Permítanme el atrevimiento de tomar prestadas la fuerza y claridad con las que J. S. Bach bautizó una de las composiciones musicales más reconocidas de su largo repertorio: Tocata y fuga en re menor. Lo hago, desde mi humilde admiración por el compositor alemán, para encarar estas últimas semanas del año, cuando la fiesta de las estadísticas anuales está en vísperas de comenzar su andadura con datos macroeconómicos y balances empresariales, acompañando a las luces navideñas, frente a la dura realidad social.

Sí. Tocata para recordar como hace menos de dos meses (9 de octubre) un documento oficial de Confebask tasaba en 6.000 nuevos empleos la bajada de cuatro puntos en el tipo nominal del Impuesto de Sociedades, calculando que cada punto porcentual de rebaja “equivale a liberar el pago de impuestos a las empresas vascas por valor de 70 millones de euros”. Es decir, estamos ante un importe total de 280 millones. “Esta liberación de impuestos -agregaba el documento empresarial-permitiría acometer proyectos de inversión por el doble de dicho importe”.

Una buena previsión, sin duda, acrecentada por una estimación de crecimiento del 0,6% en el PIB vasco (356 millones de euros), al tiempo que “la mayor actividad económica y la creación de empleo inducida por la rebaja del actual tipo de gravamen del impuesto, también haría que se generasen nuevos ingresos públicos con los que recuperar la recaudación inicialmente perdida”. El incremento recaudatorio vendría de la mano del IVA (163 millones por mayor consumo) y del IRPF (37 millones por más empleo).

Resulta, cuando menos, conmovedora la pedagogía empresarial con la que tratan de ganarse el jubileo de la opinión pública, adosando el argumento de que la recaudación del Impuesto de Sociedades se incrementaría “por el efecto positivo que tendrían las inversiones realizadas en términos de una mayor actividad, una mayor base imponible y un aumento de la consiguiente cuota a pagar”. Hasta aquí nos llega la tocata empresarial previa a la pretendida bajada del impuesto que se ha hecho realidad esta pasada semana.

Subida salarial Resta por conocer la segunda parte del titular de este artículo: la Fuga, que se visualiza cuando los empresarios ponen pie en pared para criticar al consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu que vuelve a pedir, una vez más este año, una mejora de las nóminas de los trabajadores de manera generalizada para evitar que la recuperación se resienta, ya que el coste laboral medio ha subido algo menos del 5% entre 2008 y 2016, mientras que los precios lo han hecho el 9%.

También reconoció que las empresas “en dificultades” deben quedarse al margen y pidió “responsabilidad” a la parte sindical a la hora de fijar sus demandas en las mesas negociadoras.

Sin embargo, he aquí como la tocata fiscal se metamorfosea en una fuga salarial cuando el presidente de los empresarios vizcainos critica que se demande a los empresarios que dinamicen la economía “a golpe de subida salarial”. “No se nos puede achacar a nosotros esa responsabilidad”. Visto lo visto, qué quieren que les diga?, me parece que estamos ante una nueva contradicción de los empresarios, salvo que tengan una fórmula mágica y secreta para casar, coherentemente, la exigencia fiscal para los empleadores y la negativa salarial para los empleados.

Hasta donde llega mi conocimiento, los empresarios vascos, cuya función debe ser respetada y defendida, desafían a la opinión pública con este doble juego. La crítica a la subida salarial sólo se entiende como una malversación de la capacidad y derechos que le son propios a los empresarios. Tan digna como es la actividad empresarial debe ser la vida de los trabajadores.

Ocurre, sin embargo, que en pleno siglo XXI y después de una grave crisis económica, la gente está muy resabiada. Unos han perdido su empleo y el resto ha visto disminuir su poder adquisitivo. Ya no se creen cualquier cosa que les cuenten. Encaramos el último mes del año bajo la secuela de una prematura ola de frío provocada, no por el clima, sino por esa fuga empresarial que deja sin efecto ni sentido las promesas de la tocata. Es como si aconsejaran esperar a que las bolsas estén baratas para invertir?, cuando no se tiene dinero para hacerlo.