El tren hace tiempo que se puso en marcha y no tiene ninguna pinta de que se vaya a detener, más bien al contrario. De modo que las empresas que no se adapten al cambio y se pongan las pilas con cierta urgencia se van a quedar fuera del tablero de juego sí o sí”. El pronóstico, elaborado con cierto espíritu crítico por la jefa de Sistemas de Información de Ramondin, Raquel González, entronca con esa corriente cada vez más impetuosa entre el tejido empresarial vasco que es la transformación digital, una revolución nada silenciosa que a juicio de todas las partes implicadas ha venido definitivamente para quedarse y que en estos momentos constituye una de las prioridades más extendidas en el ámbito empresarial.
¿Por qué tanta urgencia ahora si el proceso ya arrancó hace poco más de una década?, ¿por qué tanto interés...? Un dato de marcado acento económico podría dar respuesta a esta inquietud: la mayor parte de las organizaciones empresariales considera que la mitad de los ingresos que obtendrán el año que viene estarán condicionados de algún modo por la tecnología digital y la conducta de los nuevos consumidores en la red. En este contexto de expansión o incertidumbre, según se mire, DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha querido pulsar la opinión del sector empresarial con el objetivo de fijar una radiografía que ayude a situar el estado de la digitalización en Álava. Para ello, invitó a su mesa de diálogo a dos representantes del mundo pyme alavés como Oreka IT y AEG Power Solutions Ibérica, representados para la ocasión por su director general, Iraitz Pérez de Goldazarena, y Oskar Saez de Vicuña, IT Manager, respectivamente. Y de otro lado, dos firmas más maduras y consolidadas como Ramondin, líder mundial en cuanto a fabricación de cápsulas de estaño y que estuvo representada por Raquel González, y Tubacex, líder mundial también en la producción de tubos sin soldadura en acero inoxidable y en cuyo nombre habló su Chief Digital Officer, Javier González.
Del testimonio de todos ellos se obtiene un primer punto de partida a la hora de definir la transformación digital, así como los retos que ofrece su más que necesaria implantación en el ámbito empresarial. A juicio de Oreka IT, la transformación no es sino la consecuencia de un cambio imparable propiciado por una evolución de la tecnología que a un coste mucho menor que antaño es capaz de procesar, capturar y gestionar un volumen de información mucho mayor de todo lo que está sucediendo en las empresas, “lo cual redunda en que éstas puedan tomar ahora mejores decisiones, conocer factores desconocidos que les afectan y, por lo tanto, incrementar su competitividad”, explica Pérez de Goldazarena.
En parecidos términos se manifiesta su colega de Ramondin, para quien resulta “decisivo” seguir de cerca ese flujo de transformación. “O te subes al carro de la transformación digital o te quedas fuera”, sentencia González, portavoz en esta ocasión junto al resto de colegas de un alegato en favor de la concienciación para que el tejido empresarial tome perspectiva de lo mucho que hay en juego.
Según este criterio compartido, las empresas que no reaccionen a tiempo van a dejar de ser competitivas con total seguridad, lo que representa un escenario de gran preocupación no ya tanto para las firmas de un tamaño adecuado sino sobre todo para las pymes, donde la percepción y la asimilación del concepto de transformación digital es mucho menor. Bien porque su red clientelar no se lo exige y, por tanto, no necesitan implementarlo, o bien porque desde un plano económico no pueden volcarse. Sea como fuere, esta amenaza invisible también ha llegado para quedarse y además de un modo “impepinable”, reconoce Saez de Vicuña, que introduce el factor humano en esta particular ecuación.
“Al final, una parte importante de ese esfuerzo que como empresa se requiere para implementar este nuevo escenario digital depende de la propia participación de las personas, donde pueden surgir carencias derivadas de una plantilla ya veterana o de una ausencia de formación específica para los profesionales que van a estar involucrados en ese proceso”, abunda el IT Manager de AEG Power.
Este escenario de dificultad, sin embargo, no se aprecia con tanta claridad entre las grandes empresas, donde todo está mucho más jerarquizado y existe incluso un mayor respeto hacia las decisiones que vienen de arriba. “En una pyme, por norma, te tienes que pelear muchas veces contra lo establecido, contra ese mal hábito de para qué cambiar las cosas si siempre se ha hecho así, y eso es algo tremendamente agotador”, insisten desde AEG. “Es la resistencia al cambio”, constata el representante de Tubacex, defensor de un apoyo firme por parte de la dirección cuando se aborda la implantación de este tipo de procesos. “La alta dirección es el espónsor principal, de ahí que debe tener altura de miras para impulsar una digitalización, o búsqueda de la mejora continua, que redunde en la eficacia, calidad y rentabilidad, y también ser capaces de aplicar las nuevas opciones tecnológicas para hacer las cosas de otra manera, cambiar la forma de acercarse al cliente, la manera de colaborar con los partners o proveedores, con los empleados. Eso se llama gestión del cambio, siempre orientada a mejorar los procesos y la actividad de la compañía”, sostiene González.
Para poder responder a este escenario de futuro y acortar la actual brecha que existe entre las grandes corporaciones, que sí tienen el foco bien fijado y llevan a cabo una inversión por parte de sus departamentos de IT razonable, y las pymes, “donde es necesario activar el botón de alarma”, advierte Pérez de Goldazarena, la transformación digital debe ser continua, es decir, no puede verse como un proyecto con fecha de caducidad sino como una línea de desarrollo constante en el que estén involucrados todos los actores de la empresa.
En este sentido, como recientemente señalaba la patronal alavesa SEA en la jornada Ciudadanos y empresas en la nueva era digital, la implicación de las pymes en este tipo de transformaciones terminará calando si se conocen experiencias de otras empresas, si existe un apoyo experto y si se incentivan la formación y las ayudas. En esta línea, cuatro de cada diez pymes alavesas, según un estudio de la propia patronal, invertirán en digitalización en un futuro próximo, mientras que solo el 21% considera que tiene un nivel “suficiente” de preparación. Datos, en cualquier caso, que presentan un amplio margen de mejora a tenor de los programas y políticas de sensibilización que se están desarrollando. “Los equipos de dirección de las empresas, sean grandes o pequeñas, tienen que estar convencidos de que la digitalización es una palanca de crecimiento para el desarrollo de negocio”, apunta Javier González, que fija como “prioritaria” una hoja de ruta para cada caso. “Cada empresa debe analizar junto a sus áreas de negocio qué necesidades tiene y qué complejidad presenta esa puesta en marcha, y a partir de ahí realizar un inventario con todo y con todos para fijar una hoja de ruta donde el punto de partida será diferente en cada caso”, abunda el ejecutivo.
Coincide en este diagnóstico Pérez de Goldazarena, para quien la alineación del plan de digitalización con el plan estratégico del negocio debe ser de obligado cumplimiento. “Debe existir un propósito y una necesidad de negocio, no vale meter tecnología por tecnología. Lo que tengo claro es que el cuello de botella en la digitalización de las empresas alavesas no está en la capacidad de inversión ni en el coste de la tecnología sino en una palanca tremendamente complicada como es la resistencia al cambio”, resuelve el empresario.
En este escenario, la presencia del miedo resulta “inevitable” y es consustancial al ser humano cuando se acomete un proceso que anhela cambiar lo establecido en el día a día de una empresa, sin embargo todos los presentes dan un paso al frente cuando califican como un “error mayúsculo” identificar este tipo de procesos con una pérdida de mano de obra o se los considera un gasto en lugar de una inversión. “De lo que se trata es de entender que la digitalización es rentable -el 74% de las firmas que utilizan plataformas digitales han aumentado sus ventas- y de que es positivo liberar a personas cualificadas para que generen otra serie de tareas de más valor añadido para la empresa”, coinciden todos.