me dirijo hacia el nuevo Peugeot 508 SW BlueHdi 180 Eat8 First Edition en compañía de José Torregrosa, de Automóviles Torregrosa, mientras él, que conoce el modelo a la perfección porque de hecho es el coche que utiliza a diario, me va hablando de la importancia y de lo importante. En realidad, no citando ambos términos ni conceptos, sino aludiendo a cómo la moda de los SUV está haciendo que muchos compradores desestimen de entrada las ventajas y virtudes de una gran berlina y se decanten, sin siquiera un análisis más profundo, por adquirir un SUV, dando importancia a la imagen de una moda que triunfa y obviando las importantes ventajas de los turismos tradicionales.
José no oculta las bondades de los SUV: “Está claro que son más cómodos a la hora de montarse y bajarse de ellos y ofrecen una visión del tráfico más elevada, lo que genera confianza; pero en todo lo demás los turismos convencionales son superiores”. Destaca que las berlinas de toda la vida, y más aún los familiares como el de esta prueba, “aportan menores consumos de combustible y emisiones, resultan más ligeros, poseen mejor aerodinámica y se muestran claramente superiores en estabilidad y comportamiento en carretera”.
Ya en interior del 508 SW y protegidos del intenso calor del exterior por un equipo de climatización fabuloso, me explica algunos de los muchos mecanismos y equipamientos de los que hace gala esta versión tope de gama de la gran berlina francesa. Para empezar, hace hincapié en el sistema de centrado automático del vehículo en el carril sumado al control de crucero adaptativo, con los se que mantiene el coche en la trayectoria correcta y respetando siempre la distancia de seguridad, incluso si el vehículo que nos precede frena de repente. También se recrea con detalles de lujo, como el mecanismo de masaje del asiento por zonas y con diferentes niveles de intensidad, o el sistema de visión nocturna, que permite detectar animales o personas en la trayectoria del automóvil. Y es que este acabado First Edition es de un sibaritismo total, con otros elementos destacables como unos soberbios y confortables asientos deportivos en piel, una conectividad excelente, ventanillas sin marco, techo solar practicable y un largo etcétera. Así que si piensan en adquirir uno, ármense de paciencia cuando el vendedor les explique detenidamente un equipamiento que parece interminable, pero que merece la pena conocer pormenorizadamente porque es uno de esos apartados importantes que nos hacen la vida más fácil, cómoda y segura mientras nos movemos en un coche cuyo precio se sitúa en 50.900 euros.
Una vez a los mandos, volvemos a encontrarnos con un puesto de conducción irreprochable, con la ventaja añadida de que su ya afamado i-cockpit nos acerca a un pequeño volante que permite un manejo delicioso y no resta nada de visibilidad del completo y adaptable cuadro de instrumentos, con toda la información imaginable y deseable a mano. El único posible pero que le vemos al conjunto es la proximidad del mando de control de crucero respecto al de intermitencia y luces. Junto a un diseño de salpicadero elegante, bien terminado y con materiales de calidad, nuestra vista de inmediato se fija en unos espectaculares asientos de piel con un diseño, formas y acabados tan lujosos como funcionales, cómodos y espaciosos.
Por ciudad el manejo del 508 SW no presenta más contratiempo que el de calcular los movimientos con una carrocería de amplias dimensiones (4,790 metros de largura, 1,859 de anchura, 1,420 de altura y 2,793 de distancia entre ejes) que aporta una habitabilidad correcta y un espacioso maletero de 530 litros. Con una dirección, frenos, suspensiones y finura de funcionamiento ejemplares, este gran Peugeot es toda una delicia en la urbe, lo mismo que en autopista, donde por motor, silencio mecánico y un cambio automático que pasa totalmente desapercibido los kilómetros se acumulan sin la menor sensación de cansancio.
Tan viajero como urbano, donde el 508 SW sorprende es en carreteras reviradas. Allí un comportamiento dinámico sobresaliente, algo que ya pudimos comprobar cuando nos subimos a la carrocería de tres volúmenes con el potente motor de gasolina de 225 CV, vuelve a entusiasmarnos por su estabilidad, agilidad, veloz paso por curva, nobleza de reacciones y total sensación de confianza y control. Ahora, con el contundente, silencioso y progresivo motor diésel de 180 CV y 400 Nm y un exquisito cambio automático, a todas las virtudes conocidas se asocia un consumo de combustible bajísimo (5,9 litros en ciudad, 4 en carretera y 4,7 de promedio) y unas elevadas prestaciones (230 km/h y 8,4 segundos de 0 a 100 km/h), así como una personalidad totalmente adaptable a nuestros deseos y necesidades merced a los diferentes modos de conducción.