olentzero maitea: Me tomo la libertad de incorporarme a los miles de niñas y niños que estos días te escriben cartas con una ilusión desbordante e inasequible al desaliento para hacer realidad sus deseos. Soy consciente de haber sobrepasado con creces esa edad llamada infancia. Ese tiempo mágico en el que, ayudados por la fantasía, volamos al País de Nunca Jamás para no crecer o nos alejamos de él para soñar con lo que queremos ser de mayor. Pues bien, resulta que coincido plenamente con lo que nos dejó dicho el dramaturgo estadounidense Joseph Heller: “He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño”.

Y, como persona mayor que ha llegado a la madurez del niño, te escribo unas líneas. Serán pocas, porque el espacio es finito, pero concretas y lo suficientemente directas como para expresar mis deseos sin margen de error, máxime después de conocer esta última semana nuevas y buenas noticias para la economía vasca, cuyos datos, al interpretarlos, se pueden incorporar a dos catálogos. Uno es el del País de Nunca Jamás, donde el optimismo es propaganda eufórica. El otro es esperanzador de un futuro posible y menos doloroso que el actual. Creo que sabes qué quiero decir. Porque no es lo mismo la esperanza y optimismo.

En este marco, te recuerdo esos últimos datos conocidos. Pueden ser históricos, como aseguran las instituciones públicas vascas, porque las haciendas forales superarán con creces las previsiones de recaudación fiscal en 2017. De momento, llevan ingresados 13.318 millones de euros, un 13,3% más que en 2016. Por otro lado, también hay datos esperanzadores, según el informe de perspectivas económicas que elabora Laboral Kutxa que estima un crecimiento del 2,7% en el PIB vasco para 2018 que permitirá generar el equivalente a 16.000 empleos a jornada completa, todo ello con una inflación del 1,5%.

Estamos en buenas condiciones, eso parece evidente, pero la euforia puede ser mala consejera. El ejercicio actual, en el capítulo recaudatorio, está marcado por la regularización del Cupo, cuyo impacto se cifra en 600 millones de euros en el IVA y los ingresos a cuenta del Impuesto de Sociedades. Estas contingencias extraordinarias no se repetirán en el año que iniciaremos en dos semanas que, sin embargo, seguirán marcando los niveles de deuda pública, razón por la que Pedro Azpiazu, consejero de Hacienda, aclara que el excedente se destinará a rebajar el déficit.

Una prudente decisión que coincide con Joseba Madariaga, responsable del departamento de estudios de Laboral Kutxa, al estimar que se debe aprovechar la buena coyuntura para “tratar de ir reduciendo ese importante volumen de deuda”, antes de que llegue el próximo ciclo de recesión y así “mejorar su productividad”. Una cautela que llegaba en el marco de la presentación del informe sobre previsiones económicas en el que destaca el ya citado crecimiento del 2,7% del PIB vasco para 2018 y la posible creación de 16.000 puestos de trabajo.

Pero no parece que sea oro todo lo que reluce, ya que, a juicio de la entidad financiera, “ha llegado el momento de la que visión de las empresas sea distinta y se liguen los salarios a la productividad”. Un nuevo toque de atención ante la posibilidad de que las subidas de sueldo sigan bajo mínimos. Por otra parte, no conviene olvidar que el buen comportamiento económico y laboral se encuentra condicionado por el proceso de devaluación interna que se ha vivido en la última década y por factores coyunturales como la política monetaria del BCE y el bajo precio de las materias primas.

Resumiendo, olentzero maitea, te pido una buena dosis de prudencia, porque, como decía Séneca: “El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz.”

Bihotz bihotzez, eguberri on!