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DOCUMENTAL | 'Las huellas de la niebla', la tragedia que sacudió Vitoria el 26 de julio de 1974
'Las huellas de la niebla' es el título del documental realizado desde la red comunitaria de El Pilar que recoge el testimonio de vecinos y vecinas que relatan lo sucedido la madrugada del 26 de julio de 1974.
El trágico accidente entre dos camiones cisternas en el que murieron 13 personas, marcó la memoria y la historia de una ciudad. 50 años después, el barrio de El Pilar y vecinos de distintas generaciones conmemoran una de las mayores tragedias de la historia reciente de Vitoria-Gasteiz.
Este viernes 26 de julio, cinco décadas después, se emite la pieza audiovisual que estará disponible en You Tube a partir de las 3: 45 horas de la madrugada, la hora exacta a la que se desató la tragedia.
Un relato sobrecogedor
A continuación reproducimos el texto del escritor Jesús Manuel Septien que el colectivo 945, impulsor del documental, utiliza para dar contexto a la presentación de la cinta.
"En la noche del veintiséis de julio de mil novecientos setenta y cuatro, la ciudad de Vitoria duerme después de una intensa jornada de fiesta. Unas horas antes, se han apagado los últimos fuegos artificiales en honor de la fiesta de Santiago, el Día del Blusa, preludio de la Blanca.
La bruma y el silencio envuelven el pueblo de Arriaga y los populares barrios de Zaramaga y El Pilar, recién nacido. De pronto, un fuerte estruendo rompe la quietud que precede al alba. Como luciérnagas, se encienden las luces de las casas aledañas a la Nacional Uno. ¿Qué ha ocurrido?
"El chofer que ha sobrevivido sabe que el gas de las cisternas es muy inflamable. Grita a los vecinos asomados a los balcones que cierren todas las ventanas de sus casas"
En un semáforo, se ha producido una colisión entre dos camiones. No es un accidente cualquiera: ambos vehículos transportan cisternas llenas de gas, parece que propano. En una de ellas se ha abierto una grieta y comienza a producirse un escape. Alguien contó que se oía como el aire a presión saliendo de una espita, un volcán a punto de explotar.
El conductor del camión que ha provocado el impacto pierde la vida en el acto. El chofer que ha sobrevivido sabe que el gas de las cisternas es muy inflamable y que en contacto con el aire es muy peligroso. Grita a los vecinos asomados a los balcones que cierren todas las ventanas de sus casas.
"Él no es consciente en ese momento, pero ese gesto salvará muchas vidas. Un héroe con nombre y apellidos: Francisco Aguilar, natural de Málaga"
Mientras no haya chispa, no hay reacción química. Aleja su camión del que le ha golpeado. Él no es consciente en ese momento, pero ese gesto salvará muchas vidas. Un héroe con nombre y apellidos: Francisco Aguilar, natural de Málaga y residente en Cenicero, La Rioja.
Mientras tanto, la penumbra se viste de una neblina blanca que empieza a deslizarse sobre el asfalto. Alguien contó que olía a azufre. Sería una ilusión, pues ese gas no huele, no se ve, y como un río invisible salido de su cauce, discurre con su lengua letal hasta un caserío cercano.
En su redil se guardan animales de granja, y bajo su techo se aloja una familia que se ha despertado asustada. También hay un granero donde se apretujan como pueden un puñado de jornaleros de origen extranjero. Más allá, en una chabola, un indigente sin nombre siente que la noche se mueve.
El gas escapa por el resquicio de la cisterna con una presión incontrolable. En la carretera, varios coches se han detenido al obstaculizarse su paso. Algunos van a Francia, turistas que vuelven.
En el primer vehículo, dos mujeres se sienten atrapadas y quieren salir de allí. El fluido indetectable llega al caserío. La conductora arranca el motor. La chispa provoca una atronadora explosión que provoca una lluvia de cascotes quedando sus moradores atrapados entre las ruinas de lo que era su casa de labranza.Toda Vitoria es arrancada de su sueño.
"Medio kilómetro a la redonda se convierte en un infierno. Se calienta el asfalto, arde la tierra. Llamaradas espontáneas a las que siguen pequeñas explosiones. Parece mentira, pero en el aire flotan nubes de fuego"
"En el aire flotan nubes de fuego"
Los vecinos, sorprendidos y asustados, se dan cuenta de que la detonación ha sido allí mismo, al lado de sus casas. Alguien desde un balcón comenta que puede ser otra bomba más de ETA. Pero esta vez el silencio posterior se llena de llamas y medio kilómetro a la redonda se convierte en un infierno. Se calienta el asfalto, arde la tierra. Llamaradas espontáneas a las que siguen pequeñas explosiones. Parece mentira, pero en el aire flotan nubes de fuego. Los cipreses del cementerio cercano de Santa Isabel se convierten en teas ardientes.
Las dos mujeres salen del coche como bolas en llamas. Al pisar el suelo abrasador, dejan la piel pegada al asfalto, dibujando sin querer huellas en la niebla. Desde algún balcón tiran batas para cubrir su desnudez, pero no pueden ocultar su miedo. El horror. Una de las dos perderá la vida. El número de víctimas es confuso: primero dos, luego cuatro, seis, ocho… trece.
La cifra de víctimas definitiva quedó diluida entre las numerosas secuelas de heridos. Los destrozos en coches, casas y propiedades fueron difíciles de evaluar, incalculables.
Era el 26 de julio de 1974, en los estertores del franquismo. Al amanecer, los trabajadores de camino a las fábricas se encontraron un paisaje de desolación y ruinas, y un penetrante olor a quemado, a gas y a muerte.
Al día siguiente, el nombre de Vitoria (entonces no se llamaba también Gasteiz) aparecía en los titulares de todos los periódicos estatales. "Dantesco" era el adjetivo más utilizado: gas propano, terrible explosión, más de una decena de muertos y numerosos heridos eran las palabras más citadas. La letra pequeña hablaba de los riesgos de los transportes peligrosos.
Tal vez, a partir de aquel accidente, se empezarían a tomar más precauciones para evitar riesgos. Cáritas en Vitoria fue la única institución que se interesó por el resarcimiento de las víctimas y la prevención de riesgos en el transporte por carretera de sustancias peligrosas. Su reclamación fue reprendida por el juez que llevó todo el proceso posterior.
En pocos días, la actualidad pasó de la página de sucesos a la del olvido. Había que poner sordina a este tipo de noticias.
Han pasado cincuenta años y las cosas han cambiado, pero conviene rescatar el pasado y extraer la lección de la experiencia. Es lo que ha hecho el vecindario del barrio vitoriano de El Pilar, para que no se borre la memoria de todas aquellas personas que vivieron un episodio que no se puede dejar en el olvido".
Sobre Pompa 945
Pompa945 es una propuesta comunitaria de regeneración artística del barrio El Pilar de Vitoria-Gasteiz, a través del arte urbano.
Un reciente estudio, afirma que «los equipamientos culturales y artísticos de un barrio inciden claramente en indicadores como la salud, la seguridad o la educación de sus habitantes. Incluso en los barrios más desfavorecidos económicamente. O mejor dicho, especialmente en ellos.»
Teniendo en cuenta que el arte por sí solo no basta para mejorar la vida de sus habitantes, Pompa945 pretende articularse junto a otros muchos elementos. Siendo sus habitantes (comercio y vecindario) la pieza clave los procesos creativos, que junto con diferentes artistas y colectivos de Vitoria, agentes comunitarios del barrio (colegios, parroquia, centro sociocultural de mayores, centro de salud, centro cívico, centro ocupacional,….) y con agentes de la ciudad (Escuela de Artes y Oficios, Saregune,…) articulen los diferentes creaciones artísticas. Convirtiendo así El Pilar en un referente del arte urbano, de la activación y la participación comunitaria.