La oficializacion por el Euzkadi Buru Batzar de EAJ-PNV de la propuesta para la candidatura a lehendakari de Iñigo Urkullu, que deberá ser refrendada el 7 de marzo por la Asamblea Nacional, competente en dicha designación tras consulta a las bases según los artículos 40 y 51 de los Estatutos Nacionales aprobados en la Asamblea Nacional Extraordinaria del PNV de hace tres años, en enero de 2016, inicia el recorrido interno del proceso de diseño de listas y elaboración de la estrategia electoral jeltzales de cara a la renovación en las urnas del Parlamento Vasco tras la XI legislatura. Y en ese sentido la esperada disposición de Urkullu a la propuesta de designación permite al PNV dar continuidad a unas formas de hacer que responden perfectamente a la idiosincrasia de Euskadi, como muestran sus triunfos electorales previos, en 2012 y 2016, y ofrecer la imagen de estabilidad y resultados en la gestión que pretende la sociedad, también en cuanto a la salvaguarda y profundización de un autogobierno que la ciudadanía vasca entiende clave para su bienestar. Que Urkullu es hoy un activo político sin comparación en Euskadi -y seguramente incluso a nivel de Estado- viene refrendado hasta por los baldíos intentos de ambos lados de la oposición -EH Bildu y PP- para buscar resquicios en la credibilidad del séptimo lehendakari, quinto desde la primera legislatura del actual Parlamento Vasco, ante la dificultad que hallan para cuestionar su gestión y talante. Este último aspecto, el sobrio carácter personal que impregna su actividad, ofrece además un contraste inusitado frente a urgencias partidarias que por interés se pretenden trasladar a la sociedad vasca y sobre todo con las formas alborotadoras de hacer política que agitan el disparate en los últimos tiempos y que se antojan absolutamente opuestas a la prudencia necesaria para administrar la responsabilidad encomendada por la sociedad a sus representantes institucionales, también para encauzar la solución a sus problemas, necesidades o reivindicaciones mediante la negociación y el diálogo. Con el inicio del proceso de la designación de Urkullu, se da continuidad a un modelo que da resultados al PNV (electorales) y a la sociedad (bienestar y servicios) y que ofrece consistencia y equilibrio de cara a una próxima legislatura que debe ser clave en el desarrollo socioeconómico y la configuración política de Euskadi.
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