l impacto social y económico derivado de la guerra en Ucrania se está haciendo notar con fuerza en todo el tejido empresarial vasco, con especial incidencia en los sectores clave. El conflicto bélico ha terminado por reventar las costuras de las medidas que se estaban adoptando en toda Europa para paliar los efectos de la larga pandemia y avanzar en la recuperación. Los problemas sistémicos, como el de la energía, se han agravado ante la fuerte dependencia del gas ruso, produciendo un efecto en cadena que amenaza muy seriamente a toda la economía. Los costes energéticos y de materias primas son ya insostenibles tanto para los consumidores, en especial para las familias más vulnerables, como para las empresas. A esta situación ya de por sí complicada se ha unido la huelga del transporte que está haciendo mella también en toda la cadena de suministros, ya de por sí muy tensionada. Ante esta situación, la patronal vasca Confebask ha dado la voz de alarma y ha advertido de que esta coyuntura está amenazando de manera seria a la viabilidad de todos los sectores de actividad y, con ello, a la economía en general. La situación es grave y todos los gobiernos son conscientes de ello. El gran dilema es que todas estas dificultades se producen de manera encadenada, de manera que el déficit de energía y su encarecimiento están repercutiendo muy directamente en los combustibles, las materias primas y en los suministros estratégicos. El paro de los transportistas debido a la carestía del gasóil -más allá del debate abierto por el propio Gobierno español sobre el supuesto liderazgo o capitalización de la protesta por parte de la extrema derecha- ha venido a agravar la situación de falta de suministros o los traslados de productos, poniendo a las industrias y otros sectores como la ganadería o la alimentación en serio riesgo de viabilidad. Esta eventualidad tendría un impacto muy directo en el empleo y en la recuperación económica. Es urgente, por tanto, dar solución a un problema que se está revelando como inasumible. El límite en el precio de la luz a 180 eruos el MW/h propuesto por el Gobierno español y la dilación en el tiempo de otras medidas de contención de precios carecen de la profundidad, contundencia y urgencia necesarias para ser efectivas. Es necesario liderazgo, audacia, ideas realmente viables y capacidad para llevarlas a cabo sin más demora.