En las últimas semanas, el mercado laboral de Estados Unidos se ha visto sacudido por varios anuncios de despidos en el sector de las grandes tecnológicas. Meta, el grupo propietario de Facebook, Instagram y WhatsApp, va a reducir su plantilla mundial en 11.000 empleados; Amazon planea deshacerse de otros 10.000 trabajadores; y Twitter concentra buena parte de la atención de los analistas por su plan de salidas (casi 4.000), las renuncias de muchos trabajadores y el debate acerca de si va convertirse en una red social de pago, lo que le conferiría un carácter muy distinto al que ha tenido hasta ahora.

Álex Rayón, vicerrector de Relaciones Internacionales y Transformación Digital de la Universidad de Deusto, habla de una “sobrecontratación” en estas empresas en los últimos años. Para comprender lo que está ocurriendo, hay que fijarse en la dimensión que habían alcanzado estas firmas. Concebidas con un único propósito empresarial (redes sociales, comercio electrónico o plataformas audiovisuales en el caso de Netflix, que también está aligerando plantillas), la evolución de la economía y las necesidades surgidas de los nuevos hábitos de consumo las animó a diversificar sus líneas de negocio, abriéndose a campos como la gestión de publicidad, la verificación de contenidos o la creación de nuevos productos narrativos.

Estas compañías “han querido hacer de todo”, pero “se han visto obligadas a dar marcha atrás y centrarse en su idea inicial”, explica Rayón. “Están quitando trabajadores relacionados con todo tipo de actividades que no responden a su tarea nuclear, la originaria. Los negocios paralelos estaban asociados a servicios periféricos, de prestación de ayuda, pero ahora han tenido que cortarlos”, añade este ingeniero informático, director de Deusto BigData. La pandemia creó un contexto que ayudó a impulsar esos negocios, pero que paulatinamente se ha ido diluyendo, según las sociedades iban recuperando su normalidad cotidiana. Los recortes en el empleo van en esa línea, siendo los trabajadores más afectados por las últimas decisiones los que desarrollan su labor en esos campos. “Las empresas se quedan con los que ficharon al comienzo: ingenieros, programadores, desarrolladores...”, explica Álex Rayón.

ATENCIÓN FRAGMENTADA Con los confinamientos y las restricciones, los dispositivos electrónicos e Internet se convirtieron en el gran espacio de distracción. Las pantallas reemplazaron a las plazas, los bares y los comercios como punto de encuentro. Un momento muy bien aprovechado por todo este espectro empresarial, que vio crecer su actividad (y rentabilidad) en esos meses de 2020. Era lo que Rayón denomina “regresión lineal”. “Los directivos pensaron que estos hábitos iban a permanecer, pero esas conductas han cambiado y la atención de la gente está ahora muy fragmentada”, destaca. En el último año se han recuperado muchas costumbres de ocio prepandémicas, como los viajes, los festivales culturales o la restauración, lo que ha recortado el crecimiento de las big-tech. 

Por otra parte, alude el experto, está la delicada situación económica a nivel global, en la que la inflación está retrayendo de forma severa el consumo. Esto afecta claramente a Amazon, dedicada al comercio electrónico, pero también a Twitter y algunos servicios de Meta. Buena parte de los ingresos de estas firmas provienen, al igual que en el caso de Google, de la publicidad, un sector en el que la inversión está cayendo como consecuencia del actual parón. En este sentido, y dada la posición privilegiada de estos actores en el mercado global para observar las tendencias del futuro más inmediato, sus movimientos de adelgazamiento de plantillas pueden ser el anticipo de que la actual desaceleración económica que viven Estados Unidos y Europa puede agravarse en 2023. En esto, como en otros aspectos, la inflación energética asociada a la guerra de Ucrania es el factor más determinante.

Además, como aduce Rayón, en estas decisiones opera un fuerte componente de imagen. Las grandes tecnológicas cotizan en la Bolsa de Nueva York, un reducto en el que siempre se juega a lo grande. Por eso, cuando la situación invita a ello, lanzan proyectos, con nuevas contrataciones, para no quedarse atrás con respecto a la competencia. Pero, por otra parte, cuando vienen mal dadas, se apuntan a los despidos masivos, ya que, como indica Rayón, “se preguntan: si las demás empresas despiden, ¿por qué no lo vamos a hacer nosotros también?”.

Los planes internacionales de contratación de las tecnológicas quedan ahora en suspenso, tanto en Estados Unidos como en Europa, donde la incapacidad para crear un sector tecnológico capaz de plantar cara a las multinacionales norteamericanas hace perder a los países de la UE un segmento de negocio e influencia. Pero la crisis es global. En China, multinacionales como Aliaba y Tencent reducen plantillas ante la ralentización de la economía.