El Brexit está resultando para los británicos más amargo de lo que preveían. Mondelez Internacional, la empresa que fabrica Toblerone, ha incrementado el espacio entre los triángulos en Reino Unido para reducir el peso de dos de sus clásicas barras. El resultado del cambio significa que los que solía ser una barra de 400 gramos ahora pesa 360 gramos, y la de 170 gramos es ahora de 150 gramos. La notable caída de la libra esterlina tras el triunfo del Brexit (para la salida del Reino Unido de la UE) ha impactado en ciertos productos de consumo habitual en este país, que han llegado a modificar su precio o formato a fin de adaptarse al nuevo contexto.
Romper lazos con Bruselas a raíz del referendo del 23 de junio acarreó consecuencias inmediatas a nivel político en este país, como la dimisión de David Cameron como primer ministro; tuvo un sonado impacto social, al dispararse la tensión entre comunidades y la libra esterlina se hundió de forma calamitosa. La divisa nacional reaccionaba al plebiscito con un desplome de alrededor del 11%, tocando mínimos no vistos desde 1985, y desde entonces ha sufrido pérdidas que rondan el 13% y el 17% respecto al euro y el dólar.
Casi seis meses después, el panorama político-económico sigue plagado de incógnitas, como cuál será el efecto tangible del Brexit en el poder adquisitivo y en el día a día de los británicos. Los analistas creen que la depreciación de su moneda es una tendencia que irá para largo y ya ha dejado huella en los precios de las materias primas de ciertas marcas de consumo habitual. “Probablemente la aguda caída de la libra será una tendencia duradera, teniendo en cuenta que tanto el impacto como la incertidumbre que rodean al Brexit encarece las importaciones y aumentará la inflación en el país”, explica Andrew Scott, profesor de Economía de la London Business School.
importación Según este experto, “un mayor coste de la vida (en el Reino Unido) afectará al consumidor y, obviamente, le obligará a renunciar a ciertos productos importados”. Este país produce alrededor del 60% de los productos alimentarios que consume pero tan solo el 15% de la fruta fresca y el 55% de las verduras que venden los comercios son producidos aquí, siendo la mayor parte del resto importaciones de mercados de la Unión Europea (UE).
Asumiendo que el IVA continúe situándose en el 20% y que la libra no deje de perder terreno, los analistas estiman que el coste de productos como la fruta, el vino, el champán, o la carne de cerdo -que en su 40% es importada- se encarecerán notablemente. Si antes del referendo, por ejemplo, una botella de champán costaba 25 libras (29 euros), a raíz del nuevo desenlace su precio podría experimentar una subida del 12% para el consumidor.
Entre los efectos colaterales de la caída de la libra se enmarcó también la comentada reducción de tamaño -en un 10%- de la popular chocolatina Toblerone en este país a fin de abaratar costes en sus ingredientes. Si bien su productora, la suiza Toblerone y Mondelez International, no atribuyó la modificación al Brexit, sí admitió que el tipo de cambio de la divisa “no es favorable”. Toblerone, la empresa explicó que tuvo que tomar una decisión entre cambiar la apariencia de los chocolates o aumentar el precio.
En este sentido, otro gran fabricante de bienes de consumo, el británico-holandés Unilever, se enzarzó en otra mediática controversia hace unos meses con la cadena de supermercados Tesco, la mayor del país. Unilever -que apoyó públicamente la campaña a favor de la permanencia en la UE- quiso elevar un 10% el precio de algunos de sus productos para afrontar el encarecimiento de materias primas adquiridas en divisa extranjera, a causa de la bajada de la libra.
Tesco reaccionó retirando de su web decenas de productos de ese fabricante, algunos tan populares entre los consumidores británicos como los helados Ben & Jerry, Magnum, Cornetto, el detergente Persil y Marmite, una pasta de untar elaborada con extracto de levadura. A nadie pareció importarle demasiado la desaparición de los helados o el detergente, pero sí la de la salsa Marmite. Un símbolo de britanidad tan definido como la pasta de cacahuete lo es de la americanidad o el chop suey de la cultura china, su desaparición de los estantes de la cadena de supermercados Tesco desató la alarma nacional-culinaria en las islas. El escándalo fue tal en las redes que ambas partes llegaron a un acuerdo urgente para calmar las aguas y que la pasta volviera al desayuno.
Desde muchos sectores se reprochó a Unilever que se amparara en el Brexit como “excusa” y quisiera “explotar a los consumidores” si bien finalmente estas desavenencias pudieron ser “resueltas”. Lo cierto es que su consejero delegado, Paul Polman, alertó antes del referendo de que una victoria a favor de la salida arrastraría subidas importantes en productos de importación, que derivarían en aumentos en los precios para los consumidores.
En esta línea, antiguos consejeros delegados de otras cadenas de supermercados británicos como Sainsbury’s, Asda, Morrisons, Marks & Spencer y B&Q advirtieron de los efectos que provocaría la depreciación de la libra -junto con alteraciones en la cadena de distribución- con consiguientes aumentos en los costes para los clientes. En 2015, el Reino Unido importó más de 474.000 millones de libras (626.000 millones de dólares) en bienes y servicios, principalmente procedentes de Alemania, China, Países Bajos, EEUU y Francia.