algo que no solo me afecta a mí”, expone en referencia a los agricultores. Por este motivo la quesera Ana María Lusarreta, al igual que Larreategui, se ha visto forzada a acrecentar el precio de sus productos. “No solo es el precio de la electricidad que se ha duplicado y la subida de los plásticos del envasado, sino que también tenemos que dar de comer a las ovejas”, expone preocupada. De igual modo hay quienes se resisten a subir los precios de sus productos, como la vinatera Isabel Espinosa, aunque finalmente no les queda elección si quieren obtener beneficio. “Llevo 12 años con el mismo precio pese a las adversidades, pero en septiembre lo subiré un euro debido a la subida del cartón”, revela algo molesta.

Otra de las causas por las que se produce un ascenso de los precios es la falta de algunos productos en cuestión. Es el caso de la alubia verde en el puesto de la frutera y verdulera Yolanda Valerio, que escasea debido a la quema de las flores. “Hemos subido el coste un euro. No es mucho más cara, pero se acaba notando en la cesta de la compra”, refleja.

Una inflación que, junto a la habitual tranquilidad y falta de residentes en Gasteiz durante la segunda quincena de agosto, provoca que el mercado en estas fechas permanezca escaso de movimiento. “Después de la primera semana de fiestas mucha gente se marcha de vacaciones”, indica Larreategui. Misma opinión tiene Espinosa en este aspecto. “Mucha gente se ha ido a los pueblos”, señala en base al fin de las restricciones por la pandemia del coronavirus.

Desconocido para muchos

La llegada de turistas tampoco se ha hecho notar en estas fechas en comparación de otros años en el mercado según los comerciantes. “No ha habido mucho extranjero. Otros años se nota más”, comenta Valerio. Mucha presencia de ciudadanos sevillanos es lo que ha percibido por su parte Espinosa, que siempre se llevan alguna botella de su stand. “Lo malo es que no van a poder repetir”, apunta bromista. No obstante, Lusarreta nota una mayor presencia de viajeros en otras fechas del calendario como la Semana Santa. “En verano vienen muchos visitantes, pero es más gente de Gasteiz la que acude al mercado”, declara.

Un enclave que, pese a sus continuas modificaciones y circunstancias, tiene opiniones dispares en cuanto al futuro del mercado. Por un lado hay quienes lo ven más complicado como Espinosa o Larreategui, que solicitan un mayor amparo y promoción por parte de las instituciones para su conservación. “Deberían apoyarnos más. Al fin y al cabo somos productores de la zona”, alude Larreategui respecto a los grandes supermercados. Mismo criterio tiene Espinosa al respecto. “A ver si nos echan una mano para hacer más publicidad al mercado porque al final lo que atrae aquí a la gente es el boca a boca”, apunta. Mientras que, por otro lado, hay vendedores que se muestran más optimistas y satisfechos como Lusarreta y Valerio. “Lo veo bien en general. La única pega que le pongo es la falta de relevo generacional en algunos puestos”, explica Lusarreta, cuyo caso no se ve perjudicado por la continuidad de su hija en el negocio. El paso del tiempo determinará si el mercado de Santa Bárbara obtiene mayor fama y atrae a una mayor cantidad de clientes o si el resultado es completamente distinto.