Si para alguien han sido duros los tres últimos años ha sido para las personas más mayores, y por ello la edición de 2022 del Día del Blusa y la Neska Veteranos tenía que ser por fuerza un día especial, más especial que otros años. Los reencuentros son más emotivos, la alegría más expansiva y la vitalidad lo inunda todo.

La jornada arranca con una misa en San Miguel en la que el recuerdo a los veteranos fallecidos en estos casi tres años es el único espacio para la tristeza. Nada más salir del templo, se procede al reparto de moscatel con pastas y comienza el ritual, el aurresku y ofrenda floral a la Virgen Blanca, ante la atenta mirada de Esther Espinosa. Esther cumplió cien años el 9 de mayo y recibe una placa de recuerdo de sus compañeros y compañeras y una pequeña réplica de Celedón de manos del alcalde gasteiztarra, Gorka Urtaran.

Esther Espinosa recibe su reconocimiento Alex Larretxi

Elegante, sobria pero alegre, y con evidentes ganas de fiesta, Esther se muestra “orgullosa y contenta” de representar a los veteranos. “Me emociono mucho, cien años son muchos años, pero lo voy a pasar muy bien. Hoy bailaré y mañana me quedaré todo el día en la cama, pero hoy no, hoy tengo que vivir y lucir y presumir”, afirma la mujer, que lleva “unos treinta y tantos o cuarenta años” saliendo de neska, desde aquellos tiempos en los que la mujeres no salían. “Íbamos cuatro, pero luego nos gustó y ahora tenemos más mujeres que hombres”, celebra.

"Me emociono mucho, cien años son muchos años, pero lo voy a pasar muy bien"

Esther Espinosa - Neska

Esther, que no ha sufrido nunca “ninguna operación” y esta para “vivir otros dos cincuenta”, lo demuestra poco después en la calle Kutaisi, tras la iglesia de los Desamparados, bailando con las amigas y degustando un choripán con vino antes de dirigirse al Meneíto Veterano de la Plaza de la Provincia.

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Meneíto veterano en la plaza de la Provincia

Junto a ella, decenas de blusas y neskas, algunos subidos en el tren turístico, la mayoría andando, recorren el centro de la ciudad en procesión, al son de la música de la fanfarre Kirrinka, que para un momento en la plaza de los Fueros para dejar que los miembros de la Academia de Folklore animen un improvisado baile de los protagonistas del día. Uno de los más hábiles y animados con las danzas es Florencio Garmendia, Magritas, veterano blusa y torero vitoriano que se arranca con una copla impecable y potentemente entonada de las que, dice, canta en Benidorm “a un grupo de 300 tíos que tengo allí”.

El día, dice Florencio, “va cojonudo”, con la alegría que exige el momento. “Si ahora no reventamos un poco después de todo lo que ha pasado, pues a morir. Yo no iba salir, pero me han dicho que cómo no iba a salir si soy el alma, me he ido a casa, me he puesto los chismes y a correr”, afirma Magritas, que recuerda con nostalgia a los familiares que con la pandemia “se han ido para el otro lado, que Dios los tenga en la Gloria”, pero convencido sin embargo de que “no hay más que el presente y el futuro”.

"Si ahora no reventamos un poco después de todo lo que ha pasado, pues a morir; no hay más que el presente y el futuro"

Florencio Garmendia, 'Magritas' - Blusa

La hija del cónsul

El pasado ya ha pasado, pero sí merece la pena recordar los buenos momentos de las fiestas de Vitoria, como cuando Magritas conoció en la plaza de toros a “la hija del cónsul de Hungría, que veraneaba en San Sebastián, y me seguía a todas partes, y yo ya estaba con mi mujer, que llevo casado 61 años, hasta que un día le dije que me olvidara que yo no estaba para ruidos”. Aquella chica húngara, rememora, decía que “esto es hermoso, que todo el mundo está contento, que no conoces nadie pero conoces a todos, y es que Vitoria es muy abierto, yo lo creo así”.

La conversación se ha prolongado y, a sus más de noventa años, Florencio sale al trote ligero a pillar a sus compañeros, que suben por Fueros hacia Olaguíbel, y de allí a Paz y Desamparados, donde Esther apura su choripán.

Cerca de ella disfruta de la jornada José Antonio Cristóbal, Celedón de Oro de 1979, Insignia de Oro de la Federación de Baloncesto en 1980, blusa vitoriano y partidario de “repartir el cariño a los que lo necesitan y regalar una sonrisa, que es muy fácil”. En un día como este del Veterano, asegura, “recuerdas a la gente, a las personas que no has visto en todo este tiempo, te abrazas, intercambias energías y sonrisas”, asegura José Antonio, que el 23 de enero de 2024 cumple ochenta y seis años; “si Dios quiere, hoy son ochenta y cinco y medio”.

"En este día recuerdas a la gente, a las personas que no has visto en todo este tiempo, te abrazas, intercambias energías y sonrisas"

José Antonio Cristóbal - Blusa

En todo caso, es un blusa que goza de buena salud y esta dispuesto a “disfrutar a tope” del día, habida cuenta de que “nosotros no somos como los que salen todos los días, que están agotados, nosotros estamos frescos, y mañana a descansar, a andar por Salburua y a relajarse con los pajaritos y los ciervos”.

Queda todo un día por delante antes de ese paseo, un día para celebrar las ganas de vivir de quienes han visto de todo, bueno y malo, y tienen por tanto la perspectiva necesaria para valorar algo tan sencillo como disfrutar de las fiestas de su ciudad.