La segunda jornada del juicio contra una marmolería vizcaina y los grandes fabricantes de encimeras de cocinas de España se reanudó ayer con la declaración de uno de los trabajadores afectados por la silicosis. Pedro L. prefiere que solo consten sus iniciales cansado de un protagonismo que pesa mucho en su salud pero también sobre sus espaldas. Hoy está marcado por una enfermedad laboral pero lo peor es lo que puede llegar: “Vivo con miedo al futuro, al riesgo de cáncer y otras enfermedades pulmonares”, explicó durante el interrogatorio.
Pedro fue el último de los seis denunciantes en declarar. Lo hizo poco antes de que testificara la médico que detectó los primeros síntomas en tres trabajadores. Tardó más de un año en realizar un segundo reconocimiento porque Marmolería Cid “no colaboró” y cuando volvió a examinar a los pacientes la enfermedad se había agravado y había tres nuevos afectados.
Fueron los dos testimonios más destacados en una sesión que se centró de nuevo en que no se facilitara una información detallada de la composición de las encimeras que se cortaban en las instalaciones de Bermeo. La presencia en el conglomerado de cuarzo de cristobalita, un mineral de la familia de los sílices, es el origen de la enfermedad. Y ni los dos fabricantes -Cosentino y Levantina- ni los dueños de la marmolería -la familia Cid- informaron a la plantilla de los riesgos de ese producto y están imputados por ello.
El extrabajador Pedro L. afirmó durante su testificación que los problemas respiratorios empezaron en la empresa de los Cid cuando los nuevos conglomerados de cuarzo sustituyeron al granito como el principal producto de corte. Según explicó se les informó que las medidas de seguridad debían ser las mismas que las del granito, guantes y mascarillas, pero las planchas de Silestone y Caesarstone -las marcas de los dos fabricantes- tienen poco que ver con una roca. Primero porque requieren de un tratamiento previo para hacer el conglomerado y para ello se utilizan resinas y pegamentos que también se respiran cuando se cortan los tableros. Y sobre todo por que la cristobalita supone un 30% de su composición y es potencialmente más dañino que el cuarzo común.
Tras acumular varias bajas por problemas pulmonares, la más larga de dos años, Pedro se quedó sin empleo cuando la empresa cerró en 2014 y en estos momentos traba de jardinero a tiempo parcial. El próximo martes tiene una cita con la mutua para evaluar la concesión de la incapacidad absoluta.
Las acusaciones intentan demostrar que los fabricantes no informaron de la composición de las encimeras y que por ello son responsables. En el caso de los dueños de la marmolería su objetivo es además probar que no hicieron todo lo que estaba en su mano para detectar y frenar el avance de la enfermedad.
En ese sentido fue clave la declaración de la doctora encargada de la salud laboral de la marmolería. Contratada a través de un servicio de prevención de riesgos de una aseguradora, detectó en 2006 tres casos de silicosis y recomendó una medición higiénica de las instalaciones para evaluar el riesgo para la salud de la exposición al polvo. Nunca llegó a sus manos ese informe y cuando intentó realizar el segundo reconocimiento a la plantilla, la empresa alegó problemas de agenda y pidió que las pruebas se realizaran en Bermeo y no en Bilbao. Hasta 2008 no logró realizar los análisis y la silicosis afectaba ya a seis empleados. A su juicio, la prevención de riesgos “era deficitaria”.
Un ‘embajador’ de españa en el banquillo. El fundador de la multinacional que revolucionó en los noventa el mercado con las encimeras Silestone, Francisco Martínez-Cosentino, es uno de los seis empresarios que se sientan en el banquillo de los acusados. Poco después de la finalización de la sesión del juicio de ayer, Martínez-Cosentino fue nombrado embajador de la marca España junto a Andrés Iniesta y Sara Baras, entre otros.