as próximas elecciones autonómicas a la Comunidad de Madrid sitúan al PP en el escenario de pacto con los ultras de Vox, una suma que podría funcionar en la escena madrileña aunque no así en el resto del Estado, donde se verían lastradas las opciones de Pablo Casado para las próximas elecciones generales de 2023, final de la legislatura del Gobierno de coalición que, según Sánchez, aguantará sin Iglesias hasta la fecha marcada oficialmente aunque todo podría estar en manos de los resultados que arrojen las elecciones madrileñas del 4-M. La estrategia centrista de Casado, escenificada en la moción de censura de Abascal a Sánchez, se ha visto dinamitada por el adelanto electoral de Madrid y donde Vox se atribuye parte de las políticas de la presidenta Díaz Ayuso desdibujando la estrategia de Casado explicitada con contundencia hace cuando meses en el Congreso en el debate de la moción de censura y que pareció dibujar el golpe de timón del PP. Un cambio de estrategia que podría sortearse con una mayoría absoluta del PP que no parece factible -la última encuesta del CIS publicada ayer, que intensifica la batalla con un empate a 68 escaños entre izquierda y derecha y con dudas sobre su rigor en la adjudicación de escaños, refuerza esta posibilidad- necesitando los votos de Vox que sigue sosteniendo además a los populares en Andalucía y Murcia. No obstante, la entente entre populares y ultras en el epicentro del Estado no parece extrapolable a las generales con una mayoría de 176 escaños y la posibilidad de que Sánchez renueve sus compromisos con los partidos de la moción de censura a Rajoy. La victoria de Ayuso y sus posibles socios no hacen sino ahondar la brecha de Casado respecto a mejores posiciones ya que el pacto en Madrid alejaría al PP de sus opciones en el resto del Estado. Con todo, se dibuja otra opción y es que el perfil de Ayuso refuerza su base en hacer todo lo contrario que frenar el avance de Vox desde el centro asumiendo su argumentario al punto de atraer a sus votantes, fagocitando así al electorado y a la vez el liderazgo de su partido en todo el Estado con las elecciones generales en el horizonte. En cualquiera de los casos, Casado no parece tener muchas más opciones que salir perdiendo a pesar de la victoria de su actual mayor activo político.