Las emisiones de CO2 son una de las mayores preocupaciones para los gobiernos de los países europeos. La construcción de viviendas y el consumo energético son los responsables de más del 40% de dichas emisiones. El reciclaje es una necesidad tanto en el ámbito doméstico como en el industrial. Se ha hecho necesario buscar opciones ecológicas eficientes en todos los sectores, y en concreto en la construcción.
Íñigo y Julen Puncel, con más de veinte años de trayectoria en el sector de los materiales de construcción, son un referente en la bioindustria y en el sector de los aislamientos ecológicos. En su empresa Aislantes Aislanat, fabrican aislamiento ecológico de celulosa a partir de papel de periódico reciclado procedente en su mayor parte de Navarra y Euskadi. Nos encontramos ante un ejemplo de economía circular: utilizar materia prima de kilómetro cero, transformarla en un producto de altas prestaciones y a un precio más competitivo que el resto de aislantes.
La compañía navarra Aislanat transforma 2.000 toneladas de papel de periódico en celulosa cada año, con un crecimiento de entre un 10 y 12% anual. Es la única empresa del estado que transforma ejemplares de rotativos en aislante de celulosa para todo tipo de edificios. Esta trayectoria ha llevado a Aislanat ha ser galardonada con el Premio Sustainable Company, promovido por la Laboral Kutxa con la colaboración de la Cámara de Comercio “por su fomento de la sostenibilidad y la economía circular.
Edificios más eficientes energéticamente
Uno de los objetivos de Aislanat es que, a través del aislamiento de celulosa, se aumenten el número de hogares y edificios más ecológicos y más eficientes energéticamente, tanto en el parque de nuevos edificios, como en los ya existentes. Porque tan importante es buscar soluciones a construir mejor, como solucionar los problemas de eficiencia energética que presentan un gran parte de los edificios construidos, y cuyo consumo está afectando tanto a la propia rentabilidad de las empresas como a la estabilidad de los hogares.
La celulosa es actualmente el aislante más eficiente del mercado por varias razones: ahorra más del 50% en la factura de la luz o del gas; tiene un desfase térmico de entre 8 y 12 horas según el espesor (esto es el tiempo que tarda en transmitir la temperatura de un lado a otro de su grosor); aumenta el confort térmico y acústico del edificio o la vivienda; su vida útil es la misma que la de la vivienda y no necesita mantenimiento. Además su instalación es sencilla y no requiere de grandes obras.
Construcción Industrializada
Además, la celulosa es un material que por sus cualidades se adapta perfectamente a un proceso de construcción industrializada. En este sentido, Aislanat es distribuidora oficial para la península de maquinaria de insuflado X-Floc y después de formarse en Finlandia, Alemania, EEUU y otros países que cuentan con una larga trayectoria en el sector de la construcción industrializada, ofrecen su ‘know how’ para formar a las empresas que quieran industrializar sus procesos o bien quieren convertirse en expertos de la aplicación de celulosa.
La celulosa es un material que por sus cualidades se adapta perfectamente a un proceso de construcción industrializada
Con la industrialización de la celulosa, se realiza un aislamiento más rápido y eficiente, sin juntas y creando una capa continua. Una vez finalizado el proceso de construcción de la vivienda, al ser la celulosa un aislamiento de altas prestaciones, el consumo energético en climatización es mínimo.
"En una vivienda aislada con celulosa, que cumpla con los estándares de EECN o Passivhaus, se puede ahorrar hasta un 90% en climatización: calefacción y aire acondicionado”.
Por lo tanto, hay una menor emisión de CO2. Con este sistema es muy fácil llegar a una vivienda autosuficiente energéticamente hablando”, asegura Puncel. “En una vivienda aislada con celulosa, que cumpla con los estándares de EECN (Edificios de Energía Casi Nula) o Passivhaus, se puede ahorrar hasta un 90% en climatización: calefacción y aire acondicionado”. La clave de este ahorro reside en que “el aislante de celulosa permite mantener la temperatura de una vivienda entre diez y doce horas, un tiempo muy superior al que logran otros materiales”, advierte.