BILBAO - La crisis dejó a su paso puesto el foco de atención en la construcción y las actividades inmobiliarias. El ladrillo fue el sector más castigado en Euskadi durante la recesión y es el que está más rezagado en el nuevo escenario de la recuperación. Se espera que aporte mucho más al crecimiento de la economía y lo cierto es que empiezan a percibirse por fin síntomas de mejoría.

Está ocurriendo por ejemplo en uno de los síntomas del cuadro clínico más sencillos de interpretar, el precio de los pisos. El valor de la vivienda nueva se ha revalorizado en Euskadi un 3,9% en lo que va de año. Se trata del repunte más intenso desde el último trimestre de 2007. El parque residencial vuelve a cumplir nueve años después una de las máximas más extendidas entre los ciudadanos: los pisos aumentan su valor con el tiempo y generan un beneficio a sus propietarios si los venden. Según los datos relativos al tercer trimestre hechos públicos ayer por el INE, la vivienda vasca se ha encarecido un 2,8% entre enero y septiembre. Por un parte están los casi cuatro puntos de incremento de los pisos nuevos y por otra un 2,5% de los de segunda mano.

El mercado se mueve tradicionalmente a impulsos de la nueva edificiación porque tiene una gran capacidad tractora del sector. Si la rentabilidad de las obras mejora, los constructores tendrán mayor margen para iniciar promociones, generar empleo y aportar más ingresos a las haciendas forales. El engranaje de la construcción empieza a moverse a buen ritmo y eso es buena noticia para el conjunto de la economía vasca. - DNA