La Casa del Vino de Laguardia ha mostrado su preocupación por la incidencia que está teniendo la sequía y las olas de calor y, si no llueve en breve, avanzan que se deberán tomar medidas de aclareo de racimos. Detalla este Servicio de Enología y Viticultura de la Diputación Foral de Álava que el mes de julio comenzó fresco, con frecuente amenaza de tormentas que, si bien no dieron lugar a las granizadas tan temidas en esta época estival, tampoco dejaron más que algunas trazas de agua que ni con mucho han paliado la grave sequía que se viene arrastrando desde primeros de mayo.

A partir del 10 de julio el territorio se ha visto inmerso en la segunda ola de calor de este verano, con cifras récord en los termómetros que se mantienen hasta la fecha. Las temperaturas durante este periodo están alcanzando máximas de más de 40 grados en algunos puntos de Rioja Alavesa e incluso en el Valle de Ayala. Durante la noche los registros han mantenido valores también inusualmente elevados.

Las fuertes temperaturas están afectando lógicamente al viñedo que, aunque es un cultivo que resiste muy bien el calor, unido a la falta de agua en profundidad, están sometiendo al cultivo a un elevado estrés, ante el cual la planta se defiende priorizando la supervivencia a la productividad y minimizando sus funciones. Los viñedos que más están sufriendo son las nuevas plantaciones, los enclavados en terrenos sueltos y las espalderas. Los viñedos más antiguos, normalmente en vaso, y al contar con un sistema radicular más profundo, están soportando mejor el calor y la sequía.

La parálisis vegetativa se ha podido observar claramente en el estado fenológico general del viñedo. La planta, sometida a un fuerte estrés, tratando de disminuir el consumo de agua ha ralentizado su actividad vegetativa y el crecimiento de los granos. Hoy en Rioja Alavesa el viñedo se encuentra en su mayoría en cerramiento de racimo. Son pocos los que han iniciado el envero. Se constata pues, que la evolución ha sido prácticamente nula durante esta ola de calor. De hecho, durante apenas semana y media de calor se ha recuperado prácticamente el calendario habitual en una campaña que venía tan adelantada.

El estrés hídrico se manifiesta también con el marchitamiento de las hojas que incluso llegan a caerse, empezando por las basales. El alcance en los próximos días de este fenómeno estará en función de la persistencia del calor y la falta de agua. La pérdida de superficie foliar disminuye en proporción la actividad fotosintética y da lugar a las secuelas consiguientes en la maduración y en los rendimientos. Otros perjuicios añadidos de la escasez de agua y del calor, y también como método de defensa contra la sequía, es que la humedad de los racimos migra al resto de la planta. El grano no alcanza el tamaño normal y en los casos más graves inicia un proceso de desecamiento.

Las elevadas temperaturas se manifiestan también en la vid con erosiones en los granos más expuestos, con mayor intensidad en aquellas viñas donde se han realizado labores de deshojado y con mayor prevalencia en plantaciones de variedades más sensibles, como el graciano. Por contra, en las zonas que se ha podido regar, al haber disponibilidad de agua la planta ha soportado mucho mejor el calor y el proceso avanza sin mayores contratiempos. El viñedo en parcelas regadas tiene mucho mejor aspecto que en aquellas parcelas que no han tenido aporte adicional, mantiene su ciclo ligeramente adelantado y se pueden apreciar desde hace días viñas con racimos iniciando el envero.

El txakoli, similar al Rioja

En lo referente a sanidad por insectos y hongos, la Casa del Vino da cuenta que el viñedo está en su gran mayoría en buenas condiciones, con algunos focos de oídio, pero afortunadamente nada fuera de lo habitual. La polilla se encuentra ahora en pleno vuelo de segunda generación y se está controlando bien; cada vez más con una técnica inocua para el medio ambiente, la confusión sexual.

En la zona alavesa del txakoli, el Valle de Ayala, la situación es bastante similar a Rioja Alavesa, padeciendo también por el calor y la sequía y con poco desarrollo y evolución del grano. La fase fenológica es igualmente el de cerramiento de racimo (L) y el estado sanitario bueno.

En definitiva, el viñedo alavés, aunque sano en lo fitopatológico, está acusando severamente la falta de agua y las altas temperaturas, lo que se manifiesta hasta el momento en el pobre crecimiento del grano y la ralentización de la evolución del ciclo vegetativo. Estamos todos a la espera de que la situación meteorológica se normalice, se rebajen las cifras de los termómetros y que se produzca alguna lluvia que pueda paliar las necesidades para que engorden los granos y el ciclo del viñedo pueda proseguir favorablemente hacía el envero y la maduración. Durante estos días los viticultores se afanan en la eliminación de las malas hierbas y de la vegetación adventicia, levantando o segando cubiertas vegetales, regando donde hay disponibilidad de agua y, pronto, si los calores son los normales de julio e inicios de agosto y persiste la sequía, los viticultores tendrán que plantearse empezar a realizar tareas de aclareo para quitar racimos y que los que queden puedan madurar y desarrollarse en buenas condiciones.

Con la actual ola de calor, a la vista del estado del viñedo y con las condiciones que se anuncian, lo mismo en Rioja Alavesa que en el Valle de Ayala, los rendimientos pueden verse reducidos. Habiendo viñas que tienen un buen número de racimos, se espera poder alcanzar los rendimientos máximos amparados para esta campaña por el Consejo Regulador de la DOC Rioja (95% en tintas y 100% en blancas), y los límites usuales (100%) en la DO Arabako Txakolina. Con todo, son dos meses más o menos los que quedan hasta la vendimia y como siempre la meteorología será lo que determine el resultado final. La viña nos demuestra cada día que es un cultivo especialmente resiliente que es capaz de superar condiciones francamente hostiles si el manejo es adecuado, y estamos ante viticultores realmente profesionales.