na semana después de la toma del poder por parte de los talibanes, Afganistán continúa sumido en el caos y la incertidumbre. Mientras la milicia islamista va dando muestras cada vez más patentes de que su presunta moderación no es tal, miles de personas permanecen en los alrededores del aeropuerto de Kabul con la esperanza de poder subirse a un avión y huir del país pese a los obstáculos y la brutalidad de los talibanes, que tratan de obstaculizar las evacuaciones. La crisis humanitaria es ya un hecho y Unicef ha alertado de que cerca de diez millones de niños necesitan ayuda para subsistir en el país. Las contadas evacuaciones realizadas -principalmente, de personal que ha trabajado para las fuerzas aliadas y sus familias, aunque también de algunos ciudadanos afganos- revelan el drama que está sufriendo el país y poniendo de relieve, una vez más, la necesidad de que Europa cuente con protocolos reales y coordinados, estructura, redes, sistemas y equipamientos de acogida de refugiados así como de recursos institucionales humanos y materiales para llevar a cabo esta trascendental labor. En Euskadi, la dramática peripecia de la deportista paralímpica y activista Nilofar Bayat, que se encuentra ya a salvo viviendo en Bilbao con su marido tras la oferta realizada por el equipo de baloncesto en silla de ruedas Bidaideak, ha puesto el foco mediático en un caso concreto que tiene la virtud de dar visibilidad a miles de familias que buscan refugio entre nosotros. De hecho, en la CAV viven ya nueve personas que han huido de Afganistán, mientras en Nafarroa son ocho, todas de la misma familia. Euskadi sigue siendo tierra de acogida y el agradecido testimonio de Bayat es solo una prueba de ello. Pero, obviamente, no es suficiente. La crisis humanitaria de Afganistán -se calcula que cerca de 30.000 afganos han abandonado a diario el país en los últimos quince días-, que se une a otras también crónicas -Camerún, Etiopía, Sahel, rohingyas, Sahel, Siria, Somalia, Centroamérica...- precisa de respuestas también humanitarias a nivel global más allá de las sangrantes e inoperativas cuotas del pasado. Euskadi y su ciudadanía debe estar dispuesta y preparada para la ayuda necesaria y para una acogida solidaria, humana y responsable a todos los refugiados que lleguen, y hacer realidad el llamamiento de Nilofar Bayat de “no dejar solo” a Afganistán y su pueblo.
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