Constituida en marzo de 2014 “en plena crisis” y con la finalidad de diseñar, fabricar y vender “muebles de bajo coste, cuidado diseño y alta calidad”, la trayectoria de la empresa azpeitiarra Lufe vivió un punto de inflexión hace cuatro meses, cuando acababa de cumplir su tercer año de andadura.

Para entonces, la pyme creada por Enrique Arrillaga, que utiliza “madera maciza de bosques autóctonos y con certificación ecológica” y que tiene como producto estrella “una cama que se vende por 30 euros y puede montarse en apenas cinco minutos”, había logrado consolidar su actividad y recibía “una media de 20 pedidos diarios” a través de su página web.

Sin embargo, la publicación en el suplemento dominical de El País de un reportaje en el que se bautizaba a la compañía como el Ikea vasco propició que “de un día para otro” la cifra de pedidos se disparara hasta “una media de 170 diarios”, lo que provocó una especie de tsunami en una empresa que hasta ese momento contaba con ocho personas empleadas.

La repercusión de aquel artículo fue tal que la pyme low cost azpeitiarra tuvo que recurrir a expertos para ver cómo podía hacer frente al inusual incremento de una demanda que, a día de hoy, se ha consolidado “en torno a los 40 pedidos diarios”; esto es, el doble de los que recibía antes de la publicación del citado reportaje.

respuesta a la demanda El objetivo inmediato, claro está, era dar respuesta a la nueva demanda sin tomar decisiones que pudieran llevar a la compañía a morir de éxito. Lo explica el propio Enrique: “La nuestra es una pequeña empresa familiar y de repente nos encontramos con un aumento de demanda al que no sabíamos cómo responder”. Por ello, “solicitamos asesoramiento y tras analizar la nueva situación empezamos a tomar decisiones”.

Una de ellas fue “ampliar los plazos de entrega de una a cuatro semanas” y otra “ir incrementando poco a poco la plantilla, que a día de hoy está formada por 17 personas y es probable que siga aumentando”.

De todos modos, la decisión “más difícil” fue “reducir prácticamente a una cuarta parte la oferta de productos”. Hasta el punto de que “en estos momentos solo aceptamos pedidos de artículos en madera pulida, principalmente camas, que es lo que podemos servir más rápido”, puntualiza desde las oficinas de la empresa Marta Quiroga, la mujer de Enrique.

Junto a ella, su hija Inés reconoce que, a pesar de todos esos cambios, Muebles Lufe a duras penas consigue entregar en los plazos acordados los pedidos que le siguen llegando. “¡Y eso que estamos trabajando hasta los domingos y festivos!”, afirma Inés Arrillaga .

Sea como fuere, Enrique califica la experiencia que están viviendo de “auténtica pasada” y aprovecha la ocasión para subrayar y agradecer “la implicación con este proyecto y el esfuerzo de las personas empleadas y de las empresas con las que trabajamos como Sema estilo, Mobanor o el transportista Alberdi Garraioak, que siendo azpeitiarra no dudó en echarnos un buen cable el día de San Ignacio. ¡Con eso está todo dicho!”, sentencia el responsable de una firma que, superado el shock inicial, trata de digerir su éxito.