a guerra en Ucrania tras la ilegal y brutal invasión rusa está consiguiendo mover algunos de los principios que parecían inflexiblemente anclados al ADN de la Unión Europea. Las duras sanciones a Rusia y la persecución de los oligarcas que financian sus dislates, la política de abierta acogida a los refugiados ucranianos, incluso el envío de armas -un verdadero tabú en el seno de la Unión- han sido decisiones ex novo acordes a la gravedad de la situación de la guerra. Ayer mismo, la cumbre de líderes de la UE acordó también un fondo fiduciario para apoyar la reconstrucción de Ucrania. La cita de los 27 en Bruselas trajo, además, un acuerdo inédito en todos los sentidos respecto a uno de los impacto que está teniendo la crisis derivada a su vez de la guerra, como es el inasumible e imparable aumento de los precios de la energía, que está generando graves problemas en toda Europa, pero de modo muy especial en el Estado español. Tras más de nueve horas y media de reunión, los líderes europeos acordaron un “trato especial” a España y Portugal para que ambos países puedan gestionar sus propias medidas de manera excepcional y temporal con el objetivo de reducir el encarecimiento de la electricidad. Este tratamiento especial a lo que se ha venido denominando “isla energética” y que permitiría a los gobiernos de Pedro Sánchez y António Costa intervenir para fijar un límite al precio de la energía, siquiera de manera transitoria, rompiendo la hasta ahora férrea política de la UE de mantener un único mercado europeo de la electricidad. La cuestión, que puede aliviar la situación de tensión que se vive ante el incremento de precios -el fin de la huelga en el transporte es otra derivada positiva en ese sentido- ha suscitado un intenso debate en el seno de los estados miembro, con posturas maximalistas. La evidencia, sin embargo, de que la península tiene características diferenciadas -las interconexiones de su mercado energético con el europeo no llegan al 3%- ha terminado por imponerse. Se trata de una medida de urgencia ante una situación que empezaba a ser crítica. Más allá del indudable éxito de Sánchez al lograr imponer su propuesta, Europa ha sido sensible y se ha mostrado flexible. Ahora, el Gobierno español debe tomar las medidas adecuadas y con urgencia para que esta histórica decisión surta los efectos deseados.
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