BILBAO - “Imagínate, con todos los encierros y las movilizaciones que hemos hecho..., estamos curados de espanto”. Son las palabras con las que el secretario del comité de empresa de La Naval, Juanjo Llordén, respondió a primera hora de la mañana de ayer a la pregunta de este diario sobre el ánimo con el afrontaba tener que pasar una noche en el astillero.
Pasar la noche en vela en la empresa es una asignatura por la que han pasado casi todos los representantes de los trabajadores de La Naval. Fue una medida de presión con la que intentaron frenar la privatización de 2005, se convocó otro encierro en 2011 cuando se pusieron en marcha varios expedientes de regulación de empleo y volvió a ser una herramienta sindical en 2014 en plena crisis provocada por la anulación del tax lease del Gobierno español.
En esta ocasión se percibe como nunca la sombra de un cierre y el comité anuncia batalla para evitarlo. El día amaneció muy pronto para los representantes de los trabajadores de la última gran fábrica de barcos de Euskadi. La reunión a las 9.00 horas en Bilbao con la dirección del PP vasco les obligó a salir pronto de casa. No tuvieron casi tiempo para ojear la prensa y lo hicieron a las puertas de la sede de los populares, donde comentaron la información en la que se apunta a que el atasco provocado en las gradas por la falta de mano de obra pone en riesgo la finalización de varios buques.
Quedaba por delante una larga jornada. Otro encuentro a las 11.00 horas con Podemos, atender las numerosas llamadas que reciben cada día de la prensa y de los trabajadores, comer con la familia, sobremesa relajada y algo de siesta. Y después vuelta a las oficinas del comité a pasar otra noche rumiando los problemas de esta empresa centenaria.
Allí estarán hasta las 17.30 horas de hoy, cuando han convocado al resto de la plantilla para dirigirse juntos hasta las oficinas del astillero y reunirse con los propietarios.
“No nos lo han confirmado, pero confiamos en que acudan todos los accionistas. Vamos a hacer todas las preguntas que tenemos, que son muchas ”, destacó Llordén. Otra cosa es la realidad, y el secretario del comité de empresa, adscrito al sindicato Colectivo Autónomo de Trabajadores (CAT) reconoció que no es “muy optimista” respecto al encuentro.
Hasta ahora les han dado “muy poca información” y nada invita a pensar que eso vaya a cambiar. Sobre todo porque se palpa una gran división entre el accionariado y ha calado la sospecha de que cada socio hace la guerra por su cuenta. Otro de los componentes del comité, Txema Belón (UGT), explicó antes del encierro que la noche “siempre se hace larga” en estos casos, porque los sindicalistas la pasan en vela hablando del problema que tienen en cada momento. “Nadie lleva al astillero saco de dormir, echamos una cabezada en la silla como mucho”, subrayó Belón. Encima de la mesa del local de reunión del comité que esta pasada noche y que también fue la de la cena y la de las partidas de cartas, planearon las críticas a la gestión de la actual dirección.
Entre las interrogantes que buscan resolver en la reunión de hoy, los sindicalistas quieren recibir explicaciones de primera mano de los motivos por los que una empresa con carga de trabajo hasta 2019, con una plantilla muy ajustada y especializada en la construcción de buques de alta tecnología, avanza directamente hacia el concurso de acreedores. En ese mar de dudas permanecen anclados los trabajadores, que a día de hoy presienten que es ya tarde para enderezar el rumbo.
en quiebra total “Se ha iniciado ya el proceso del concurso de acreedores y la empresa está como está, en quiebra total, nada nos gustaría más que evitarlo pero creo que será imposible”, indicó Llordén tras concluir ayer con la ronda de reuniones con partidos. El apoyo ha sido unánime y todas las fuerzas políticas se han comprometido a participar en la “búsqueda de soluciones para la viabilidad” de La Naval. Entre ellas, el comité plantea la entrada de dinero público en el capital de la empresa, una opción que también plantean Podemos y EH Bildu, pero que en principio cuenta con el rechazo del Gobierno Vasco.
Llordén pidió tanto al Ejecutivo vasco como al español que se “pongan las pilas”, porque aunque “va a ser difícil levantar el astillero, en eso estamos”. En esa línea, el comité insistió en la necesidad de entregar los buques que ya están en construcción y advirtió de que no hay garantía de que ello vaya a ser así por la falta de mano de obra.
Gran parte de la industria auxiliar ha abandonado el astillero, porque La Naval no está pagando los trabajos subcontratados y se acumulan los barcos en las gradas. Por ese motivo está en riesgo el inicio a finales de año de un nuevo buque, un pedido que incluso podría llegar a anularse.
“Tenemos constancia, pero no todavía por fuentes oficiales de la empresa, de que el ferry para Balearia está a punto de cancelarse porque en el contrato tienen una cláusula que dice que, al entrar en concurso de acreedores, lo pueden cancelar automáticamente”, indicó el secretario del comité de La Naval.
Tras el encuentro de hoy con los accionistas, los trabajadores se reunirán mañana con la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, a quien ya han pedido que, de la mano del Ministerio de Industria, tome el control del astillero.
Siguiendo ese planteamiento, la secretaria general de Podemos Euskadi, Nagua Alba, tras reunirse con el comité, planteó tres propuestas: que los gobiernos vasco y central entren en el capital del astillero, una inyección de 20 millones de euros para la industria auxiliar y que el Ayuntamiento de Sestao evite que el terreno donde se asienta la empresa se utilice para otra actividad. El PP por su parte se centró en solo en el Gobierno Vasco, al que pidió “salir de la inacción ante la crisis” de La Naval y reclamó a Tapia que explique “qué actuaciones llevará a cabo para proteger el empleo industrial” en Ezkerraldea.