El trabajo en los almacenes de distribución de bebidas y alimentos y el tránsito de los camiones de reparto vuelven a ser incesantes en Vitoria coincidiendo con este inicio de agosto.

La Blanca se encuentra a la vuelta de la esquina y los bares y restaurantes de la ciudad han comenzado ya a aprovisionarse de género para unas jornadas festivas que se prevén intensas, tras dos años de sequía obligada por la pandemia.

Las expectativas son altas después de esta larga travesía del desierto para la hostelería y se hacen también extensivas a las empresas encargadas de surtirlas, a un sector de la distribución que está trabajando estos días “como en años prepandemia”.

Están siendo, de hecho, las jornadas de mayor actividad “con diferencia” para este colectivo desde que el coronavirus lo paró todo en marzo de 2020, según desvela en conversación con este periódico Raúl Campo, presidente de la Asociación de Empresas de Distribución a Horeca de Álava (Adisalava), que aglutina a las más importantes del sector.

"Saturados de trabajo"

“La gente tenía ganas. Se nota que no ha habido fiestas durante dos años y hay mucha demanda de género. Igual no al mismo nivel de volumen que antes de la pandemia, pero sí hay mucha expectativa de que van a ser unas buenas fiestas. Estamos saturados de trabajo”, resume Campo, que es también socio de Comercial Lanber, una de las seis firmas que integran Adisalava.

Aún es pronto para hablar de cifras concretas o de hacer comparaciones con anteriores ediciones de La Blanca, pues los pedidos siguen y seguirán sucediéndose a lo largo de toda esta semana. Con todo, Campo sí cree que los volúmenes se acercarán a los de los festejos de 2019, los últimos que pudieron celebrarse con normalidad.

Un camión de reparto en plena labor de descarga Pilar Barco

“Se está vendiendo bien”, asegura el profesional, con un protagonismo especial para la cerveza –la estrella indiscutible en todas las fiestas y celebraciones–, los refrescos y los licores, por este orden. “Nada que ver”, por descontado, con esas descafeinadas no fiestas de 2020 y 2021.

Otra cosa ya será mantener el pulso después, teniendo en cuenta factores como los problemas que todavía hoy atraviesa el sector hostelero debido a la crisis sanitaria, los cambios de hábitos de parte de la población, la escalada de precios o, sin ir más lejos, las cifras de un recién concluido julio –festividad de Santiago incluida– que ha dejado un regusto agridulce para el sector.

“Ha sido un mes bueno comparado con lo que fue 2021, pero no se acerca ni de lejos todavía a las cifras de 2019. Estamos lejos todavía”, insiste el presidente de Adisalava.

Incertidumbre

Y las sensaciones no son mejores para al resto del año. Ni para lo pasado, ni para lo que viene. “Es muy curioso, porque esto va por territorios. Si hablas con una provincia costera, que tiene mar, te van a decir que ya están en cifras de 2019. Pero en las de interior, como aquí en Álava, estamos lejos. Un veintitantos por cierto por debajo” del volumen de ventas previo a la pandemia, según Campo.

Además, el profesional pronostica que Vitoria volverá a convertirse en poco menos que un erial pasado el ciclo festivo, por mucho que cada vez sean más los negocios que apuestan por seguir abiertos.

“Lo que prevemos es que el resto del mes pase lo que ha pasado anteriormente en la provincia: que a partir del día 9 haya una desbandada generalizada, que se marche todo el mundo”, vaticina Campo.

"Estamos con ilusión porque ahora vendemos, pero el cierre del año no va a ser para nada comparado con el de 2019, ni de lejos"

Raúl Campo - Presidente de Adisalava

Aunque el sector puede por fin trabajar con cierta planificación, con estabilidad, no como cuando los bares y restaurantes abrían, cerraban y volvían a reabrir, el presidente de Adisalava cree que será “muy complicado” volver a las cifras de antes de la pandemia.

“En este año evidentemente no”, apunta. Habrá que ver en los siguientes. “Estamos con ilusión porque ahora vendemos, pero la realidad es que el cierre del año no va a ser para nada comparado con el de 2019, ni de lejos. Yo ahora mismo firmaba cerrar un 15% por debajo”, reconoce Campo.

Créditos y ERTE

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El sector de la distribución, que durante lo peor de la pandemia prácticamente redujo sus ingresos a cero y tuvo que recurrir a créditos y ERTE para subsistir, está afrontando ahora la devolución de esos préstamos y se ha visto también empujado durante estos dos años largos a “adelgazar estructura”.

Sin olvidar que sus puntos de venta también se han reducido: “nos movemos en un 15% menos. La hostelería ha sufrido mucho”, recuerda Campo.