madrid - La ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera sigue con su cruzada contra el automóvil diésel. Las ventas de coches volvieron a caer en el Estado español en noviembre por tercer mes consecutivo, en concreto un 12,6% respecto a hace un año, las fábricas empiezan a recortar producciones -caso de Mercedes Benz en Gasteiz o Volkswagen en Pamplona- y la industria auxiliar no renueva contratos a sus trabajadores temporales con el paro repuntando. Pese a ello, ayer la ministra socialista afirmó que la caída de ventas en los coches diésel que se viene registrando en los últimos meses “es una señal que debe interpretarse correctamente para facilitar un proceso de adaptación rápido” hacia el vehículo electrificado que supone “la opción más madura”, para la representante gubernamental.
El problema es que las declaraciones de la ministra están alimentando la incertidumbre en un mercado en el que todavía no hay alternativas viables a los coches tradicionales y los consumidores están aplazando decisiones de compra. El resultado es que mientras Europa todavía no tiene una oferta eléctrica en condiciones, China, con 777.000 coches eléctricos vendidos en 2017, quiere exportar sus autos a baterías, que se fabrican ya a gran escala en el país asiático, a la Unión Europea a precios del orden de los 15.000 euros amenazando seriamente a la primera industria vasca y del Estado.
Ribera indicó, según Europa Press, en Madrid que la caída en las ventas de turismos diésel, que en noviembre se disparó al 40%, se viene observando “de manera constante” desde 2012 y que en este año ha empezado a “precipitar muchas cosas dentro y fuera” motivadas por los anuncios de países y ciudades, así como de la Comisión Europea, de restricciones al diésel. “Es una señal que debe interpretarse correctamente para facilitar un proceso de adaptación rápido, pero no lo sacaría de contexto más allá”.