Los resultados electorales del Partido Popular en Catalunya mejoran la posición de la formación de Alberto Núñez Feijóo pero el líder de la oposición contradice la euforia de su sucursal, que dio por liquidado el procés independentista. Casi simultáneamente a que su candidato catalán certificara el fin de la pulsión soberanista, el presidente del PP la ha resucitado reclamando filas prietas en torno al discurso apocalíptico de la amenaza de ruptura. No parece probable que esta divergencia en el diagnóstico dentro del propio PP esté motivada por las encuestas del CIS que sitúan al PSOE por delante en intención de voto precisamente cuando se especula sobre una fractura abrupta de la legislatura española que condujera a elecciones generales en otoño. Lo que sí apunta es a negar a Pedro Sánchez el valor de haber apaciguado la tensión independentista, argumento que se arroga el presidente del Gobierno como un éxito de su estrategia de diálogo y ley de amnistía. La obstrucción constante de esta fórmula la materializa el PP en el Senado con el anticipado e inocuo rechazo a la norma, amparado por su mayoría absoluta. Pero ese tren llega a su destino: la Ley se aprobará en segunda lectura en el Congreso y su anunciado recurso al Tribunal Constitucional dormirá el asunto hasta su pronunciamiento. Así, la oposición frontal del PP requiere reabastecerse y la munición acumulada en torno al caso Koldo y el señalamiento de la esposa del presidente puede acabar siendo pólvora mojada. Núñez Feijóo necesita sostener el enervamiento de los ánimos en tanto sigue sin ofrecer un proyecto social, económico y territorial articulado que acredite solvencia y sostenibilidad para abrir espacios de consenso alternativos al enfoque ultranacionalista que comparte con la extrema derecha de Vox –con la que acaba de impedir el aprendizaje presencial del euskera en las escuelas de idiomas de Valencia–. El peor escenario para este PP es que el soberanismo sustituya la confrontación por el posibilismo para legitimar los derechos históricos del pueblo catalán; que desarrolle su autogobierno y lo proyecte al bienestar de la ciudadanía; que preserve los acuerdos mutuos con Sánchez y deje en evidencia que la insistencia en la unilateralidad es más útil para la agitación y propaganda de Núñez Feijóo que para los catalanes.
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