l dinero en efectivo va dejando paso a nuevas formas de pago y los gobiernos quieren tener bajo control esa transición. Hace ya un par de años que el Banco Central Europeo dio a conocer su proyecto para crear una moneda digital pública para los países del euro y ahora el Gobierno de Pedro Sánchez ha dado el primer paso para incorporar a España a ese proceso. El Congreso acaba de aprobar una proposición no de ley que plantea poner en marcha un euro digital como moneda pública segura para toda la ciudadanía.
Pero, ¿en qué consiste exactamente la moneda pública digital? Evidentemente es un sistema de pago que está en fase de estudio, si bien algunos países ya están haciendo pruebas sobre el terreno. Una de las experiencias más avanzadas es la de China. El banco central del gigante asiático lleva ya dos años manejando el yuan digital con la idea de dar un vuelco al sistema de pago y posicionarse en lugar privilegiado en esta incipiente revolución. No ha trascendido demasiada información sobre este proyecto, que se apoya en un sistema privado de blockchain (la tecnología que llevan detrás las monedas virtuales) y en la que están trabajando empresas como Apple Pay China, AliPay y WeChat.
Además están inmersos en este trayecto también la Reserva Federal de EE.UU., el Banco Central de Rusia o el propio Banco Central Europeo (BCE). Después de dos años de análisis, el organismo con sede en Fráncfort ha confirmado este pasado verano que va a iniciar la fase de pruebas del nuevo eurochain, que durará al menos hasta mediados de 2023. El principal objetivo de la tecnología que ha empezado a desarrollar el BCE es garantizar la privacidad en las transacciones.
Ahora España se adhiere a este proceso que, según los socialistas, impulsores de la iniciativa, permitirá a los gobiernos a través de los bancos centrales tener un mayor control del dinero digital y así blindar la estabilidad económica y financiera del país. Con el desarrollo del euro digital se busca “no dejar a nadie desprotegido de la era digital”, garantizando un medio de pago universal y seguro para todos los ciudadanos, también aquellos que por edad o por otras circunstancias tienen más difícil el acceso a estas nuevas tecnologías de pago.
El bitcoin es el tipo de criptomoneda más conocido porque fue el primero en extenderse como forma de intercambio (se creó en 2009), pero poco a poco han ido apareciendo nuevas monedas digitales alternativas como ether o ripple. Todas ellas se basan en una tecnología que evita su copia y aseguran la titularidad, pero no existen físicamente sino que se almacenan en un monedero digital. Estos sistemas no están respaldados por los bancos centrales, es decir, viven al margen del control institucional.
Tanto el Banco de España como la Comisión Nacional del Mercado de Valores advertían ya en 2018 del riesgo que conlleva la inversión en criptomonedas. Señalaban su elevada volatilidad como un peligro ya que pueden resultar atractivas en un momento pero perder valor rápidamente. Ese es el objetivo del euro digital, dar un impulso a las monedas digitales pero con el respaldo de las instituciones y, en principio, con mayor seguridad.
El grupo socialista aclaró en el debate que esto no va a acabar con las empresas que ofrecen soluciones de pago, sino que el objetivo es un modelo híbrido en el que exista un sistema público de circulación del dinero digital que conviva con otros medios privados. La entrada en el proceso de los gobiernos permitiría, lógicamente, que el euro público contase con la fortaleza para poder pasar a liderar todo este nuevo mundo. No es el objetivo acabar con el dinero en efectivo, que podría conservar su propio espacio.