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Editorial

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El verano más político

el verano político está siendo especialmente caliente en todos los niveles. Mientras que en Navarra esta semana se marcaba un punto de partida importante para iniciar la tercera legislatura con claves progresistas tras un mes de julio y arranque de agosto trepidante que ha culminado con la elección de María Chivite como presidenta de un Gobierno de coalición plural, la elección de la Mesa del Congreso del jueves, que no garantiza la investidura pero sí es un símbolo y un síntoma de que puede ser posible, fue también no apta para políticos con problemas cardiacos y; finalmente, este puzle mira también hacia Europa, que no solo tiene pronto unas elecciones muy interesantes en la pugna en Bruselas entre la ultraderecha neoliberal global y la socialdemocracia, sino lecturas más cercanas, de ida y vuelta con Puigdemont también como actor ya para nada secundario. Todas las fuerzas políticas con implantación estatal están ya jugando en el mismo tablero. Y están jugando fuerte. Los partidos soberanistas catalanes, con su inmediata cita en la Diada, han adoptado por un modelo de exigencias inmediatas de “cobrar por adelantado” más que de “cheques en blanco”, pero en el fondo lo que empieza a ser una constante en todos esos ámbitos de decisión es que esta imponiéndose el valor de la negociación, el diálogo y el acuerdo entre diferentes como instrumento político. Negociar para avanzar y lograr acuerdos plurales y amplios que beneficien a la sociedad. Y al mismo tiempo consolidar la política como una vía para frenar retrocesos sociales y de derechos además de hacer posibles cuestiones que parecían imposibles. Entre ellas la presencia de las lenguas cooficiales en la vida pública institucional, pero también poder abrir el melón de la financiación autonómica y el propio modelo territorial con la periferia en primer término como sujeto político para dialogar con un gobierno que debe entender esta pluralidad. Los grandes fracasados por el momento son las fuerzas de derecha (UPN se ha quedado totalmente descolado tanto en Navarra como en Madrid) y ultraderecha, sumidas en su propio caldo de cultivo tras un intento de asalto al poder fallido y que les va a obligar a recolocarse. De momento se ha conseguido frenar una corriente amenazante. Ahora urge seguir cimentando ese cambio plural basado en la convivencia.