Tras la recién culminada vendimia en la Denominación de Origen Arabako Txakolina, con unos niveles de producción próximos a la cosecha récord de su historia y de una calidad que hace prever que los caldos de la nueva añada volverán a lograr la nota de excelente, Josean Merino, gerente de la Denominación, hace una radiografía de la situación presente y futura de una marca que, tras más de dos décadas de trabajo, ha logrado hacerse un hueco en los mercados gracias a unos caldos de alta calidad reconocidos a nivel mundial.

De hecho, esa es su apuesta: poner la calidad por encima de la cantidad, e intentar consolidarse, sobre todo, en la provincia, sin recurrir a tirar el precio. Una práctica que consideran una competencia desleal absoluta y que no pone en valor el trabajo del agricultor de base.

Llevamos unas semanas un tanto moviditas con la polémica que ha suscitado la creación de Viñedos de Álava. ¿Qué opina al respecto?

–Es un sembrado en el que no quiero entrar, la verdad. Tengo mi opinión, como todo el mundo, pero no voy a posicionarme. Ahí hay una serie de productores y elaboradores que han decidido tirar por la calle de en medio, cuya postura es absolutamente respetable, pero también lo es la de quien opina lo contrario. Ambas lo son, tanto la del que ha optado por marcharse como la del que ha querido quedarse, y eso es lo que tiene que prevalecer: el respeto, mientras se espera a que se pronuncien las autoridades competentes. Al Gobierno Vasco le ha llegado una solicitud que, como institución, tiene que tramitar, al igual que hizo con nosotros cuando dimos el paso de crear la Denominación de Origen Arabako Txakolina. Luego irá a Madrid, que también tendrá que pronunciarse. Sí, ya sé que se está hablando de que hay intereses partidistas de por medio, en ambos casos, y en los que repito, no voy a entrar. Para eso está la tercera fase, digamos, la de Bruselas, que ya serán más objetivos, porque no tienen interés partidista alguno en ello, y a partir de ahí veremos cuál es el resultado o posicionamiento, que deberá acatarse por todas las partes.

De hecho, el txakoli también tiene su propia guerra.

–En efecto, ahí seguimos defendiéndonos y en la lucha porque ningún vino, fuera de las tres denominaciones de origen de txakoli vascas (la nuestra, la de Getaria y la de Bizkaia), use el término txakoli o cualquiera de sus variantes (chacolí) para denominarse. Nuestros compañeros de Bizkaia andan más al tanto de estas cosas y hace cosa de una semana me enviaron un artículo en el que seguía el raca-raca, porque hay gente que sigue considerando que tiene sus derechos para usar ese nombre. No voy a ser hipócrita desdiciéndome, cuando me atañe, de lo que he comentado antes, y repetiré lo mismo: cuando se dicte la sentencia la acataremos, nos dé o no la razón. Mientras, seguiremos defendiendo lo nuestro, posicionando mercados y aumentando calidad. Ahora mismo los niveles son excepcionales, se están haciendo grandes txakolis reconocidos a nivel mundial, y ese es el camino. Quitémonos la venda de los ojos y todo caerá por su propio peso. Llevo ya más de 20 años en este mundillo y, al principio, poca gente apostaba por la viabilidad de nuestro proyecto, y aquí estamos. No es ya solo que seamos un proyecto presente, sino también de futuro. Estoy sinceramente orgulloso del camino andado y de cómo se ha andado.

Y acaban de superar con nota la vendimia…

–Efectivamente, culminó el 19 de octubre y, pese a que aún solo tenemos recabados los datos de las cartillas de las bodegas al 95%, ya que estamos pendientes de las uvas que se van a destinar a vendimia tardía, los datos son extraordinariamente buenos. La cifra supone habernos quedado a 2.000 kilogramos de la mayor producción de nuestra historia, la de 2020, cuando recogimos 718.500 kilos de uva; pero estamos un 59% por encima de la vendimia de 2021, a pesar de la difícil y sorprendente situación vivida esta campaña, con una persistente sequía que nos ha dado plantas muy estresadas por la falta de agua y granos de menor tamaño. Con todo, septiembre supuso un mes de gran ayuda, toda vez que los cuatro días de lluvia que nos dio colaboraron a la mejora hídrica del viñedo y, a su vez, esa falta de humedad nos ha traído ausencia, en gran medida, de las enfermedades endémicas del viñedo como mildiu, botritis u oídio y, por tanto que la uva haya entrado a bodega muy sana. En este sentido, la vendimia 2022 se puede calificar de extraordinaria y esperamos altos niveles de calidad, a tenor de las primeras comprobaciones realizadas a pie de bodega.

Las primeras catas oficiales no llegarán hasta febrero.

–Sí, en torno a enero o febrero, teniendo en cuenta que ahora se acaban de iniciar los procesos de elaboración. Los datos definitivos tanto de producción como de calidad se presentarán en la celebración pública de la nueva añada; es decir, en el Arabako Txakolin Eguna previsto el 4 de junio de 2023 en Amurrio.

Este mismo viernes ha arrancado el programa Txakoli Bizi de revulsivo a la Ruta de Txakoli de Aiaraldea, organizado por la Cuadrilla de Ayala, con la subvención de la Diputación alavesa y el Gobierno Vasco. ¿Se agradecen estas acciones?

–Absolutamente, sí. Es la primera acción importante que desarrollan por parte de la Ruta y espero que se hagan más ferias de este estilo y que se consolide, porque atrae gente de otros puntos y no es solo bueno para el txakoli, sino para todo el Valle de Ayala, sus queserías, museos, entramado hostelero y de todo. En materia de enoturismo, desde Arabako Txakolina tenemos la experiencia de las visitas guiadas a bodegas o el Wine Bar de la txakolinería Artomaña, que tiene un tirón importante. Yo realmente me emociono siempre que acudo con mi mujer a tomar algo cualquier día y encontrármelo lleno de gente atraída por nuestros productos y naturaleza. Y Txakoli Bizi, sin duda, ayuda a visibilizarnos. ¿Queda mucho por hacer? Por supuesto, pero es un paso más en la consolidación de la Ruta del Txakoli de Aiaraldea y yo, desde luego, lo digo aquí y ahora, estoy dispuesto a involucrarme en este tipo de actividades. Para lo que me necesiten.

Arabako Txakolina, por su parte, ¿tiene en mente algún programa de promoción turística propio?

–En esto dependemos en gran medida de los presupuestos. Ahora mismo solo tenemos confirmada la participación de cuatro o cinco de nuestras bodegas en Ardoaraba, la gran feria del vino de Vitoria-Gasteiz, prevista para el puente de diciembre. Asimismo, de cara a Navidades lanzaremos un programa de pequeñas actividades en nuestro puesto de la Plaza de Abastos de la capital, en la onda del txakoli-pintxo, para seguir afianzando nuestra marca e imagen en Vitoria-Gasteiz de cara a la hostelería.

El mercado local sigue siendo un hueso duro de roer…

–A nivel nacional estamos recuperándonos y ya casi en los niveles que logramos alcanzar antes de la pandemia; y en Euskadi, dada la existencia de nuestro compañeros de Getaria y Bizkaia, nuestra presencia siempre ha sido testimonial, por lo que nuestra apuesta ha sido, es y será consolidarnos en casa, y ahí vamos, poco a poco, posicionándonos. Hablamos de un mercado muy condicionado por los precios, pero uno de nuestros objetivos al que no pensamos renunciar es el de defender el coste de producción. Es decir, nos negamos en rotundo a tirar los precios con ofertas locas como las que se ven por ahí. Hay que defender el trabajo de nuestros agricultores y la gente lo tiene que entender. La elaboración de txakoli no es la más idónea u óptima para dedicarse a la producción de escala. Hablamos de fincas muy pequeñas, de entre 5.000 metros cuadrados y tres hectáreas, a lo sumo. Además, el terreno es el que es, con pendientes; y nuestra climatología, dejando de lado la excepcional sequía de este año, lo normal es que haya una humedad enorme. Es decir, el perfecto caldo de cultivo para la proliferación de enfermedades endémicas del viñedo, como el mildiu, que implican un coste muchísimo mayor para combatirlas que en cualquiera de las muchas otras denominaciones de origen de todo el Estado.

Lo de la orografía complicada recuerda a la Ribeira Sacra de Lugo y Ourense.

–Exacto, por algo son uno de los mayores exponentes de lo que se conoce como viticultura heroica, aunque nosotros no llegamos a esos extremos con bancales de viñedos situados en zonas tan escarpadas que dan hasta vértigo. Pero tampoco lo tenemos tan fácil como cuando se trata de grandes extensiones de cepas en terrenos llanos, y eso hay que valorarlo. Hay quien recurre a embotellar excedentes de txakoli de hace tres años para sacarlo al mercado a precio sospechosamente bajo, y eso hace mucho daño al que quiere mantener una imagen de venta de calidad. Es una competencia desleal absoluta.

¿Y en el mercado internacional, también pasa esto?

–En absoluto, cada vez valoran y aprecian más nuestros vinos, hasta el punto de que entre el 30 y el 35% de nuestra producción se va fuera, es así, y es un orgullo para una Denominación de origen tan pequeña como la nuestra. Tenemos en líneas generales una muy buena actividad exportadora, que se puede tildar de normal en cinco bodegas, y de excelente en otras tres. Cuando empezó el tema del Brexit, todos estábamos con mucho miedo, ya que bodegas como la de Astobiza en Okondo tenían mucho contacto y trabajo realizado en esta materia con Inglaterra, y pensábamos que se iba a ir todo al traste. Y ha ocurrido todo lo contrario: Gran Bretaña es uno de nuestros principales mercados externos, con un buen posicionamiento, al igual que lo son Japón y Canadá. China también ha entrado, porque es un país al que le gustan los vinos redondos, como puede ser también un Ribera del Duero, y México va despuntando.

¿Alguna curiosidad en cuanto a mercado internacional?

–Los mercados árabe y ruso, también Ucrania, aunque parezca mentira con la maldita guerra. Son casos de países que nos compran bastante y pagan de maravilla, sobre todo, vinos muy selectos y especiales, cuyo precio es elevado.

¿A qué se refiere?

–El mercado internacional demanda vinos diferenciadores y con alma. De aquí que todas las bodegas, no solo las de Arabako Txakolina, estén redoblando esfuerzos en esta materia. En nuestro caso, por ejemplo, somos siete bodegas, pero marcas hay más de cuarenta, en base bien a vino elaborado con la uva exclusiva de tal finca, o a infinidad de variedades, desde el txakoli básico a vendimia tardía, desde los fermentados en barricas a huevos de hormigón, desde los ancestrales o espumosos a los aparduna de doble fermentacion, pasando por rosados, e incluso tintos, y dejando ya a parte un amplio catálogo de licores que llevan de base txakoli de Álava y que van desde ginebras y cervezas hasta vermús…. Tenemos una variedad magnífica de productos, a cada cual más curioso, y que está cosechando reconocimientos por todo el mundo.

Ha dicho que ahora mismo están siete bodegas, ¿y productores de uva?

–Estaremos en torno a cuarenta productores, con un total de 94 hectáreas de viñedo, repartidas por toda la comarca ayalesa. Bodegas solo siete, sí, las de Beldio y Garate en Laudio, Astobiza en Okondo, Txikubin en la Torre de Murga en Ayala, y luego en Amurrio y sus juntas administrativas están Bat Gara, Tantaka y Artomaña. Hemos ido perdiendo por el camino a compañeros con bodega propia que se han jubilado sin dejar relevo, que es ley de vida; pero para todos nosotros ha sido un palo enorme el cierre de la de Arzabro en Delika, tras la muerte de nuestra amiga María Ángeles Villate, su propietaria, por un fatídico accidente. Echamos mucho de menos su presencia en ferias y actividades de promoción. Su puesto, acompañado siempre de gildas y queso de nuestra comarca, no pasaba desapercibido. Era de estas bodegueras que lo lleva en la sangre y se desvive por el txakoli, una verdadera lástima. El vino que dejó elaborado lo adquirió Okondo, y de las uvas de su viñedo se ha alcanzado un acuerdo de compra con Artomaña.

¿Hay sobre la mesa planes de crecimiento?

–La cifra de uva vendimiada este año, entre 700.000 y 800.000 kilos, debería ser el volumen normal de cualquier año. Es decir, si no se hubiera dado la excepcional situación de sequía, hubiéramos rozado sin lugar a dudas los 900.000 kilos. Solo con lo de esta cosecha estimamos que saldrán al mercado en torno a 800.000 botellas, con lo que nos acercamos al volumen ideal de un millón de botellas que nos propusimos hace años, con la apuesta por seguir siendo una denominación de origen pequeña. Bizkaia y Getaria rondan los 3,5 millones de botellas cada una de producción anual, pero nuestra ilusión es mantenernos en esos guarismos y no condicionar la calidad. No por mucho producir se nos va a ir la mano. Nuestro apuesta es esa: calidad, calidad y calidad.

Entonces, ¿los pasos de futuro irán encaminados a ello?

–De futuro y de presente. De hecho, estamos valorando un proyecto de I+D muy interesante, en el que nos gustaría que entrasen también los txakolis de Getaria y Bizkaia, para fortalecer ante enfermedades endémicas nuestra principal variedad: la ondarribi zuri. En esa línea de innovación continua andamos, sin perder de vista la consolidación del mercado alavés, tema recurrente, pero seguimos en la pelea. Es increíble que un producto que cada año que pasa tiene mayor visibilidad en el extranjero, aquí nos cueste tanto. Y ¡ojo!, no estamos en contra de ninguno de los otros grandes productos de la gastronomía alavesa, todo lo contrario, los apoyamos y apoyaremos siempre, solo queremos nuestro hueco en ese mercado. Dar visibilidad y que se ponga en valor la marca Arabako Txakolina y su logotipo, de cara a que se conozca en cualquier rincón de la provincia a corto o medio plazo. Somos muy conscientes de que para lograrlo hace falta presupuesto, y en la medida que aumenten las ventas, también nos posibilitará tener unos ingresos propios y críticos para poder llevar a cabo mayores campañas de promoción.