Las declaraciones efectuadas por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y por el primer ministro belga, Alexander de Croo, en su reciente visita a Israel y Egipto, en las que censuraban el elevado número de víctimas civiles que estaba causando entre la población de Gaza la represalia hebrea a los ataques terroristas de Hamás, ha provocado una inusitada crisis diplomática. Israel acusó a ambos mandatarios de dar “apoyo al terrorismo” y les acusó de hacer unas acusaciones “inaceptables y falsas” sobre la ofensiva que lleva a cabo el Ejército en Gaza. Es evidente que Israel encaja muy mal las críticas y ni siquiera tolera el cuestionamiento de sus acciones pese al apoyo general prestado por Europa en su conjunto y la unánime condena del terrorismo de Hamás. Por su parte, Sánchez –que a su vez es presidente de turno de la UE– pudo haber sido también más preciso en sus palabras, más oportuno en el momento elegido –a las puertas de la tregua– y más contundente en el rechazo a Hamás. Eso es diplomacia. Ello hubiese evitado la oportunista y provocadora respuesta de la organización islamista de agradecer al presidente español su “postura clara y audaz”. La denuncia de Sánchez no es muy diferente, tampoco, de la que realizó hace un mes el secretario general de la ONU, António Guterres, quien afirmó que los “terribles ataques” de Hamás no podrían justificar el “castigo colectivo del pueblo palestino” e incluso habló de “claras violaciones del derecho internacional humanitario”, lo que le valió que Israel exigiese su dimisión inmediata y la denegación de visados a representantes de Naciones Unidas. Son críticas avaladas por todas las organizaciones humanitarias que operan sobre el terreno en Gaza, y que incluso han sufrido duramente los bombardeos israelíes. El derecho a la defensa de Israel frente a acciones terroristas es legítimo, pero no puede amparar matanzas de civiles –incluidos miles de niños– y la conculcación del derecho internacional. Tampoco puede exigir el silencio de la comunidad internacional. La precaria tregua entre Israel y Hamás está mostrando las virtudes de la diplomacia y la negociación, aun bajo la amenaza de que una vez acabada, continuará su ofensiva “hasta la victoria”. Israel debería atender más a las prevenciones de sus aliados que a sus ansias de venganza.