Un número importante de pacientes a los que, por uno u otro motivo de salud, se les debe implantar un catéter para la administración de líquidos o medicamentos o para la extracción de muestras presentan un mal acceso a sus vasos sanguíneos. Malas venas, como coloquialmente se dice entre algunos profesionales sanitarios. Además, el volumen de personas afectadas por este problema va en aumento, pues el envejecimiento de la población es una de sus causas principales.

Nacer con esta dificultad, haber recibido tratamientos con catéteres inadecuados –especialmente la quimioterapia–, la obesidad o incluso ser mujer constituyen otros factores de riesgo añadidos. Cerca del 60% de los pacientes pluripatológicos, esos que conviven con varias enfermedades, presentan a día de hoy este hándicap en la provincia. “Cada vez hay más personas porque todas esas causas crecen y, además, los pacientes con cáncer viven más años”, detalla en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA Vicky Armenteros, supervisora del Equipo de Terapia Intravenosa (ETI) de la OSI Araba.

Este grupo, uno de los primeros en constituirse en la sanidad pública estatal, está compuesto por enfermeras especializadas en la implantación de catéteres intravenosos que dan también respuesta a cualquier problema que pueda surgir a la hora de canalizar vías en pacientes de las dos sedes del HUA, la atención primaria e incluso de Leza o en hospitalización domiciliaria. Al margen de los que presentan varias enfermedades, los pediátricos aportan también un importante volumen de trabajo al ETI.

El equipo, que echó a andar en el año 2012 gracias a una beca para investigación, lleva también a cabo una activa labor dentro del instituto Bioaraba para desarrollar nuevos avances e implementarlos en su práctica clínica, así como otra de tipo docente con los propios pacientes y también sus compañeros de la OSI. “De nada sirve que pongamos bien un catéter si después no se cuida”, contextualiza Armenteros.

El equipo puso a lo largo de 2022 un total de 3.600 catéteres intravenosos en todo el ámbito de la OSI Araba, además de resolver “todo tipo de problemas” con estas vías para cuya canalización existen diversas técnicas. “La población está envejeciendo mucho y cada vez tenemos más pacientes difíciles de pinchar”, remarca, por su parte, Oiane Báez, una de las enfermeras que componen el ETI.

La incorporación del ecógrafo para ayudar a encontrar esas malas venas y coger las vías allá por el año 2010 fue, de nuevo según Armenteros, “la gran revolución” que abrió las puertas a todos los avances que han venido después. El grupo comenzó su andadura volcado exclusivamente en los pacientes oncohematológicos que necesitaban la toma de quimioterapia, un tratamiento altamente agresivo también para los vasos sanguíneos y que requiere de numerosas analíticas, y con el tiempo ha ido aumentando su radio de acción para llegar a personas de muy distintos perfiles.

“Vemos todo tipo de pacientes siempre que tengan algún problema de aspecto vascular”, sintetiza Armenteros. Esos pacientes con cáncer, de hecho, siguen siendo mayoritarios a día de hoy en las agendas de las enfermeras del ETI, aunque ya solo representan el “35 o 40% del total”.

De aquí en adelante, los objetivos son “claros” según la supervisora del equipo: “incorporar las últimas novedades en materiales para Vitoria y seguir con la investigación”.