sestao - Junto al último de los grandes hornos de los Altos Hornos de Vizcaya, Imanol Periañez reparte pegatinas contra el cierre de La Naval. Fernando Sancristóbal, jubilado de Babcock Wilcox, y David López, un joven trabajador de Productos Tubulares, se la colocan con cuidado en el pecho. El fotógrafo les pide que simulen una conversación informal, pero la charla fluye de manera natural. Son tres generaciones unidas por el calor de la industria, por el temor al ERE y por esa sensación de que el pasado glorioso de su comarca ha quedado para los libros de historia.
“Fíjate. Esta calle hace unos años era un hervidero. Gente para arriba y para abajo, los bares llenos a todas horas. Sestao tenía vida”, evoca Sancristóbal justo antes de entrar a una cafetería en la calle Txabarri. Salió de Babcock en 2004 (entonces Babcock Borsig), donde trabajó 30 años como ATS. Formó parte de ese grupo de extrabajadores que, en 2011, tuvieron que volver a presentarse en la fábrica cuando el Supremo anuló su despido. La mítica balco se resistía a morir. “El abogado consiguió anular el ERE. El juez dijo que nos tenían que pagar una anualidad a cada trabajador. A la mayoría de la gente le engañaron. La empresa presionó con la ayuda de algunos sindicatos. Unos pocos seguimos adelante y nos tuvieron que pagar”. Sancristóbal resume así una de las últimas batallas judiciales que rodearon el cierre de la fábrica, convertida en escombros y que cederá parte de sus terrenos al gigante de distribución Amazon.
Las nuevas generaciones se abren paso, pero no todos los jóvenes tienen sitio en la industria. “Yo soy más joven, pero recuerdo lo que dice Fernando. Era niño y veía bajar un montón de obreros para abajo a La Naval, a Altos Hornos... Es una pena que todo eso se haya ido al traste”, lamenta David López, camino de los 40 y con casi una década de experiencia en Productos Tubulares.
Si la balco es el pasado, Productos Tubulares es el futuro, o al menos el presente. También ellos han vivido en primera persona la amenaza del ERE. “Nos plantearon 150 despidos y bajarnos un 30% el salario. Dijimos que no podía ser. Tras una huelga de 43 días parece que se arregló un poco la situación”, repasa López. La plantilla está sujeta a un ERE temporal, en principio hasta febrero del año que viene, mientras la empresa trata de renegociar una pesada deuda. “No sabemos qué futuro vamos a tener. Yo creo que vendrán otra vez con el palo a los trabajadores. Esa deuda, que ha sido por una mala gestión, la acabaremos pagando nosotros, como siempre”.
futuro para la naval Imanol Periañez tiene muy claro su discurso. No quiere ni oir hablar de Ferrol o de Cádiz. “La plantilla quiere quedarse, que no os quepa duda. Vamos a pelear por lograr que La Naval tenga futuro”, advierte con contundencia. Recién traspasados los 50, lleva en La Naval prácticamente desde la adolescencia. “Entré en el 82. Venía andando desde Barakaldo y he visto esta calle con una vida... Sería incapaz de explicar cómo era esta calle”.
Periañez recuerda que entonces, en pleno apogeo industrial, Sestao superaba de largo los 40.000 habitantes. Ahora tiene algo más de la mitad. El Sestao Sport, que en la temporada 86/87 se quedaba a un suspiro de ascender a Primera División, pelea ahora por salir del pozo de Tercera convertido en el Sestao River. “Sestao es mi casa, llevo este pueblo en el corazón”, dice Sancristóbal, ahora dedicado al cien por cien a su labor como masajista en el River. “El declive de la industria ha afectado también al fútbol, claro. Menos publicidad, menos ingresos...”.
Aun así, el pasado industrial ha dejado su sello en el equipo del pueblo, que ha acudido en bloque a más de una movilización de La Naval y de Productos Tubulares. “Todos tenemos amigos y conocidos en esas empresas. Hay que ponerse en su piel. Los políticos tienen que hacer algo, no valen solo las promesas. ¿Por qué en Francia el Gobierno ha podido ayudar a un astillero y aquí no?”, se cuestiona el más veterano de los tres, que tiene claro que la presión política será clave en el desenlace de La Naval.
“Eso se tiene que arreglar de alguna manera, los gobiernos tienen que meter mano”, coincide López. “Para los jóvenes es una pena que se pierda la industria”.
¿Es viable La Naval? “Seguro, lo que hace falta es querer que sea viable y no poner excusas. Nos sentimos abandonados por los gobiernos”, se reafirma Periañez, que reclama un plan de compra entre el Gobierno español y el vasco, con el apoyo de la Diputación. “¿Inversores? Ya teníamos cinco inversores privados que en su momento eran buenísimos. A día de hoy están denunciándose entre ellos en los juzgados. ¿Qué buscamos, inversores como esos? Inversores los hay, los gobiernos los mejores”, reclama el barakaldarra.
Consumida buena parte del seguro del desempleo, la situación personal de los trabajadores ha llegado al límite. Periañez expone su propuesta: los gobiernos compran el esqueleto de la draga a los bancos y alquilan la instalación al administrador concursal. “Los trabajadores arrancamos esto el mes que viene. Mira si es fácil”.
apoyo al astillero “Todo mi apoyo y que no se rindan”, dice Sancristóbal, que anima a los jóvenes a “seguir apretando” para mantener la industria. “Al final tiene mucha importancia que los políticos que mandan aquí tengan fuerza en Madrid. La Naval es una empresa emblemática, digo yo que algo se podrá hacer”, reclama.
“Ya me hubiera gustado ver a los políticos de aquí, como en Asturias o Galicia, defender los astilleros o las acerías. Mira Alcoa. Han dicho por aquí no pasamos, aquí no hay ni un solo despido. Me hubiese gustado oir al lehendakari decir lo mismo”, afea Periañez, crítico también con Pedro Sánchez: “Hemos estado con la ministra Maroto varias veces y no hemos avanzado nada. No sé qué pasará si el PSOE se mantiene en el Gobierno, la verdad. Gran parte de la industria de Ezkerraldea se cerró con el PSOE en Madrid y con el PNV aquí”.
También López muestra su apoyo a los trabajadores del astillero. “Los jóvenes estamos muy orgullosos de nuestro pasado industrial. Vamos a pelear para que todo esto no se quede en el olvido, lo mismo que lucharon nuestros abuelos y nuestros padres por mejorar sus condiciones de trabajo. Que todo lo que ellos consiguieron no se pierda”, proclama.
Antes de despedirse repasan las incorporaciones que ha vivido el tejido empresarial de la comarca. Ikea, Bricomart, Amazon... las multinacionales de servicios señalan el futuro. “Buf, trabajar hasta los domingos y por cuatro euros. Y si no tragas llaman a otro”, dice López. “Sí, algo de empleo generan, pero no hay comparación con un gran astillero como La Naval”, concluye Periañez.