Respecto a la nueva añada, y aunque aún no se tienen todos los datos de la uva recepcionada en bodega, los tres territorios auguran un descenso generalizado de la producción, tras un año en la que la climatología no ha dado tregua. “En primavera hubo mucho pedrisco, y en verano costó salir el sol y cuando lo hizo fue muy radical. El resultado es la suma de muchos factores, pero estimamos que vamos a tener más demanda que oferta”, resumía Zendoia, por lo que respecta al área guipuzcoana.

Izaskun Zendoia, directora de la Bodega Katxina de Orio de la DO Getariako Txakolina Jorge Muñoz

“Hay que tener los ojos bien abiertos para mantenernos en barra y machacar a tu público objetivo con lo mejor que tengas”

Izaskun Zendoia - Directora de la Bodega Katxina de Orio de la DO Getariako Txakolina

En Bizkaia, la situación fue calificada por Suárez como “un viaje en Dragon Khan”, por aquello de que “primavera parecía verano, y que ya no sabemos ni en qué estación estamos”, que les ha llevado a realizar una vendimia larga y no compacta, que les ha tenido en tensión continua por la necesidad de extremar la vigilancia en torno a la maduración del grano. “Prevemos una merma productiva de en torno a un 15%. Eso sí, la uva que ha entrado es muy buena y esperamos una añada heavy”.

"Prevemos una merma productiva de en torno a un 15%. Eso sí, la uva que ha entrado es muy buena y esperamos una añada heavy”

En Álava la cosa se agrava pues, en estos momentos, estiman la caída “en un 40%, de 750.000 a 470.000 kilos”, según apuntó el presidente de Arabako Txakolina, que tildó el año de “muy malo ya que, dejando a parte las heladas de primavera endémicas de esta zona, se han sufrido innumerables tormentas, con un verano muy húmedo y temperaturas altísimas. Es decir, el caldo de cultivo idóneo para enfermedades como el mildiu o la botritis”, aclaró.

No en vano, la Denominación de Origen alavesa se ha visto obligada esta campaña a adelantar en casi 20 días la vendimia, en un intento de mantener los altos los niveles de calidad, en detrimento de la cantidad. “Es curioso, hace 30 años llegamos a tener que estirar la vendimia hasta noviembre, para lograr alcanzar la maduración idónea, y ahora nos pasa todo lo contrario, teniendo que adelantarla a septiembre, y estar muy vigilantes para no irnos de grado”, apuntó Álava, añadiendo otra pieza al tablero: la de si el cambio climático, para el sector txakolinero vasco, es una amenaza o una fortaleza, porque “si bien nos esta trayendo nuevos fenómenos atmosféricos con los que lidiar, nos están suponiendo una ventaja a la hora de lograr la maduración óptima de la hondarribi zuri”, señaló en referencia a la especie de uva principal en la elaboración de cualquier txakoli blanco clásico.

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“Si bien nos esta trayendo nuevos fenómenos atmosféricos con los que lidiar, nos están suponiendo una ventaja a la hora de lograr la maduración óptima de la hondarribi zuri”

Desde Bizkaia, Suárez lo corroboró: “es una oportunidad, sin duda, porque nos abre el abanico productivo”. Y es que ya son pocas las bodegas, por no decir ninguna, que se dedican en exclusiva a elaborar aquellos caldos básicos de año, y han diversificado sus catálogos hasta posibilidades antes impensables que van de fermentaciones en barrica y huevos de hormigón o vinos de guarda, más cercanos al concepto de crianza o reserva, pasando por ojos de gallo (rosados), tintos, vendimias tardías (dulces) o espumosos y ancestrales, hasta un largo etcétera de bebidas espirituosas tales como cerveza, vermut, orujo o ginebras, que llevan de componente base el txakoli. .