l conocimiento y la ciencia tienen impacto en la economía, una relación de la que saben mucho en el BC3, Basque Centre for Climate Change, centro de excelencia de Euskadi dedicado a la investigación multidisciplinar. Con una visión centrada en fomentar estratégicamente la coproducción de conocimiento relevante para la toma de decisiones a nivel global, integrando las dimensiones ambientales, socioeconómicas y éticas del cambio climático, la directora científica del centro, María José Sanz, define la labor que desarrolla el BC3 como la integración de diferentes aspectos científicos relacionados con la adaptación y mitigación del cambio climático, con la mirada puesta en buscar una sociedad más sostenible, equitativa, y, en definitiva, más justa.
Especialista en los efectos de la contaminación atmosférica sobre la vegetación, la ecofisiología, la dinámica y química atmosférica, los ciclos del nitrógeno y del carbono, los gases de efecto invernadero, y las bases científicas y reglamentarias del cambio climático, la trayectoria profesional de la María José Sanz le ha llevado a trabajar por diferentes partes del mundo hasta llegar en 2016 a dirigir el Centro Vasco para el Cambio Climático.
La científica de origen valenciano destaca el programa multidisciplinar del Centro Vasco para el Cambio Climático con un alto componente económico, y argumenta que la producción y el conocimiento no sólo está en la ciencia, por lo que aboga por conseguir coproducción de conocimiento.
Su principal razonamiento se basa en que el conocimiento científico tiene que ser más útil para la sociedad, "el conocimiento tiene valor, y ese valor puede repercutir en la economía".
Para explicar cómo concibe el conocimiento, la científica se remonta al año 2007, cuando su experiencia profesional da un giro de 90º. "Hasta esa fecha ejercía como científica al uso, realizando investigaciones, tesis y publicaciones. Fue a partir de ese momento cuando me dí cuenta que todo ese conocimiento adquirido tenía que trasladarlo".
Consciente de que el conocimiento de la ciencia debe llegar a muchos ámbitos, pone como ejemplo el político, y va más allá al afirmar que las consecuencias de dicho conocimiento pueden afectar incluso a la toma de decisiones multilaterales a nivel global y, a su vez, condicionar las políticas nacionales y europeas.
La científica añade cómo en este tránsito profesional de su carrera fue testigo de que el entendimiento entre la ciencia y el conocimiento no resultaba nada fácil, momento en el que puso rumbo a la ciudad alemana de Bonn donde desarrolló el cargo de secretariado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Centrada en su nuevo proyecto hasta el año 2011, Mª José fue consciente de que existía la necesidad de un cambio de actitud por parte de la comunidad científica si el objetivo final era conseguir que las personas que toman las decisiones de los países sean partícipes del conocimiento científico.
En este marco, la directora del BC3 defiende la importancia de la comunidad científica a la hora de interpretar, por ejemplo, los grandes acuerdos internacionales como el de Kioto o de París para poder trasladarlos luego a la acción.
"Las decisiones que se adoptan en este tipo de acuerdos tienen un impacto económico y social muy importante, al pretender con ellas cambiar nuestro modelo de desarrollo y el estado de bienestar, al mismo tiempo que proteger los pilares de nuestra sociedad que son los sistemas ecológicos".
Para conseguir un entendiendo entre todas las partes, Sanz considera que la ciencia más biofísica o física que ha alertado del problema del cambio climático tiene que establecer un puente con las ciencias más sociales como la económica e, incluso, la psicología o las humanidades, para poder abordar esos sistemas socioeconómicos.
Según apunta la científica, "tenemos que buscar ciencia multidisciplinar", al tiempo que añade que "el conocimiento científico tiene que ser uno de los elementos importantes pero no el único, ya que la sociedad en su conjunto también tiene un conocimiento que es esencial y si queremos responder a los problemas reales de los sistemas socioecológicos todos los conocimientos deben tomar parte".
En otras palabras, el conocimiento científico debe trasladarse a todos los ámbitos de la sociedad. "Para avanzar como sociedad tenemos que integrar todos los conocimientos".
Abordando la materia de la que es experta, el cambio climático, Sanz resalta que hay que reflexionar muy bien sobre las consecuencias que provocan las acciones que se tomen. Pone como ejemplo el sistema energético, argumentando que además de abordar las soluciones técnicas sobre los tipos de energías a utilizar, hay que estudiar además cómo va a ser su implementación y cuáles serán los impactos sociales que pueda acarrear en la sociedad.
Añade que "el conocimiento monodisciplinar fragmentado no lo resuelve todo; lo importante es que ese conocimiento podamos trasmitírselo correctamente al colectivo que toma finalmente las decisiones".
Sobre el cumplimiento de este objetivo, Sanz se muestra optimista y aclara que desde el punto de vista científico cada vez hay más investigación que contempla aspectos muy diversos y que trata de integrar conocimiento. Los propios avances tecnológicos están ayudando a conseguirlo y a su juicio, cada vez hay más intención y más evidencia de pensamiento estratégico a medio y largo plazo.
Como conclusión, la directora del BC3 recalca que "cuánto más capacidad tengamos de integrar conocimiento para entender las complejidades de los retos a los que nos enfrentamos, más capacidad tendremos de adaptarnos y, por tanto, más avanzaremos".