bilbao - Después de la tormenta de la crisis las empresas vascas atraviesan un periodo de relativa calma. Aunque hay algunas grandes firmas industriales en peligro, los principales indicadores del empleo coinciden en que las plantillas viven un momento de estabilidad. Las avalanchas de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que sacudieron el mercado de trabajo de Euskadi en el inicio y en la parte final de la crisis se han diluido en los últimos años. El número de trabajadores afectados por un ERE continúa bajando en 2018, que va camino de registrar la cifra más corta desde que arranca la estadística histórica de Eustat en 1991.
La parte final del año presenta dos grandes puntos negros que pueden hacer descarrilar los números registrados hasta octubre, mes en el que el Gobierno Vasco había contabilizado 1.463 trabajadores incluidos en ERE -sumando los expedientes de extinción de contrato, de suspensión y de reducción de jornada-.
Se trata por un lado de las medidas de suspensión de empleo puestas en marcha en noviembre por el grupo Tubos Reunidos, que comenzarán a aplicarse el 1 de enero y afectarán a cerca de un millar de trabajadores sumando la planta de Amurrio y la de Trapagaran. Por otro lado están los casi 200 despidos que salvo cambio de última hora se activarán en La Naval en unos días.
Ambos procesos condicionarán en gran medida la evolución de la estadística este año pero, aun así, el dato de octubre está tan lejos de los de otros años que lo más probable es que la complicada situación que viven estas dos empresas no llegue a disparar el cómputo final por encima del mínimo histórico de 2006, cuando entraron en un expediente de regulación 3.338 trabajadores vascos.
explosión en 2009 Eran los últimos compases de la fase de bonanza que precedió a la crisis de 2008, cuando el ERE pasó a copar los titulares de prensa. Tanto en la segunda mitad de ese año como, sobre todo, en 2009 se produjo una explosión de los procesos de regulación que acompañó a la rápida subida del desempleo.
Y eso que todavía en esa primera fase de la crisis la mayor parte de los procesos abiertos fueron de suspensión temporal, opción siempre preferente por la parte social antes que los despidos. Fue en la segunda recesión, en 2012, cuando las empresas se quedaron sin reservas y los expedientes de extinción de contratos cobraron mucho mayor protagonismo.
Los 68.000 trabajadores incluidos en ERE en 2009 marcaron el máximo de esta última crisis, aunque en los años noventa llegaron a registrarse niveles superiores. En el año 1993, según los datos de Eustat, la administración vasca registró más de 4.000 expedientes, dato insólito en estas tres décadas de estadísticas -el año pasado se activaron 266 procesos y entre enero y octubre de 2018 van 155-, que afectaron a más de 86.000 asalariados vascos. Más de 14.000 fueron incluidos en un despido colectivo, una sangría que tampoco ha vuelto a repetirse. El fuerte varapalo que sufrió en el inicio de los años 90 la economía española sacudió también a Euskadi, inmersa en los últimos coletazos de una reconversión industrial que culminaría, en 1996, con el cierre definitivo de los Altos Hornos de Vizcaya.
Los años 1993 y 2009 coinciden con los dos grandes picos de incidencia de los ERE en Euskadi, que tras cinco años de crecimiento económico atraviesa ahora un periodo plano en este ámbito. Desde 2013 el alcance de las medidas de regulación ha ido descendiendo de forma abrupta hasta los poco más de 4.300 trabajadores del año pasado, ligeramente por encima del suelo de 2006.
Si se toman como referencia los datos hasta octubre, el impacto de las medidas de regulación baja este año a la mitad, en concreto un 56%, aunque la diferencia se acortará con toda probabilidad en noviembre y diciembre. La mayor parte de los trabajadores incluidos en un ERE en lo que va de año entraron en un proceso de suspensión, una modalidad que presenta un bajón en la afección respecto a 2017 del 67%. Cerca de medio millar han entrado en un proceso de despido, un 40% menos que hasta octubre del año pasado mientras que los ERE de reducción de jornada bajan un 20%.
Por territorios es Bizkaia donde más expedientes se han presentado, en línea con el mayor número de trabajadores, si bien el balance de Araba crecerá cuando se contabilice el ERE de Tubos Reunidos. De los 700 trabajadores afectados en territorio vizcaino la amplia mayoría entraron en un proceso de suspensión temporal o de reducción de jornada, con un centenar de despidos que serán bastantes más cuando se compute el ERE de La Naval.
Otro dato relevante en la evolución histórica es la progresiva equiparación entre hombres y mujeres que se produce con el paso de los años. Los ERE son una medida especialmente recurrente en la industria, motivo por el que en los años noventa prácticamente el 90% de los trabajadores vascos afectados eran hombres. El año pasado la proporción fue de tres hombres por cada trabajadora.
La mitad que en 2017. Este año se produce un nuevo descenso en el número de trabajadores afectados por un ERE, 1.463 hasta octubre, un 56% menos que en 2017.
Mínimo histórico. Hasta ahora el año con cifras más bajas es 2006, con 3.338 trabajadores. Incluso sumando las cifras de La Naval y Tubos Reunidos es probable que el año termine por debajo.
despidos
472
Trabajadores han sido despedidos en un ERE hasta octubre. Los afectados por medidas de suspensión siguen siendo mayoría.