le fichó José Ignacio Goirigolzarri en 2012 para poner orden y acabar con los excesos que se heredaban de Caja Madrid. El bilbaíno Iñaki Azaola aterrizó en Bankia después de dejar la dirección del Banco Guipuzcoano, entidad a la que llegó en 1990. Estudió en Lauro Ikastola y cursó Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Deusto y en su carrera profesional ha tenido responsabilidades en el área financiera de varias multinacionales. Tras detectar y destapar el escándalo de las tarjetas black, esta semana se ha convertido en uno de los testigos clave en el juicio que se celebra contra 65 exdirectivos que se beneficiaron de estos plásticos.

El banquero bilbaíno, director de auditoría de Bankia, se mantenía hasta ahora en un discreto segundo plano, pero su figura ha cobrado relevancia mediática estos días a raíz de su larga comparecencia del pasado martes en la Audiencia Nacional. Azaola declaró durante siete horas como testigo en el caso de las tarjetas opacas, viéndose sometido a un intenso interrogatorio por parte de los abogados de las defensas con la intención de desmontar la validez de las tablas de excel que ha facilitado Bankia con los gastos efectuados por los ejecutivos con sus plásticos.

Pero pese al empeño de los abogados defensores, Azaola se mantuvo firme en que los datos de las tablas excel fueron “extraídos pero no modificados ni manipulados” y que son “exactamente los mismos que figuran en el sistema central de la entidad”, como informó Efe. Ante la insistencia de los abogados, el banquero vizcaíno repetía una y otra vez frases como “lo acabo de explicar” o “ya he contestado”. La ofensiva para tratar de desmontar los argumentos de Azaola se prolongó durante varias horas en busca de algún punto de duda o alguna contradicción.

Aunque admitió, por ejemplo, que el informe de Bankia no estaba firmado, en líneas generales el testigo resistió la ofensiva, en lo que puede ser uno de los testimonios clave para la resolución del proceso. Azaola se ha convertido, junto al exconsejero delegado Francisco Verdú, quien afirmó en la Audiencia Nacional que Rodrigo Rato “se enfadó bastante” cuando le dijo que rechazaba su tarjeta, en indiscutible protagonista del caso.

Azaola defendió la autenticidad de la hoja de gastos, que incluye desembolsos por un total de 12,5 millones de euros entre 2003 y 2012, y afirmó que el sistema de tarjetas generó un “quebranto” a la antigua Caja Madrid, convertida en Bankia en un proceso de saneamiento en el que ha recibido más de 20.000 millones del erario público. Además, puso el foco en el que era director general de la entidad, Ildefonso Sánchez Barcoj, quien, según el bilbaíno, solicitaba las tarjetas opacas para entregarlas a los directivos.

El caso de las visas de Caja Madrid y Bankia estalló hace algo más de dos años, al descubrirse que la gran mayoría de consejeros y directivos de estas entidades, entre los que había miembros de partidos, patronales y sindicatos, había hecho uso de tarjetas no declaradas a Hacienda durante años para costearse estancias en hoteles, comidas y otros gastos personales.

Aunque en su momento pasó desapercibido, el papel de Azaola fue fundamental para destapar las irregularidades cometidas con las tarjetas. El banquero, que llegó a Bankia de la mano del también bilbaíno Goirigolzarri, se mantiene firme en su propósito de depurar la entidad.