- España es uno de los países de la OCDE cuyo mercado de trabajo se está viendo más golpeado por la crisis, y su tasa de paro a finales de año podría acercarse al umbral del 20% o incluso superarlo en caso de una segunda oleada del coronavirus. En su informe anual de perspectivas del empleo publicado ayer, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recuerda que tras los fuertes incrementos del desempleo en marzo y abril, el desempleo se estabilizó en mayo en un 14,5%.
La situación va a seguir deteriorándose en los próximos meses, a la vista de que casi tres millones de trabajadores en mayo estaban acogidos a un ERTE, lo que representó un 18% de los asalariados, frente a un 25% de media en la OCDE. Los autores del estudio esperan que se alcance un pico de desempleo a finales de 2020, siempre que no haya nuevos brotes de la pandemia. En ese primer escenario, la tasa de desempleo sería del 19,2% de media este año y podría empezar a descender al 18,7% el próximo. Pero en la segunda hipótesis las cifras ascenderían hasta el 20,1% en 2020 y hasta el 21,9% en 2021.
La caída del empleo en España este ejercicio va a ser de las más intensas de los países miembros, del 5,28% en caso de que no haya una segunda oleada de la pandemia y del 6,37% si eso se produce, frente a una media del 4,09 y del 4,98%, respectivamente en el conjunto de la OCDE. Solo se esperan cifras peores en Portugal, Irlanda, Estados Unidos y Colombia.
El director del Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la organización, Stefano Scarpetta, recuerda que España comenzó la crisis con un nivel de desempleo muy alto, únicamente superado por Grecia. El hundimiento de la actividad está siendo de los más pronunciados por la severidad de las medidas de confinamiento y por el fuerte peso específico que tienen algunos de los sectores que se están viendo particularmente afectados por el choque de la covid-19 como el turístico. Además, en la pérdida de empleos también está influyendo la alta proporción de empleo temporal, que ha dado lugar a la no renovación de muchos de ellos.
Scarpetta constata que España ha hecho reformas para limitar los efectos de la gran segmentación del mercado de trabajo e insiste en que hay que promover contratos más estables y garantizar que las personas en situación de precariedad tengan acceso a ayudas sociales y a una recalificación que facilite su reinserción laboral. Porque uno de los retos que se plantean ahora, además de mantener con soporte público las empresas viables que no han podido reanudar su negocio o hacerlo en su totalidad, es reorientar a los trabajadores cuyas actividades desaparecerán de forma duradera.
La OCDE considera una buena medida el Ingreso Mínimo Vital instituido por el Gobierno en junio ya que confía en que con él en los próximos meses se alivie la situación de personas en riesgo de pobreza o con ingresos laborales muy bajos, así como la de otros “trabajadores atípicos”, particularmente afectados por la crisis. Igualmente alude a las mejoras durante la crisis al acceso a las prestaciones por desempleo, después de advertir de que el número de meses necesarios para poder recibirlas “es bastante alto”.