en un ejercicio sin citas electorales en la agenda anual (salvo sorpresa marianista) y con C’s pisando los talones al PP en los sondeos, los muchachos de Rajoy parecen decididos a gestionar su mayoría minoritaria parlamentaria buscando aliados coyunturales e insospechados allá donde les permitan sacar adelante los, de momento frustrados, Presupuestos Generales del Estado para 2018, que siguen en el cajón monclovita de asuntos pendientes no sólo por la negativa del PNV a negociarlos en tanto siga vigente el 155 en Cataluña, sino también, y principalmente, porque su aliado en el Congreso (C’s) no está por la labor.
Pues bien, es en este escenario donde su complejidad se hace descriptible, aunque sea paradójica, por ejemplo, con las últimas declaraciones del ministro Montoro, que esta semana nos ha regalado dos perlas. Por un lado, aboga por reducir a 35 horas la jornada de los funcionarios que trabajan a turnos el mismo día en que el Tribunal Supremo español rechazaba el recurso interpuesto por el Gobierno Vasco contra la sentencia del TSJPV que anulaba esa misma medida; por otro, ha abierto la puerta a posibles quitas de la deuda autonómica tras señalar que: “Estamos dispuestos a reestructurar la deuda de las Comunidades”.
Pleno. Dos de dos. Dos declaraciones y otras tantas incongruencias. Pero vayamos por partes.
En el caso de las 35 horas, la medida adoptada por el Gobierno Vasco el 2 de febrero de 2016 fue recurrida por el abogado del Estado. El TSJPV estimó el recurso y anuló la disposición. Una decisión judicial que ha sido ratificada por el Supremo esta pasada semana y que, como señala Josu Erkoreka, vulnera la capacidad competencial del Gobierno Vasco: “Nadie en Euskadi va a entender esta decisión judicial que se entromete de lleno en cuestiones de organización interna de nuestro personal público y, menos aún, cuando durante estos 30 años de Estatuto de Gernika nunca se había recurrido a los tribunales la jornada laboral de nuestro personal funcionario”.
Resulta llamativo semejante desafuero, máxime cuando ahora Montoro propone aplicar una medida que ellos mismos recurrieron. En realidad, lo que se está visualizando es la tendencia del PP a señalar quién manda en el “Estado más descentralizado del mundo”, según afirma la propia propaganda española, aunque siga sin cumplir leyes como el Estatuto de Autonomía del País Vasco. Son como el perro del hortelano.
Todo un contrasentido. La posibilidad de una quita puede ser interpretada desde las comunidades que han cumplido con la austeridad presupuestaria como un beneficio añadido para los responsables de las mayores deudas. En cualquier caso, sea grandes o pequeñas las deudas y sin analizar el origen de las mismas, las comunidades que están en el régimen fiscal común pueden ver reducidas sus deudas, mientras que el País Vasco y Navarra deberán ser prudentes en su política de gastos e inversiones, ya que son y serán responsables de la misma.
El Concierto Económico conlleva una responsabilidad para sus dirigentes en el Gobierno Vasco y las Diputaciones forales. Un cometido que no tienen otros responsables autonómicos que se pueden endeudar, al tiempo que consideran privilegios el cumplimiento prudente y equilibrado de unos derechos. También ellos padecen del síndrome del perro del hortelano. Puesto que carecen de una sincera vocación autonomista, tampoco quieren que otros la tengan y la ejerzan.