- Sigue la escalada de los precios en Euskadi, que no escapa de la presión al alza del coste de la vida a nivel estatal. El nivel récord en que se maneja el recibo de la luz unido a la carestía de los carburantes sitúan ya el Índice de Precios al Consumo (IPC) vasco a las puertas del 4%, un listón desconocido desde el inicio de la crisis económica de 2008 que compromete seriamente las economías familiares más lastradas por la pandemia.
El INE y Eustat desglosan cuál ha sido la evolución de los precios en el último mes, en este caso septiembre, aunque normalmente se toma como referencia la variación del IPC anual. En septiembre en todo caso han crecido con fuerza los costes de la ropa y calzado, cuestión en la que tiene mucho que ver el final del verano y la reapertura del curso escolar, y también el apartado relativo a la vivienda, condicionado por los récords que está batiendo el recibo de la luz.
De esta forma la media de precios anual sigue escalando respecto a los meses anteriores. El IPC inició la tendencia al alza en el arranque del año, coincidiendo con una cierta recuperación de la actividad económica tras la pandemia, y desde entonces no ha parado de subir. Los precios empezaron a dispararse a partir de abril, cuando la variación en relación a 2020 era ya del 2,5%, para alcanzar el pasado agosto el 3,3%. El salto este mes de septiembre es por tanto de seis décimas, según las estadísiticas de Eustat.
En ese sentido en la comparativa interanual sobresale el fuerte encarecimiento de los grupos de vivienda y transporte. En el primer caso el incremento anual supera el 14% debido al avance imparable de la electricidad (también por la subida del gasóleo para calefacción y gas), mientras que en el transporte es del 9%, muy relevante también en este caso por el encarecimiento de las gasolinas. Los carburantes están en máximos desde septiembre de 2013, según el Boletín Petrolero de la Unión Europea. La luz y la gasolina eran este mes de septiembre en torno a un 50% más caras que en el mismo mes de 2020.
Por otro lado, empujan hacia arriba el coste de la vida en Euskadi el grupo de menaje y la alimentación, que avanzan un 2%. Aunque en estos casos la tendencia es más moderada hay que tener en cuenta que se trata de productos de gran importancia en el día a día de las economías domésticas.
El IPC se mueve así en máximos desde hace más de una década. Habría que retroceder hasta septiembre de 2008, justo en el inicio de la anterior crisis económica, para dar con un dato interanual superior a este último, en concreto del 4,5%. Desde entonces, coincidiendo con épocas de mejoría económica, ha habido repuntes que se han acercado hasta la actual barrera del 4% pero sin tocarla. Así, en abril de 2011 el IPC vasco llegó al 3,7%, mientras que en el otoño de 2012 se llegó al 3,1%, según Eustat.
A partir de ahí los precios entraron en terreno plano hasta llegar a marcar valores negativos el año pasado en plena pandemia. El efecto rebote, eso sí, ha sido de un calibre inesperado.
Los hogares afrontan estos meses un periodo complicado que obliga a sacar la calculadora, más aun teniendo en cuenta el difícil momento que han vivido desde el inicio de la pandemia las pequeñas empresas y los autónomos. Los incentivos públicos han servido para evitar despidos masivos, pero está claro que los salarios caminan a un ritmo mucho más lento que el IPC.
Según datos del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), los convenios firmados en Euskadi este año presentan de media una subida del 1,27%, que es aun más baja (0,90%) en el caso de los acuerdos firmados en años anteriores con efectos en este 2021. Si se incluyen aquí los convenios de ámbito estatal con incidencia en la CAV la cifra apenas alcanza tampoco el 1%. Se trata de incrementos que, de media, cubren solo una cuarta parte de lo que está creciendo el coste de la vida.
CCOO y UGT demandaron en ese sentido reactivar al alza la negociación colectiva, derogar la reforma laboral y elevar el salario mínimo. Desde UGT-Euskadi se advirtió de que la CAV "sufre una pérdida de poder adquisitivo de las rentas del trabajo" y se reclamó la derogación de la reforma que, a juicio de la central de Raúl Arza, tiene una incidencia directa en el parón de la negociación de los convenios. En Euskadi había en agosto más de 350.000 trabajadores con su convenio pendiente de renovar y por tanto sin subidas salariales.
Electricidad y carburantes disparan también la inflación a nivel estatal, en este caso una décima más que en la CAV y llegando al 4%. Son siete décimas más que en agosto y también la tasa anual más alta desde 2008, según el INE.
¿Se frenará esta escalada? Según Funcas la inflación tocará techo a final de año, alcanzando el 5% en noviembre, aunque la patronal CEOE estima que ya en la recta final de 2021 se notará un alivio en la evolución de los precios.
El Gobierno de Pedro Sánchez valoró ayer en 1.900 millones de euros el coste que tendrá la paguilla de fin de año de los pensionistas (en esta ocasión de abonará en enero). Este complemento responde al desfase entre la subida que tienen las prestaciones de los pensionistas, realizada en base a la inflación del año anterior, y la evolución real que tienen los precios en el ejercicio en curso.
De esta forma, del 0,9% de incremento efectivamente abonado en 2021 habría que llegar hasta el avance medio real de los precios de todo este año, que a buen seguro va a ser superior al 2%. Así, el ministro José Luis Escrivá explicó que el Gobierno deberá pagar 1.900 millones en esa paguilla de enero que tendrán efecto presupuestario en 2021. El coste global para el Estado es del doble, 3.800 millones, ya que debe consolidar esa cantidad en 2022.
231,82 euros
El precio medio diario de la electricidad en el mercado mayorista se situa este viernes en 231,82 euros el megavatio hora (MWh), lo que lo sitúa como el segundo registro más alto de la historia. La subida respecto al jueves es del 7,5%.
1,46 euros/litro
Los carburantes son el otro elemento que empuja hacia arriba la inflación. La media actual del combustible en el Estado español es la más alta desde septiembre de 2013, hace ya ocho años, según los datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea.