na vez aprobado el decreto de medidas anticrisis en el Congreso de los Diputados no es momento de pasar página sin leer correctamente lo que ha quedado escrito en la mayor crisis de solvencia del Ejecutivo de Pedro Sánchez. En primer lugar, porque no ha quedado resuelto el principal motivo de esa insolvencia: la clarificación y la asunción de responsabilidades por el escandaloso uso de medios de espionaje digital contra decenas de ciudadanos y cargos públicos. La gravedad y la frivolidad en términos de cualificación democrática de asumir como legítimas y naturales esas prácticas en sede parlamentaria ha desacreditado a la ministra de Defensa y, con ella, a quien no la ha siquiera reconvenido públicamente. En segundo lugar, porque la iniciativa del Gobierno se ha salvado por la responsabilidad de quienes han sabido separar sus estrategias políticas propias de las necesidades colectivas y ha superpuesto las segundas. Ahí han estado los grupos vascos, con el del PNV abanderando esa postura de coherencia con el bienestar general desde el principio y con EH Bildu, in extremis, adhiriéndose a la línea de acción trazada por los jeltzales. Su decisión deja en evidencia a quienes han decidido no secundar los mismos principios de servicio público y responsabilidad política y han preferido supeditarlos a otras prioridades políticas. Ahí se han situado Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Partido Popular (PP) que en la práctica, han reducido a un mecanismo instrumental de su pulso con el Gobierno del Estado las medidas de sostenibilidad económica de las rentas más bajas mediante un refuerzo del Ingreso Mínimo Vital, o la congelación de la fiscalidad reducida en la factura de la luz, la viabilidad del sector del transporte con la rebaja del precio de los carburantes y el paquete de ayudas a los refugiados víctimas de la invasión de Ucrania. Mención especial merece la actitud del PP, dispuesto a secundar las medidas no por sí mismas sino en tanto se le diera un triunfo en su campaña por la rebaja fiscal, iniciativa que objetivamente reduce el margen de financiación de todas las medidas anteriores. En esta tesitura, Sánchez afronta el final de la legislatura con su fiabilidad como socio en cuestión después de flirtear con la derecha como alternativa a quienes propiciaron su investidura. No debe olvidar quién ha sido leal al bienestar de la ciudadanía y quién no.
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