Bilbao - Además de calor, la llegada del verano ha traído a Euskadi una oleada de malas noticias en media docena de empresas vascas. La recaída de Edesa Industrial, la antigua Fagor Electrodomésticos, dio el pistoletazo de salida a una semana negra en la que se ha anunciado el cierre de la planta de General Electric en Ortuella y de Muebles Xey en Zumaia. En los principales conflictos laborales abiertos en la industria de la CAV en estos momentos, entre los que hay algunos que se arrastran desde hace meses, están en juego cerca de 1.500 puestos de trabajo. Una situación a pie de fábrica que contrasta con los buenos datos macroeconómicos de un sector que sigue creciendo a un ritmo superior al 3%.
De los procesos abiertos, el que más visos tiene de resolverse de forma satisfactoria para la parte laboral es el de la histórica Vicrila de Lamiako. La fábrica de vasos de vidrio cuenta con un inversor implicado y dispuesto a salvar la empresa de la liquidación y a mantener los 300 empleos. En el caso de la planta de Bosch de Gasteiz la situación aun no es crítica, pero la plantilla teme despidos ante el proceso de venta iniciado por la multinacional germana. En cuanto a CEL, la antigua Virtisú, está en proceso concursal e instituciones y empleados trabajan para reflotarla de la mano de un inversor. Además, al complicado panorama que viven esta media docena de industrias vascas de cierto tamaño hay que añadir los recortes de plantilla en firmas más pequeñas como Ofita, en Gasteiz, que plantea la salida de 30 personas.
En total, si se suman los principales conflictos laborales y procesos de reestructuración que vive el sector industrial vasco en estos momentos se puede hablar de 1.500 empleos que en mayor o menor medida se encuentran en riesgo.
Lo que ha ocurrido en las últimas semanas en el tejido empresarial vasco, en especial los mazazos de estos últimos días, contrastan con una evolución saludable de la actividad económica también en el sector industrial. El jueves Eustat dio a conocer que la actividad industrial aumentó un 3,2% en mayo respecto al mismo mes de 2016. Aunque perdió algo de fuerza respecto a los números de 2015, la industria vasca cerró el año pasado el tercer ejercicio seguido en positivo. Un periodo en el que las actividades manufactureras han pasado de encontrarse a la cola respecto al conjunto de la economía en cuanto a números macroeconómicos a ser una de las locomotoras de la recuperación.
Las firmas industriales vascas han recuperado 31.000 empleos desde 2014, según el INE, y el sector fabril ha ganado algo de peso en el conjunto del mercado de trabajo hasta el 23% actual. En la última encuesta trimestral de Eustat, la correspondiente a los tres primeros meses del año, la industria dejó el mejor dato de empleo con 3.600 ocupados más.
sin reservas Pese al cúmulo de números positivos, la industria vasca ha recibido una serie de varapalos esta última semana que, unidos a las debilidades que venían mostrando algunas empresas en los últimos meses, confirman que la recuperación aun no se ha completado. Hablar de una recaída en la salida de la crisis es quizá demasiado aventurado, pero sí es evidente que hay empresas que han salido del túnel sin grasas para poder hacer frente a posibles eventualidades.
En todo caso, cada compañía es un mundo y ni mucho menos se puede dar por muertas a todas las plantas industriales que atraviesan por dificultades. La propia dirección de CNA ha avanzado un plan de viabilidad antes de final de mes para intentar reflotar Edesa Industrial, aunque parece evidente que habrá despidos. La situación de Vicrila parece encarrilada mientras que Bosch ha dado un compromiso a los 260 trabajadores de Gasteiz de que se sentará a negociar en las próximas semanas ciertas garantías laborales de cara al proceso de venta.
La plantilla de CEL Tecnologies & Systems, formada por 250 personas repartidas en cuatro plantas, lleva tiempo reclamando a las instituciones, tras la salida del Gobierno Vasco del capital, que ayuden a lograr la inversión necesaria para salvar una empresa que considera viable.
Más crítica es la situación de los trabajadores de General Electric en Ortuella, donde la dirección plantea la salida de prácticamente la totalidad de los 140 operarios, y de los de la guipuzcoana Muebles Xey, que ha anunciado el cierre y el despido de sus 170 empleados. Estos tres centenares de puestos son quizá los que corren un riesgo más acuciante, aunque todo apunta a que esta oleada de malas noticias en la industria vasca se saldará con un ajuste de empleo mayor.
Edesa Industrial. A nivel mediático es la empresa de mayor relieve por tratarse de la heredera de Fagor Electrodomésticos. Comprada en 2014 por la catalana CNA, tiene 350 empleados y está en preconcurso de acreedores.
General Electric. El grupo ha planteado el cierre de la planta vizcaina de Ortuella, con 147 trabajadores. Los despidos serían 135 y se dejarían una docena de personas en oficinas.
Muebles Xey. La empresa de Zumaia ha entrado en suspensión de pagos y va camino de la liquidación y del cierre, lo que supondrá 170 despidos.
CEL. Con 250 empleados y en concurso de acreedores, la situación es crítica. Los trabajadores piden la búsqueda de inversores.
Bosch Gasteiz. La planta de Vitoria, con 260 empleos, está a la venta y la plantilla teme que el proceso genere despidos.
Vicrila. Es la que más despejado tiene el horizonte al haber surgido un inversor dispuesto a mantener los 300 empleos.