bilbao - La locomotora alemana sigue pisando el freno, lo que está teniendo consecuencias ya en el resto de Europa. El contexto global de incertidumbre lleva meses lastrando los resultados de la industria germana y la primera potencia europea se sitúa ya al borde de la recesión después de la caída del PIB del segundo trimestre. Alemania es el tercer socio comercial de Euskadi solo por detrás de España y Francia, por lo que es previsible que el efecto contagio, que ya es una realidad en los principales países europeos, se traslade también a las empresas vascas. Las operaciones de Euskadi con Alemania están además muy ligadas a la automoción, un sector ya de por sí castigado por las restricciones de los gobiernos a los vehículos diésel.
Por ahora no hay riesgo de recesión ni en Euskadi ni en el conjunto del Estado español, coinciden las previsiones, aunque el contexto europeo adverso sí puede hacer que la desaceleración económica sea más brusca de lo esperado. Se da por hecho que el crecimiento se sostendrá por encima del 2% este año, pero siguen encendiéndose alarmas de cara a 2020. Aunque se esperaba un dato frío, el revés sufrido por la economía alemana en el segundo trimestre confirmó las peores previsiones propiciando un nuevo terremoto en las principales bolsas del mundo.
Aunque en tasa interanual la economía alemana mantiene el margen positivo por unas décimas, el PIB retrocedió el 0,1% respecto al periodo enero-marzo, lo que supone el segundo trimestre no consecutivo en negativo y, así, quedar a un paso de la recesión. Aun no se puede decir que este escenario sea inevitable, defiende el Ejecutivo de Angela Merkel, pero sí es “una señal de alerta”, indicó a Bild el ministro de Economía, Peter Altmaier, quien resaltó que el gran problema ha estado en el sector exterior, mientras que de puertas para dentro la inversión y el consumo mantienen su fortaleza.
guerra comercial Los analistas coinciden en señalar a la guerra comercial entre EEUU y China como la causa de este parón exportador, que penaliza al motor industrial por una doble vía ya que las empresas alemanas dependen en gran medida de las ventas a uno y otro país. El conflicto entre las dos grandes potencias subió de nivel la semana pasada al anunciar Pekín una devaluación de su moneda como respuesta a una nueva ronda de aranceles por parte de Donald Trump. Aquel movimiento generó grandes turbulencias en los mercados, que volvieron a reproducirse ayer con el mal dato alemán.
El temor a una recesión se extiende por Europa. El PIB de Reino Unido se redujo dos décimas mientras que las economías de Francia e Italia siguen planas. Así, la economía de la Unión Europea ha crecido solo el 0,2%, tres décimas menos que en el primer trimestre, según Eurostat. En tasa interanual el crecimiento es del 1,3% en Europa y del 1,1% en la eurozona, también por debajo de las cotas anteriores. A las tensiones comerciales a nivel mundial se suma la incertidumbre que genera el Brexit, lo que completa un panorama nada cómodo para las inversiones.
A nivel local habrá que ver qué ocurre con las fábricas vascas tras el verano. La industria vasca resiste algo mejor que el entorno y no se esperan grandes afecciones a corto plazo por la guerra comercial, pero la delicada situación de los importadores europeos puede hacer frenar a sectores como la siderurgia o la automoción. Mercedes en Vitoria, la principal fábrica vasca, sigue recortando la producción ante las dudas en que está inmerso el mercado de vehículos.
0,136
La debilidad de la economía europea redujo con fuerza ayer la rentabilidad del bono español a diez años, que pasa del 0,213% al 0,136%. Sigue ligeramente por encima del mínimo histórico intradía registrado hace una semana, cuando llegó al 0,124%, aunque por debajo del 0,175%, el mínimo al cierre de sesión.