- La reducción de costes es la prioridad para muchas empresas, sobre todo en tiempos de incertidumbre y crisis, como está sucediendo actualmente en sectores especialmente afectados por la pandemia, entre ellos la hostelería, el comercio o las firmas de actividades turísticas. De cara a este ahorro, una de las principales acciones llevadas a cabo suele ser la reducción de plantilla. Sin embargo, está demostrado que una de las mayores palancas de ganancia radica en mejorar el rendimiento a través del bienestar de los empleados.
Según ponen de manifiesto estudios al respecto, las empresas que apuestan por una política activa destinada a mejorar el bienestar de sus empleados obtienen beneficios hasta dos veces y media mayores que las que no hacen nada.
Cuando un empleado no se encuentra bien, no rinde igual, trabaja a un ritmo más lento, es más propenso a cometer errores y, en definitiva, es menos productivo.
A este respecto, una investigación publicada en Population Health Management en la que se valora la incidencia en la productividad de aspectos específicos, revela que un empleado con una dieta poco saludable aumenta el riesgo de pérdida de productividad en un 66%. Por su parte, el fumar puede estar relacionado con un 28% más de riesgo de pérdida de productividad y la falta de práctica deportiva, con un 50% más de riesgo de baja productividad.
La proporción a la inversa también es significativa, ya que los empleados con hábitos saludables son hasta tres veces más productivos.
En el caso de enfermedades no transmisibles, algunos estudios concluyen que tras la implementación de planes destinados a mejorar la salud de los empleados se reduce el absentismo entre un 25-30% con el consecuente ahorro de costes que esto supone para las empresas.
En líneas generales, invertir en programas de salud para los trabajadores supone menos días de enfermedad y ello redunda directamente en la disminución del absentismo. Precisamente, este problema afecta de forma notable a las empresas en la actualidad.
Los empleados más saludables, con una mejor comprensión de su bienestar, pierden menos tiempo en el trabajo por enfermedad. De esta forma se reduce el alto grado de absentismo que conlleva destinar más recursos a cubrir la falta de personal.
En paralelo, el mayor bienestar de la plantilla hará aumentar la participación y compromiso por parte de los empleados. De hecho, cuando tienen un buen estado de salud se muestran más comprometidos y enfocados en su trabajo. Así lo reflejan diferentes investigaciones, en las que queda demostrado que cuando los empleados no se encuentran bien -entendiendo por ello aspectos relacionados tanto con la salud física como mental- aumenta el presentismo, que ocurre cuando los empleados se presentan a trabajar pero no son productivos.
Igualmente, mejora la retención de talento, dado que los trabajadores perciben que la empresa valora a su personal y siente preocupación por ellos. Ello crea una respuesta recíproca del empleado, aumentando su lealtad hacia la empresa.
De acuerdo con las últimas estimaciones, todo lo anterior se traduce en un retorno de inversión de entre 4-6 euros por cada euro invertido. Esto confirma que cualquier medida destinada a mejorar la salud de los empleados se autofinancia y, además, supone un beneficio adicional considerable al generar un ambiente motivador tanto para los empleadores como para los empleados.