Aunque no ha sido la única vez que lo han intentado, sí la única que lograron, mediante la estafa del hombre del medio, hacerse con una importante cantidad de dinero de una factura cursada por al empresa Guifor, de Usurbil.

En su caso todo ocurrió en torno al mes de noviembre de 2018. Guifor, que trabaja con algunos clientes a los que compra la maquinaria usada y vende maquinaria nueva, realizó el abono de una factura de 172.000 euros al número de cuenta que el cliente, en este caso vendedor, supuestamente había especificado en el correo. "Desde Administración se dio todo por pagado", explica Aritz García.

Pasaron los días y el cliente llamó a la empresa para saber del pago, momento este en el que se desveló la estafa: la cuenta a la que se había hecho el abono, del que se disponía del correspondiente justificante de pago, no era la del cliente sino otra y en otra entidad.

Desde Guifor se procedió con toda la celeridad posible y, casi a la hora de cierre de "un día víspera de festivo", se comenzó a seguir la pista de de toda la transacción. "Comprobamos de dónde era la cuenta y por el número de oficina supimos que era de Barcelona. Nos dimos cuenta de que ocurría algo extraño y por medio de una persona conocida se pudo comprobar que estaba a nombre de una chica desconocida".

Con alguna ayuda consiguieron bloquear la cuenta, donde quedaban 23.000 euros de los 172.000 euros abonados. "En tres o cuatro días había transferido más de 140.000 euros a otras personas".

"La cuenta se había abierto dos meses antes, no tenía ningún ingreso y solo este cobro", explica García para ilustrar su malestar porque la entidad bancaria, tomando en cuenta estas circunstancias, hubiera permitido hacer transferencias desde dicha cuenta por un importe muy alto, hasta 60.000 euros por operación, sin cortafuegos.

"Me enteré que la chica a cuyo nombre estaba la cuenta acudió a la sucursal para pedir que se le desbloqueara. Desde la oficina llamaron a la sucursal que había dado la orden de bloqueo. Se les explicó los motivos y la chica no consiguió desbloquearla. Se marchó y nunca más se supo", apunta.

"Fui a poner la denuncia y me encontré que entonces había un gran desconocimiento de lo que ocurría. Yo fui allí con todos las pruebas. Todo pasó al Juzgado", añade. A partir de ese momento pone el caso en manos de unos abogados que solicitan ciertas medidas cautelares.

"Después de reclamar mucho al banco el juzgado ordena que se devuelva la cantidad que quedaba en la cuenta y eso ha sido lo que se ha podido recuperar", añade.

Por procedimiento judicial se exigió al banco "que aportara la documentación que tenía sobre la apertura de esa cuenta y se cita para que declare a la chica. Se mira también las cuentas de destino de los pagos que ella hizo desde la misma".

Pero, lamenta García, "ese es un rastro que se borra rápido y no se ha podido localizar a casi nadie de los que aparecen como beneficiarios, menos un caso o dos", apunta el representante de Guifor, que se muestra convencido de que "por la misma vía que se fue, va a ser imposible recuperar el dinero".

Responsabilidad del banco

García critica lo sencillo que resulta "el uso de la plataforma de un banco para hacer todos estos movimientos con una persona que ni abre la cuenta en una oficina y tiene habilitada una operativa para hacer transferencias por ese importe. Yo en mi banco trato de hacer una transferencia por esa cantidad y no puedo, porque por defecto me ponen un límite que no me puedo saltar si no llamo a la entidad y me lo autorizan", abunda.

De ahí que considere que "el banco tiene responsabilidad sobre el uso de que de su plataforma hace cualquiera y de cualquier modo", por lo que cree que el único modo de recuperar el dinero perdido "es que se reconozca una responsabilidad civil subsidiaria por parte de la entidad bancaria".

Este proceso se perfila largo y "el banco tiene tiempo y dinero suficiente para recurrir y volver a recurrir. ¿Y el coste? Si recuperas el dinero, bien, pero si no lo recuperas ¿cuánto te cuesta?", se manifiesta preocupado García.

Por ello, aunque fueron víctimas de la estafa hace dos años, comprobar que hay empresas que están valorando hacer algo, "ya no por nosotros sino para que la banca cambie sus filtros", fue por lo que decidió contar su caso y contactar con el resto de negocios afectados.

García avisa. "En este tipo de estafas hay pistas. Por ejemplo, la forma de hablar. Cuando tienes un cliente sabes cómo se expresa y en el texto del mensaje puedes darte cuenta de que no es su forma de hablar".

De aquella estafa Guifor "ha aprendido" y toma medidas para cubrirse las espaldas. "Ahora ya si la cuenta cambia nos ponemos en contacto con el cliente, pero por teléfono, para asegurarnos de que el pago se hace donde debe ser".

Y es que, desde entonces, "varias veces han intentando hacernos lo mismo, la última vez hace poco. Un proveedor mandó una factura, vi que era de un banco y una sucursal de Barcelona. Llame al cliente y ni era su cuenta ni tenía ninguna en ese banco".

Aritz García, que volvió a denunciar el intento de estafa, insiste en mostrar su incomprensión por las trabas que ponen los bancos para actuar con celeridad, porque "si tienes que esperar a que todo pase por el juzgado ya no hay nada que hacer".

Como el resto de empresas, Guifor lo que pide es que las entidades bancarias "respondan" de sus plataformas, que garanticen unas transacciones más seguras. "Pedimos por el juzgado que se devolviera ese dinero. Pero el pago se hizo a un IBAN que era correcto y nos respondieron que siguieron el protocolo adecuado y que han tenido voluntad de dar la información pedida en todo momento. No es cierto. Por ejemplo, se pidió la grabación donde salía la chica en el banco. No respondieron y cuando lo hicieron nos dijeron que esas imágenes ya estaban borradas", critica García. "No ha habido voluntad para poner a nuestra disposición la información que tienen, ninguna", concluye y lanza a un pensamiento al aire: "cuántas de estas estafas no pasarán a diario con las pagos de 2.000 y 3.000 euros al pintor o al fontanero".