- “En un momento en el que los problemas derivados de la pandemia empezaban a estar encauzados y que la confianza volvía a los agentes económicos, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha trastocado totalmente el escenario para el periodo 2022-2023 en todo el mundo”, reconoció ayer el consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, durante la comparecencia tras el Consejo de Gobierno. En Euskadi, ese efecto dominó se traduce en una rebaja de 2,2 puntos de la previsión de crecimiento para este año.

Si hace dos semanas, el lehendakari, Iñigo Urkullu, hablaba de “economía de guerra” y de “tiempos duros”, ayer, Azpiazu puso cifras a la situación: el Gobierno Vasco prevé un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 4,5% para 2022, lejos del 6,7% que preveía hace unos meses. Además, espera una tasa de paro del 9,5% y la creación de 16.600 empleos -los datos anteriores a esta revisión apuntaban a una tasa del 9,2%-. Para 2023, Azpiazu pronosticó un crecimiento del 4,1% y una tasa de desempleo del 9,1% con la creación de 8.000 puestos de trabajo. “La duración del conflicto y la respuesta que se dé desde Europa en materia fiscal y monetaria definirán la evolución de nuestra economía en los próximos trimestres”, avanzó el consejero.

A pesar de ello, Azpiazu llamó a la calma: “No estamos en crisis. Estamos creciendo al 4,5%. Es un crecimientos sólido y ya nos habría gustado hace unos años. Es un crecimiento importante. Lo que se ha producido es que lo previsible va a ser inferior. En ese sentido es una mala noticia económica, pero la economía sigue creciendo, con la consecuente generación de empleo. Es una ralentización o una demora en el crecimiento”.

El consejero explicó que la economía vasca está viendo ya los efectos de la guerra de Ucrania y subrayó que la consecuencia más inmediata ha sido “la elevación rápida de los precios de los componente energéticos”, ya que se han disparado los precios del petróleo, el gas y la electricidad, “lo que afecta a empresas vascas que hacen un uso intensivo de la energía”. “Podemos mencionar el transporte, las metalurgias, las acerías, la pesca y la fabricación de papel. Algunas de ellas han interrumpido su actividad en marzo por no poder asumir la subida del precio y se requieren medidas inmediatas para evitar males mayores”, expuso.

Otro impacto, continuó, está relacionado con la escasez de materias primas y metales industriales, de los que Rusia es una exportador de referencia. Este es el caso del níquel y del paladio. “Sin olvidar que Ucrania suministra cereales a buena parte de Europa y África”, por lo que “quedarán afectadas las manufacturas y la industria agroalimentaria”, advirtió Azpiazu. “La incertidumbre se está extendiendo entre los agentes económicos y la prudencia anima a contener el gasto. En el caso de las familias, la inflación resta poder adquisitivo, por lo que el consumo privado se verá mermado. En el caso de las empresas, sus socios comerciales reducirán la demanda por esa incertidumbre, a la que habrá que sumar las tensiones que volverán a aparecer en las cadenas de suministro”, apuntó.

En este sentido, Azpiazu augura que “el saldo comercial puede ser ligeramente negativo este año y positivo, aunque pequeño, el próximo”. Asimismo, las previsiones actuales reducen la estimación de consumo privado desde el 6,6% del escenario de diciembre al 4,8% actual.

En cuanto a la oferta, el empeoramiento del escenario se extiende a todos los sectores principales. Destaca por encima del resto la industria, que pasa del anterior 6,6% al actual incremento del 3,9%. “En principio, esta será la actividad productiva que más acuse la dificultad del momento, pero también el resto se verá afectado”, auguró.

Crecimiento. Si el pasado diciembre, el Gobierno Vasco preveía un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 6,7%, ahora rebaja esas previsiones al 4,5% por las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania.

Paro. Además, se espera una tasa de paro del 9,5% para este año y la creación de 16.600 empleos -los datos anteriores a esta revisión apuntaban a una tasa del 9,2%-.

Inflación. La inflación es una de las consecuencias más visibles de la guerra en el Este de Europa. Según el consejero Pedro Azpiazu, “se espera que el deflactor del PIB suba hasta el 4,2% este año en media anual, si bien el próximo se irá moderando hasta un final de año por debajo del 2%”. La subida de los precios, explicó, hará que el PIB nominal se incremente un 8,8% en 2022, mientras que en 2023, la subida prevista será del 6,5%.