donostia - La industria vasca ligada al sector del transporte, -automóvil, aeronáutica y material ferroviario-, se ha convertido la joya de la corona del sector industrial de Euskadi pero los cambios tecnológicos que vienen y el proceso de concentración empresarial en marcha obliga a las compañías vascas a redoblar sus esfuerzos para mantener la competitividad y ello pasa por potenciar la innovación y la inversión en I+D, ajustar costes y aumentar la flexibilidad, así como acercarse a los nuevos modelos de negocio que se están configurando en torno a la movilidad.
En el sector ferroviario la empresa guipuzcoana CAF, principal compañía tractora en Euskadi, busca nuevos nichos de mercado y se plantea construir trenes de dos pisos y locomotoras para ampliar su cartera de productos y su base industrial pero mientras tanto aborda el futuro con la experiencia acumulada en los últimos diez años en los que ha emprendido una transformación notable reflejada también en cifras. En 2006, la cartera de pedidos era de 3.315 millones de euros, el 23% fuera. Diez años después los pedidos alcanzaban los 6.228 millones de euros, pero el 85% procedía de los mercados exteriores. La creciente internacionalización, según Aitor Galarza, director financiero y de estrategia de la compañía de Beasain, se ha debido, entre otras cosas al hecho de que “en los últimos diez años no ha habido mercado interno español para el sector ferroviario. De hecho tras la entrega de los trenes de la línea 3 del metro de Bilbao no tenemos en cartera un solo pedido para el mercado español. Salir fuera ha sido casi por razones de subsistencia”.
La evolución de CAF ha obligado a internacionalizarse de manera acelerada y a reconocer que su crecimiento en los próximos años va a ser fuera de Euskadi, incluso con la instalación de nuevas fábricas porque, según señaló Galarza, en un foro de APD, “los nuevos contratos de material dependen de las administraciones públicas y estas vinculan la concesión de los mismos a la fabricación en el país en cuestión”.
El buen hacer de CAF, que la he permitido pasar de ser un mero constructor de vagones a un agente con tecnología propia en la alta velocidad ferroviaria, se ve dificultado por su tamaño, escaso, con 1.300 millones de ventas, en un mundo de competidores gigantes como la china CRRC, con un mercado interno enorme, y 32.000 millones de facturación anual; Siemens, con 8.000 millones; Bombardier, 6.800; Alstom, 7.300 o Hitachi, 4.100 millones etc. Pese a su reducida dimensión comparativa y al igual que todos los pequeños, CAF se ve obligada a “modificar continuamente su negocio” para adaptarse al mercado y mantener la competitividad. Un dato que da idea del esfuerzo comercial realizado por la compañía vasca en el exterior es que en una década la empresa ha logrado 57 nuevos clientes para sus productos y servicios.
La servitización de la economía es una realidad y CAF es un ejemplo de cómo ir evolucionando de ser un mero fabricante industrial de material ferroviario, a ser una compañía que, por supuesto, construye trenes pero que apuesta por nuevas áreas de negocio ligadas a la señalización ferroviaria, el almacenamiento y gestión de energía, y la digitalización. De hecho el área de servicios ha pasado de aportar el 9% de la facturación en 2010 a un 27% en 2016.
Y además en la compañía vasca no hay duda alguna, según Aitor Galarza, que el tren del futuro inmediato será automático, sin conductor, seguro y autónomo. Afrontar esa realidad implica realizar un esfuerzo inversor notable en I+D y aquí sí se nota la diferencia de dimensión con los grandes competidores. Con todo, en CAF en el área de I+D ya trabajan 310 personas con apuestas tecnológicas en las áreas citadas. Este año destina 30 millones de euros a innovación y el próximo tiene previsto un presupuesto similar. Adicionalmente la compañía con sede en Beasain) trabaja para recortar los costes en un -8,5% de cara a 2019, con una reducción del 30% en los stocks de materia prima.
Pese a su reducida dimensión en el sector, CAF, según sus responsables, tiene una ventaja a la hora de competir con los grandes: su flexibilidad para fabricar productos que se adapten a la operativa de cada cliente porque los productos estándar tal cual no funcionan en el sector. En todo caso, la industria ferroviaria está siguiendo los pasos de la del automóvil. Más amplias bases de proveedores y más modularidad. De hecho, la compañía vasca va a hacer una migración hacia la fabricación en módulos. Esta apuesta es un reto para la ingeniería, y supondrá una importante reducción de costes.
En el área energética, CAF, con el apoyo del centro tecnológico IK4-Ikerlan trabaja en el desarrollo de un cargador inductivo para tranvías inalámbrico. Todo ello en la línea de adaptarse a los cambios que se avecinan en el sector en el futuro.