A las 22.00 horas del 4 de agosto se da una cita muy especial para los cofrades de la Virgen Blanca. La Procesión de los Faroles ha comenzado este viernes como todos los años desde el museo de la calle Zapatería que alberga la colección de faroles de la capital alavesa.

“Vamos a rezar con ilusión y esperanza, con un recuerdo especial para quienes nos faltan en estos días, vitorianos, gasteiztarras, recemos el Santo Rosario”, sonaba por la megafonía, y comenzaba entonces el acto de recogimiento que todos los años interrumpe por unos momentos el desenfreno festivo en el incio de La Blanca.

Aproximadamente 370 personas forman parte de la Cofradía de la Virgen Blanca. Los misterios que las acompañan en la procesión están formados por 15 o 16 cofrades con un responsable al frente.

Mientras avanzaban ayer eran flanqueados por decenas de silenciosos devotos que procesionaban y rezaban. En las aceras, los bulliciosos fiesteros, muchos de los cuales ya se habían cambiado de ropa tras asistir a la bajada de Celedón, se detenían para observar el paso lento y constante de la procesión mariana.

Una tradición centenaria La Procesión de los Faroles aparece en registros desde 1895; aunque por aquel entonces se portaban farolillos de cartón y cera. Y, al igual que la bajada de Celedón surgió de la mano de un grupo de amigos: El recorrido de los faroles se debe a Manuel Díaz de Arcaya, quien se propuso dar mayor esplendor a la procesión.