Bilbao - Aunque nació en Cruces, Unai Sordo se considera plenamente bilbaíno. En la azotea de la sede de CCOO en Bilbao, posa con Artxanda al fondo mientras su móvil echa humo. Desde que el sábado se conociera que es la apuesta del sindicato para relevar a Ignacio Toxo, el interés de los medios de comunicación se ha disparado. A sus 44 años, siente “orgullo” pero también “mucho vértigo”.

¿Cómo recibió la decisión de CCOO de elegirle para la secretaría general a nivel estatal?

-Hace tiempo que Ignacio Toxo abrió un proceso de discusión en el sindicato planteando dos posibilidades: su continuidad o el recambio. Ya me trasladó que, en caso de recambio, era la persona que aglutinaba más consenso dentro de la organización. En las últimas semanas, cuando Ignacio decide que va a hacer público que no continúa, se lanza mi candidatura.

¿Por qué usted?

-El sindicato viene haciendo una reflexión para adaptar su estrategia a los profundos cambios que se han dado en la economía y el empleo. Por coherencia, parece que quienes deben dar un impulso a esta nueva situación somos las nuevas generaciones que hemos sido nativos de este contexto. Se decide que sean las generaciones que nos hemos incorporado a la vida social ya con la democracia en marcha quienes ostentemos no solo la responsabilidad de la confederación sino de 11 de los 17 territorios que también renovarán sus secretarías generales.

En UGT Pepe Álvarez, catalán de adopción y partidario del derecho a decidir, y en CCOO un vasco. ¿Buscan CCOO y UGT afinar su sensibilidad hacia Euskadi y Catalunya?

-CCOO es una confederación, una organización de organizaciones, que ha interiorizado bien la realidad plurinacional del Estado español. Es evidente que las personas que hemos dirigido sindicatos en territorios como Euskadi tenemos una determinada visión. Asumimos con perfecta normalidad el hecho plurinacional y creo que esto nos sirve para tener arraigados los valores y los modelos federales de organización territorial. Es un debate que tiene que ver con Euskadi y con España pero sobre todo es un debate europeo. La combinación de marcos de autogobierno territorial con marcos de gobierno compartido es el eje de bóveda para afrontar los retos de la globalización.

¿Cómo se ve desde Madrid la pugna con ELA en Euskadi? ¿Ha tenido que ver en su elección su contundencia hacia este sindicato?

-Bueno, es que históricamente el discurso de ELA hacia el sindicalismo confederal ha sido de absoluta agresividad. No me gusta la confrontación sindical pero lo de poner la otra mejilla nunca ha ido conmigo. Es verdad que la complejidad sindical que hay en Euskadi, con cuatro estrategias diferentes, te da perspectivas que en otros territorios no se dan, pero eso no tiene nada que ver con el apoyo a mi candidatura.

¿Va a cambiar la postura de CCOO en la negociación colectiva a nivel estatal con usted en Madrid? ¿Se rebajará la fricción con ELA y LAB?

-El problema de la negociación colectiva en Euskadi no es que se firmen convenios estatales. Al contrario, es bueno que haya convenios de referencia en España y en Euskadi. Ojalá tuviéramos convenios europeos. El problema es que se ha abandonado por una parte del sindicalismo vasco la negociación sectorial para centrarla en la empresa porque eso da réditos afiliativos. Es un problema que lleva 20 años encima de la mesa.

¿Ha habido cambios desde el acuerdo interprofesional de enero?

-Algún movimiento hay, como la apertura de la mesa de oficinas y despachos, pero son movimientos tácticos. En el fondo las estrategias siguen siendo las mismas.

¿Han enviado ya su propuesta de acción común a ELA y LAB?

-No. CCOO y UGT hemos convocado paros el día 23 y antes de ese día haremos pública una propuesta con contenidos básicos para recuperar los convenios. Si no hay respuesta de la patronal, vayamos a movilizaciones.

¿Le han felicitado estos días Txiki Muñoz o Ainhoa Etxaide?

-No. Me ha llamado Raúl Arza (UGT) y desde el mundo político Izquierda Unida, Podemos, PSE y PNV.

¿Espera oposición en el Congreso de junio?

-En el consejo del otro día mi candidatura obtuvo el 93% de apoyo pero esto no deja de ser una candidatura. Con un 10% de avales de los delegados al Congreso se puede presentar una candidatura por tanto esa posibilidad está ahí.

Habla de reorientar el sindicato. ¿Qué hay que cambiar?

-Hay que tener unas estructuras flexibles para usar los recursos de forma que den respuesta a los cambios de los últimos años. Hemos pasado de la empresa industrial fordista a un mundo que no se parece nada. Las empresas trabajan en red, con multitud de convenios y precariedades diversas. La clase trabajadora hoy es muy diversa y hay que tener una presencia muy cercana al centro de trabajo. Las desigualdades no se solucionan solo desde los niveles macro. El diálogo social, los convenios sectoriales o la ley de igualdad son muy importantes pero si esto no penetra en la empresa el trabajador no va a sentir la utilidad del sindicato.

Las negociaciones con Mariano Rajoy han dado escasos resultados, ¿sigue confiando en el instrumento del diálogo social?

-El diálogo social es una conquista irrenunciable, pero es verdad que en un país que ha estado sometido a las reglas del rescate bancario el margen del Gobierno ha sido mínimo. Dicho eso, lo que le da legitimidad al sindicato es esa capacidad de penetración en la empresa y en la sociedad. Nos equivocamos si pensamos que a estas alturas es la Constitución y la lucha contra el franquismo las que dan legitimidad al sindicalismo. Que la Constitución te reconozca un papel en la representación de los trabajadores es un logro, pero para que los trabajadores perciban esa legitimidad tienes que ser útil en la empresa. Eso no quiere decir que haya que renunciar a funciones como el diálogo social. Eso es hacer el juego a quien te quiere hacer prescindible.

¿Más base y menos burocracia?

-Sí, nosotros eso ya lo hemos hecho. Hace años que en CCOO-Euskadi no tenemos ejecutivas provinciales. El problema no es dónde situamos los recursos, sino saber integrar la nueva realidad en nuestra acción sindical. Antes en un aeropuerto había tres empresas donde la acción sindical era sota, caballo y rey. Hoy día un aeropuerto es una microciudad. Hay que intervenir de forma distinta.

¿Le preocupa la pérdida de afiliados?

-Sí, claro. Hemos llegado a tener cinco millones de parados y eso influye. Ha habido una caída de afiliación que se está recuperando. Tenemos un modelo de negociación colectiva de aplicación general que es muy importante para la cohesión de derechos pero que no es muy proafiliativa, como bien ha diagnosticado ELA en Euskadi. Sin renunciar a esta eficacia general debemos lograr afiliar en la empresa a través de nuevas utilidades. Hay que incrementar el catálogo de ofertas sindicales.

¿Cómo va a evitar que aparezcan nuevos casos de corrupción?

-Hubo prácticas como lo de las tarjetas black que ni sabíamos que nos podían pasar. El sindicato ha reaccionado rápido y ha establecido medidas de control que hacen que algunas de las cosas que han pasado sea muy difícil que puedan volver a ocurrir.

¿Viven los sindicatos de las subvenciones?

-Es un mito urbano. El 84% de la financiación de CCOO-Euskadi son recursos propios. Quien dice que un sindicato tiene que vivir solo de sus cuotas olvida que prestamos un servicio a todos los trabajadores. Debemos optar por la autofinanciación, pero es legítimo que el sindicato reciba de forma transparente recursos externos basados en la tarea de interés público que hacemos. Lo otro es un discurso neoliberal y de derechas. Si algún sindicato tiene ese planteamiento es que tiene un discurso neoliberal disfrazado de radicalidad.

¿Habrá acuerdo sobre negociación colectiva con la CEOE en el Estado?

-Sería importante que lo hubiera, pero tiene que ser un acuerdo que implique una recuperación salarial. La patronal española, igual que Confebask, plantea que cada empresa defienda su subida salarial. Eso es cargarse la negociación sectorial.

UGT ya habla de huelga general...

-Esas cosas de coyuntura corresponde decidirlas a la actual dirección.

En Euskadi, ¿cómo valora el diálogo social con el Gobierno Vasco?

-No entiendo que después de un acuerdo como el del 22 de julio, capaz de mover la posición de ELA y LAB en la negociación colectiva, todavía no sepamos qué piensa el Gobierno del diálogo social. No entiendo la parálisis a la que lo ha sometido el Gobierno. Había encauzadas una serie de cuestiones clave y no entiendo que siga mirando para otro lado. Se ha demostrado que cuando de verdad se hace una apuesta por profundizar en un diálogo social con contenidos, quienes tienen un problema para quedarse fuera son ELA y LAB.