el presidenciable imaginario y hoy mandamás del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reunió ayer con su socio preferente, Santiago Abascal como líder de Vox, para aparentar unos progresos para su investidura que la aritmética desmiente con precisión matemática. Porque Feijóo tiene un techo de 172 escaños y los cuatro que le faltan no los hallará en la travesía del desierto a la que le condenó el jefe del Estado dándole paso por delante de Pedro Sánchez. Y no conseguirá el aval de esos cuatro diputados precisamente por su arreglo con la extrema derecha, una línea roja para el resto del arco parlamentario con la salvedad de UPN y Coalición Canaria. Si la cita de ayer resultó estéril a los efectos de alcanzar la Moncloa sí fue productiva para Vox, pues le brindó otro escenario para legitimarse y además por partida doble: enfatizando primero la cogobernanza con el PP de cinco comunidades tras el pacto en Murcia y naturalizando su discurso de rasgos xenófobos, misóginos y homófobos, además de abolicionista del Estado de las Autonomías en añoranza de la España Una franquista. Justo aquí radica el mayúsculo cinismo de Feijóo cuando censura las eventuales negociaciones del PSOE y Sumar con el nacionalismo periférico para garantizar la gobernabilidad de este Estado compuesto avanzando en la observancia de su diversidad, esas especificidades básicamente vasca y catalana que el PP ignora cuando no conculca. Aproximándose ya Feijóo al callejón sin salida de su investidura imposible, es hora de exigir con firmeza a todos los actores de la gobernanza progresista y plural siquiera probable una conversación multipartita posibilista, aunque a Sánchez le corresponde la mayor cuota de responsabilidad. También sobre los derechos nacionales dentro de la legalidad vigente en este momento como propone el lehendakari Urkullu con su planteamiento de convención constitucional en el Congreso, en un ejercicio de pragmatismo que Feijóo se ha apresurado a rechazar y al que también está llamado Junts y en particular Puigdemont, descartando órdagos unilaterales más allá de la petición de amnistía. A la alianza estructural PP-Vox visualizada en el paripé derechoso de ayer no se le puede regalar bajo ningún pretexto la más mínima oportunidad de gobernar en comandita el Estado español, repetición electoral mediante.
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