l homenaje celebrado ayer en Derio por parte del Gobierno vasco y el Instituto Gogora a 2.194 personas impunemente fusiladas durante la guerra civil y la posguerra salda una deuda con las víctimas asesinadas por el bando alzado en armas contra la República y el franquismo, a las que se brinda el reconocimiento de la sociedad vasca y se les restituye la dignidad que jamás les debió haber sido arrebatada. El acto, presidido por el lehendakari, es un paso más, junto a otros que se vienen celebrando en los últimos meses, en recuerdo a diferentes víctimas y en la profundización de la memoria democrática. Las personas ejecutadas en este periodo -que va desde 1936 a 1945- “defendieron una causa justa: la libertad, la defensa de su país y su autogobierno, la justicia social, los principios y los valores democráticos”, según afirmó Iñigo Urkullu. Los testimonios aportados durante el homenaje por algunos de los integrantes de las cerca de 300 familias de las víctimas asistentes al acto dan cuenta del profundo dolor, el silencio y la soledad en la que se han vivido estos crímenes y la impunidad absoluta de quienes los cometieron. He ahí la importancia de derribar el muro de silencio y olvido de más de cuarenta años, de conocer la verdad de todo lo sucedido y la necesidad también de reconocer su sacrificio y restituir su dignidad como personas. El ejemplo de la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, que ha visitado Euskadi dando cuenta de su sufrimiento pero también de su incansable lucha por los derechos humanos, es sin duda un modelo de memoria viva democrática. El homenaje de ayer -realizado en un contexto de especial emotividad ante el paralelismo por el drama humano que se vive en Ucrania- viene precedido de algunos hechos que contrastan con este espíritu de memoria y reconocimiento de todas las víctimas, como la negativa del PSOE, junto a PP, Vox y Ciudadanos, a investigar en el Congreso de los Diputados los crímenes del franquismo, como los del 3 de Marzo en Gasteiz o, en el extremo contrario, el atentado contra una cruz de recuerdo a personas acusadas de franquistas, asesinadas en el barco prisión Cabo Quilates. La memoria democrática debe ser necesariamente unívoca, integral y restitutoria de la dignidad de todas las víctimas asesinadas bajo la impunidad y la barbarie de cualquier signo.